Francisco, el papa que reformó las finanzas vaticanas

Guardar

Ciudad del Vaticano, 22 abr (EFECOM).- Tras años de irregularidades y opacidad en las finanzas del Vaticano, el papa Francisco, fallecido este lunes, creó formas para controlar gastos, hacer públicas sus cuentas y prevenir la evasión fiscal. Con estas medidas buscaba dar transparencia y regularizar las arcas de la Santa Sede, una de las importantes reformas que marcaron su pontificado.

En sus doce años al frente de la Iglesia, desde que asumió el papado en 2013, Francisco reformó en profundidad las estructuras económicas del Vaticano para alejarlo de cualquier irregularidad y evitar escándalos financieros como los que había tenido en el pasado.

En 2014, en la fase inicial del pontificado, Francisco creó la Secretaría de Economía, un organismo dedicado a la gestión de todas las actividades económicas de la Santa Sede y a tener un mayor control de sus finanzas, formado por cardenales y expertos laicos.

Tras décadas marcadas por la confusión financiera, la Secretaría pasó a gestionar todo el patrimonio inmobiliario y los fondos, antes a disposición de la Secretaría de Estado. Con ello, Francisco buscó dar un esquema y columna vertebral a las caóticas arcas vaticanas.

Asimismo, luchó firmemente contra la evasión fiscal -que en el pasado implicó escándalos en el llamado Banco Vaticano- y reforzó el rol de la Autoridad vaticana de Supervisión e Información Financiera con la meta de combatir el blanqueo de capitales.

A su vez, el papa argentino promovió la creación de presupuestos anuales o la planificación financiera para la administración de los recursos humanos y otros suministros. En pro de la transparencia, el Vaticano presentó balances financieros en los últimos años, dio a conocer su deuda y déficit e hizo públicas las cuentas de la Curia.

También creó la figura de un revisor general para supervisar la gestión de las instituciones y optimizar el uso de sus recursos.

Su determinación para lograr transparencia y un ajuste de cuentas se mostró también en diferentes procesos judiciales, entre ellos el conocido como 'juicio del siglo' del Vaticano, en el que fue procesado el ex sustituto de la Secretaría de Estado, el cardenal italiano Angelo Becciu.

Este purpurado -el primer cardenal juzgado por una corte Penal vaticana- fue condenado a finales de 2023 por el Tribunal del Vaticano a cinco años y seis meses de cárcel por irregularidades financieras.

El proceso duró dos años y medio e indagó la compra de un edificio de lujo en Londres orquestada por Becciu cuando era sustituto de Asuntos Generales (2011-2018), en una operación especulativa que creó un agujero en las cuentas vaticanas de al menos 139 millones de euros, y que el papa no quiso pasar por alto.

El pontífice también emitió en 2021 un 'motu proprio' con nuevas reglas que eviten "conflictos de interés, métodos de clientelismo y la corrupción" en los dicasterios -el equivalente a los ministerios en el Vaticano- y las instituciones vinculadas a la Santa Sede.

En 2022, Francisco estableció además que la gestión de activos del Vaticano recayera en exclusiva en el Instituto de Obras para la Religión (IOR), conocido como el Banco Vaticano, para administrar bienes financieros y líquidos de la Santa Sede.

Este paso se describió como "una nueva política unitaria" para las inversiones financieras, con la intención de asegurar la naturaleza ética de estas actividades, también en ámbito inmobiliario, para evitar casos como la operación de Londres que implicó a Becciu. De hecho, el pontífice retiró los derechos cardenalicios al purpurado.

Este 2024, Francisco reforzó los controles sobre las licitaciones y gastos de los diferentes dicasterios (ministerios vaticanos), que ahora deben solicitar la aprobación de la Secretaría de Economía cuando un coste supere el 2 % de gastos total anuales del organismo.

Los ingresos del Vaticano proceden en gran medida de donaciones, rendimientos de su patrimonio o inversiones en distintos mercados o activos.

Según el último balance de la Santa Sede de 2023, su déficit operativo fue de 83 millones de euros, cinco más que el año anterior. Los únicos ingresos de la Santa Sede -que no tiene impuestos ni política monetaria- son las donaciones, además de los procedentes de los Museos Vaticanos y de su patrimonio inmobiliario -más de 5.000 propiedades-.

En 2023, la entrada en las arcas del Óbolo de san Pedro fue 48,4 millones de euros (43,5 en 2022) y, junto con las reservas, hasta 90 millones se destinaron para gastos de la Curia, los órganos que componen el Gobierno de la Iglesia católica.

Ante el alto déficit -agravado por el descenso de donaciones de fieles estos años-, Francisco anunció también en 2024 una reducción salarial para los cardenales de la Curia, que ilustra también el estilo de Francisco de limitar la opulencia eclesiástica. EFECOM