Paqui Sánchez
Melilla, 4 mar (EFE).- Una quincena de solicitantes de asilo lleva dos noches durmiendo en la calle en Melilla después de que el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) les denegara el acceso. Aseguran que su situación no es fácil, pero muestran su empeño en seguir así porque no tienen otra opción.
Los migrantes, que proceden de países latinoamericanos y de Mali, conviven en varias tiendas de campaña cedidas por la ONG Mec de la Rue (MdLR) a escasos metros del CETI, donde esperan poder entrar como otros 800 que llegaron antes y que sí recibieron una asistencia que a ellos se les niega.
María (nombre ficticio) es una de las cuatro mujeres del grupo de migrantes acampados. Esta joven venezolana prefiere no revelar su identidad para no preocupar a su familia, que en su país de origen desconoce la situación en la que se encuentra junto a su pareja, sin un techo bajo el que cobijarse, sin trabajo, documentación ni recursos.
Pero, pese a que el panorama ahora es tan gris como el cielo que les amenaza con lluvia desde que viven en la calle, esta migrante veinteañera confía en que se pueda revertir porque asegura que llegaron antes de que entrara en vigor el cambio en el sistema de citas de asilo del Ministerio del Interior que les ha dejado fuera del CETI.
Según explica a EFE, viajaron desde Barcelona hasta Melilla porque sabían que en la ciudad autónoma pedir asilo era más fácil que en la península, donde el colapso en el sistema de citas es el pan nuestro de cada día. Además, en Cataluña no tenían apoyo de nadie ni sustento para seguir adelante.
Por ello, María y su marido embarcaron rumbo a Melilla y se plantaron en el norte de África el 27 de febrero. Ese mismo día, poco antes de las cinco de la tarde, ya tenían su cita para pedir asilo, aunque se encontraron con la novedad de que la solicitud ya no era presencial, sino telemática, a través de internet.
Ellos estaban ya al tanto de que se iba a producir ese cambio en el sistema, pero a partir del 28 de febrero, de ahí que decidieran viajar a Melilla antes. No les sirvió de nada, pues Interior ya había puesto en marcha la petición de cita telemática, lo que les ha cerrado las puertas del CETI a todos los que han ido llegando desde entonces.
“En el CETI nos negaron el acceso porque dicen que para entrar se necesita una manifestación de voluntad, pero la Policía, cuando regresamos a la frontera para solicitarla, nos respondió que ese trámite es el mismo papel que la cita del asilo”, explica María.
El caso es que, después de “un cambio de reglas de la noche a la mañana” y varias idas y venidas de la frontera al CETI, se han visto “en un callejón sin salida”, ya que ni siquiera pueden retornar a la península, donde la Policía sí hace ese trámite, al no tener recursos, visado en regla o documentación para viajar.
La incertidumbre, compañera de viaje habitual entre los migrantes, se ve agravada ahora por la situación de calle en la que se han visto estos solicitantes de protección internacional, lo que ha llevado al propio presidente de Melilla, Juan José Imbroda (PP), a acusar al Gobierno de España de haber adoptado con ellos una decisión “inhumana”.
Todo ello ha coincidido con días de mal tiempo en la ciudad autónoma, con “un frío muy intenso” y lluvias que no paran y van calando en el ánimo de esta quincena de migrantes sin techo mientras esperan a que “una respuesta de Madrid” o “algo que se pueda hacer” desde Melilla les abra la puerta del CETI.
Eso es lo único que quieren, ya que la mayoría no tiene la entrevista para pedir asilo hasta mediados o finales de abril, lo que supone más de un mes y medio por delante que confían en poder esperar bajo un techo y no en una tienda de campaña, donde “las condiciones no son aptas”, aunque es la única opción que tienen hoy por hoy.
De momento, llevan dos días durmiendo, cocinando y haciendo vida en el pequeño campamento junto al CETI, gracias a la ayuda de MdLR, que ha enviado una queja al Defensor del Pueblo, y de otros migrantes acogidos en el centro que les ofrecen mantas, agua y alimentos.
Otras entidades de índole nacional e internacional también están trabajando sobre el terreno para tratar de buscar una solución a este problema, del que los migrantes afectados solo esperan poder pasar página cuanto antes.
“Dormir en la calle no es nada fácil, pero si es la única opción que tenemos, lo haremos hasta que obtengamos una respuesta del CETI. Solo queremos un techo los días que quedan hasta que nos toque la cita de asilo y luego avanzar para poder hacer nuestra vida normal”, pide María mientras vigila la comida que preparan en un fuego improvisado. EFE
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