Europa ante el terremoto Trump: "Llorar no conduce a nada"

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Alicia López

Madrid, 16 feb (EFE).- "Llorar no conduce a nada", asegura Juan Luis Manfredi, catedrático de la Universidad de Castilla La Mancha que urge a Europa, como hacen otros expertos en Relaciones Internacionales, a adaptarse cuanto antes a la realidad que supone el regreso de Donald Trump y la consolidación de un nuevo orden mundial.

"Trump está aquí, es lo que hay, vamos a ver cómo podemos defender el interés de España y de Europa", señala en una entrevista con EFE al explicar que el orden liberal internacional que hemos vivido en los últimos treinta años "se ha desvanecido por la tensión entre la globalización y la desglobalización".

De ahí que vaya ganando enteros el nacional conservadurismo -explica- y que cada vez triunfen más las ideas de reindustrialización y la imposición de barreras al comercio.

Lo que parece evidente es que el multilateralismo pierde peso en favor de la vía ejecutiva unilateral como se está viendo en Ucrania, ante una eventual negociación de paz de la que EEUU pretende excluir a Europa. Otro ejemplo es la guerra arancelaria con la que Trump amenaza directamente a los socios comunitarios o su propuesta de controlar Gaza para convertirla en un resort.

"Ahora en las democracias gustan mucho los hombres fuertes y se ve como un engorro el parlamentarismo", dice Manfredi al señalar que estas ideas están calando porque, entre otras cosas, las democracias liberales no están sabiendo responder a problemas sociales como la vivienda, la inflación o la precariedad laboral y eso genera "incertidumbre e inseguridad".

Gran conocedor de la situación norteamericana -ocupó durante los últimos cuatro años la cátedra Príncipe de Asturias en la Universidad de Georgetown (Washington)-, Manfredi avisa de que vienen muchos cambios y "hay que estar atentos".

Además subraya que EEUU sigue siendo una democracia liberal y que Trump "no es el fin del mundo", aunque sí le preocupa que es un presidente con pocos contrapesos internos al tener el control ejecutivo, legislativo y judicial.

En este contexto revolucionado con el segundo mandato de Trump, Europa "tiene que dejar un poco de lado el idealismo", subraya, por otro lado, la especialista del Real Instituto Elcano, Carlota García, que cree que Bruselas tiene que ser mucho más pragmática, redefinir su relación trasatlántica y reforzarse "con unidad y estrategia".

Para ella el nuevo orden mundial tendente al unilateralismo lo ha acelerado Trump pero ya se venía gestando desde el principio de este siglo, cuando George Bush hijo asumió la Presidencia y los presidentes que llegaron después, incluidos los demócratas, defendieron más una agenda doméstica, aunque luego se vieran arrastrados por otros derroteros debido a acontecimientos imprevistos, como la Primavera árabe.

"Ha habido mucha más continuidad de la que pensamos aunque los estilos son evidentemente diferentes", sostiene la investigadora del Real Instituto ElCano.

En esta línea se sitúa igualmente Pablo Sapag, profesor de la Universidad Complutense, al afirmar en una conversación con EFE que la UE lo que tiene que hacer es entender que estos cambios no se deben solo a Trump: "hay un cambio sistémico y lo que varía son las formas y los acentos".

De acuerdo con este especialista, se está consolidando claramente "un mundo multipolar" que es distinto al multilateralismo "ya dilapidado" que abandera Europa y que tiene tres polos esenciales: EEUU, Rusia y China.

Cuanto antes la UE asuma que nunca va a formar parte de esa liga antes podrá asumir otro "acomodo" en el tablero mundial, asegura Sapag, que afirma que los 27 deben prepararse y promover una política propia para seguir teniendo cierta relevancia en la política exterior "desde una perspectiva mediadora".

De momento ve a Europa claramente al margen como lo demuestra, a su juicio, el hecho de que Trump quiera "cerrar el expediente ucraniano" en favor de los intereses rusos y sin abordar la cuestión energética o de seguridad.

Con el foco puesto ahora en España y asumiendo que Trump no se va a esfumar, nuestro país, aunque es una potencia media, tiene una relación "muy positiva" con Estados Unidos, recuerda Manfredi, y eso posibilita que pueda jugar unas cartas interesantes en este nuevo marco.

Para empezar, hay que aprovechar que se van a reorientar las cadenas globales de suministro, dice, para sacar rendimiento de la destacada ubicación geográfica que tenemos, lo que nos convierte "en un buen sitio para distribuir y vender".

Segundo, ante la crisis energética y las exportaciones de gas licuado procedente de EEUU, España tiene que afianzarse como destino, evitando que Francia nos bloquee la salida a otros países europeos, e invirtiendo en infraestructuras "y alimentando las zonas francas".

Y, en tercer lugar, enumera este especialista en Estudios Internacionales, puede haber intereses compartidos en cuanto a la inmigración, una cuestión que "obsesiona" a EEUU y sobre la que España puede decir mucho.

Al margen de esto, Pablo Sapag apuesta por que Madrid pueda liderar dentro de Europa no ya una respuesta a Trump sino al cambio de rumbo internacional que se está apuntalando con el fin de tener una política propia.

Pero no es muy optimista al respecto porque cree que el Gobierno está "muy ensimismado" con sus cuestiones domésticas marcadas por la debilidad parlamentaria y eso le lleva a encarar su política exterior y europea de manera cortoplacista, "para ganar cuatro votos", en lugar de afrontarlo como un asunto de Estado. EFE