Felipe González no era la primera opción; Alfonso Guerra desvela quién iba liderar el PSOE en 1974: “Fue un acierto”

En su último libro, Alfonso Guerra disecciona alguno de los momentos clave de los primeros años de la democracia española

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El expresidente del Gobierno, Felipe González y Alfonso Guerra, exvicepresidente. (Jesús Hellín - Europa Press)
El expresidente del Gobierno, Felipe González y Alfonso Guerra, exvicepresidente. (Jesús Hellín - Europa Press)

La nostalgia está de moda. Han vuelto series míticas, grupos de música y, al parecer, también una de las parejas más importantes de la historia reciente de la política española: González y Guerra. Esta semana hemos vuelto a ver en sintonía, como hacía tiempo que no les veíamos. Su relación se deterioró después de pasar por La Moncloa y ahora han vuelto a unirse con un propósito común: Pedro Sánchez.

En el libro se revelan algunos detalles de su vida política en activo. En el primer capítulo, Guerra cuenta como acabó siendo González el secretario general del PSOE, “un cargo que por aquel entonces se llamaba primer secretario” puntualiza, para líneas después desvelar, que la primera opción nunca fue González, sino Nicolás Redondo (padre) “que no quiso”, recuerda, razón por la cual “se echó mano de Felipe. Y creo que fue un acierto”, sentencia.

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Su camino a la presidencia del Gobierno comenzó en 1974, en el Congreso del PSOE en Suresnes (Francia). Relata Guerra que antes de llegar al cónclave del 74, las nuevas generaciones tuvieron que liderar con el PSOE Histórico. Rodolfo Llopis llamó así a un partido alternativo que montó para preservar los valores del PSOE clásico, una formación que intentó atraer a figuras políticas tan importantes como Tierno Galván. El exvicepresidente del Gobierno relata como el exalcalde de Madrid se marchó según llegó a aquel congreso, “todos acabaron retornando al PSOE original, algunos lo empezaron a llamar Partido Socialista Renovado”.

Ambos, entran en la ejecutiva del partido en el 72 después de la caída de Llopis, aunque Alfonso Guerra renuncia al año siguiente para protestar por la censura que sufre por parte del PSOE exiliado: “Yo mandaba unos artículos y ellos los recortaban como les venía en gana, o directamente no los publicaban”. Dos meses después dimitió Felipe González.

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Una vez se conoce que el dictador está muy enfermo, el exvicepresidente se traslada rápidamente a España para anticiparse a un posible cambio de ciclo tras la inminente muerte de Franco. Guerra y González son convocados en el 74 a una reunión en un hotel para redactar los principios que debía seguir el PSOE tras el fallecimiento del generalísimo. La “Declaración de Septiembre” supuso una hoja de ruta para el partido. En el Congreso del 74 se pide tanto a Guerra como a González, ambos se encontraban fuera de la Ejecutiva, que pronuncien un discurso durante el Congreso, un cónclave que se salda con González como Secretario General.

El nacimiento de Juventudes Socialistas

En el libro relata como “los tres Alfonsos” renacieron las Juventudes Socialistas. En la universidad, cuartel general de la oposición al régimen, conoce a Alfonso Fernández Malo, que le propone el reto, un desafío que Guerra acepta. Ambos acuden al padre de Fernández, también Alfonso, histórico socialista y represaliado por la dictadura franquista, para reconstruir la organización. En esa época reclutan, entre otras personas, a Felipe González.

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El que sería más tarde presidente del Gobierno, había mantenido una buena relación con Guerra, su relación se estrecha después de una protesta a Fraga en la Universidad de Sevilla. “Él era una persona fuerte y yo una persona resistente”, recuerda Guerra sobre su tándem con González, “éramos muy compatibles”, completa.

Esta etapa, Guerra la recuerda “apasionante”, un periodo en el que reclutaban a socialistas con serias dificultades: “José Gómez pensó que era policía cuando le pregunté y me tiró por las escaleras”. “En democracia fue candidato del PSOE a la alcaldía de Úbeda, me pidió que le presentara en un mitín”, Guerra le recordó la agresión, cuenta. Un periodo en el que conoció a veteranos que le despidieron, después de una reunión socialista, “estrechándome la mano” y diciéndome “hasta la última bala”, rememora.