La Escolanía de El Escorial: medio siglo de clases pero sin llenar sus aulas

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Inés Verdejo

San Lorenzo de El Escorial (Madrid), 10 jun. La Escolanía del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial está a punto de cumplir 50 años, poco comparado con los más de 400 que tiene este histórico lugar, pero sus directores quieren aprovechar su medio siglo para dar visibilidad a las 60 becas que ofrecen cada año para alumnos internos de entre 9 y 18 años y que, en gran medida, quedan desiertas.

Con este fin organizan campamentos de fines de semana para compartir y dar a conocer su modo de vida a otros niños, de manera que vean que un internado como el de la Escolanía de San Lorenzo de El Escorial “no es un correccional”, como a muchos les viene a la cabeza cuando piensan en un internado en un monasterio del siglo XVI.

El interés por darse a conocer es porque 20 de las 60 plazas de la Escolanía siguen sin estar cubiertas, y sus alumnos invitan a “perderle el miedo" y a "vivir esta experiencia” en la sierra de Madrid, basada en la vida monacal, en comunidad y, sobre todo, musical.

Desde los 9 años, niños de toda España pueden acceder a esta beca que otorga el Monasterio y por la que, aquellos que se animen, viven internos entre los muros de este icónico lugar, en el que los alumnos intercalan los instrumentos con pachangas de fútbol en los monumentales pasillos del Monasterio de Felipe II.

EL PRIMERO COLEGIO EN EL MONASTERIO DE EL ESCORIAL, FUNDADO EN 1567

En el año 1567, apenas 4 años después de comenzada la construcción del Monasterio de San Lorenzo del Escorial, Felipe II ya fundó e instituyó un Colegio y Seminario para niños en el monasterio de Párraces (Segovia) para trasladarlo al Escorial en cuanto se concluyesen las obras.

Estos niños eran instruidos en gramática y latinidad así como en música (canto llano principalmente) y estaban encargados de cantar todos los días la Misa del Alba, que se oficiaba por la salud del monarca reinante, en la Basílica, así como la Salve tras el rezo de vísperas de la comunidad de monjes del Monasterio, o intervenían en fiestas señaladas cantando villancicos y danzas.

Su labor continuó durante siglos hasta la desamortización de Mendizábal, cuando la comunidad monacal cesó su actividad y abandonó el Monasterio.

En 1974, los Padres Agustinos, que desde 1885 son los moradores y custodios del Real Monasterio, reemprendieron el proyecto de la Escolanía con la misma finalidad: el embellecimiento de la liturgia escurialense.

Para ello habilitaron en el recinto del Convento el espacio necesario para este fin, y desde entonces hasta ahora han becado a niños para instruirse.

41 ALUMNOS SE FORMAN HOY EN EL MONASTERIO

Hoy son 41 alumnos los que comparten su vida aquí y compatibilizan la enseñanza general con la musical, “además de una manera práctica, no como en un conservatorio, porque desde el primer día empiezan a hacer música, a cantar; es meterse en el mundo musical de una forma mucho más plena y todos los sábados y domingos cantan una misa en la Basílica”, cuenta a EFE Pedro Alberto Sánchez, el Maestro de Capilla y organista del Monasterio.

Durante el año los alumnos hacen una media de diez conciertos fuera de España, los últimos han sido en Panamá, en Rusia, Estados Unidos y su siguiente viaje es al Vaticano, a Roma; pero además cantan en misas y encuentros únicos, como los funerales de la Familia Real o finales de la Champions.

Y a pesar de que los viajes serían lo que a muchos le podría animar a formar parte de estos 60 niños del coro de El Escorial, Gonzalo, uno de los internos de Segundo de Bachillerato, le cuenta a EFE en una de las salas del Monasterio que, para él, lo mejor es "la comodidad” de estudiar y vivir en el mismo lugar" y convivir durante todo el año con sus 40 compañeros.

Los alumnos recomiendan la experiencia y aseguran que no tienen la sensación de estarse perdiendo nada de lo que ocurre fuera porque “estar aquí conviviendo con gente de tu edad, más pequeños o más mayores, y no salir con otros no es una carga porque se forjan unas relaciones que es otra experiencia”, cuenta Fabio, otro de los internos de último año, que reconoce que al principio tenía miedo de la decisión que tomó.

En cuanto al miedo de cantar, Pablo, uno de los alumnos de primer curso, invita a perder el respeto: “Si vienes no tienes que saber cantar, alguien que sabe hablar puede cantar porque aquí te forman y vas a acabar cantando muy bien, y es divertido estar en comunidad cantando y disfrutando de la música”, asegura. EFE

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