Jarry-Ruud, el duelo de la tierra

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Luis Miguel Pascual

París, 4 jun. El uno procede del norte del planeta y el otro del sur, pero ambos comparten una especial querencia por la tierra batida, la superficie de predilección del chileno Nicolás Jarry del noruego Casper Ruud que este lunes buscarán un puesto en los cuartos de final de Roland Garros.

El gigantón de Santiago está transitando ya por un terreno nuevo para él en Grand Slam, mientras que el rubio de Oslo aparece como la baza más sólida en su lado del cuadro para alcanzar la final, que para él sería la segunda consecutiva.

Pero los pronósticos están para ser rotos y Jarry ha demostrado una madurez en esta edición de Roland Garros que invita a pensar que es posible.

El chileno accedió a sus primeros octavos de final después de conseguir frente al estadounidense Marcos Giron su séptima victoria consecutiva, ya que llegaba a París tras haber levantado el trofeo en Ginebra.

La fe que demuestra en su juego invita a pensar que el chileno de 27 años ha dejado atrás las convulsiones en su carrera que comenzaron cuando en 2020 fue controlado positivo por dopaje y la maquinaria de su juego vuelve a carburar a pleno rendimiento.

Cuando uso bien mis armas, los números se dan", asegura el chileno, asentado en el puesto 35 del ránking, la mejor clasificación de su vida, pero asegurado ya en ingresar entre los 30 mejores del mundo.

Jarry ha cimentado buena parte de su resurrección en la tierra batida, conde a principios de campaña se alzó con el torneo de Santiago y más tarde con el de Ginebra y donde superó dos rondas en el Másters 1.000 de Montecarlo.

Solo el español Carlos Alcaraz, número 1 del mundo, puede presumir esta temporada de tener más victorias que él sobre esa superficie, en la que ha aprendido a sacar partido de sus casi dos metros de altura, su servicio demoledor, para ir dominando rivales.

El estadounidense Tommy Paul, 16 del mundo, lo comprobó en segunda ronda, una medicina que el chileno quiere seguir repartiendo, por mucho que ahora tenga enfrente a una referencia sobre arcilla como es Ruud.

El noruego no ha firmado una temporada tan buena como la pasada, pero su regularidad le permite presumir de un dato, nadie tiene más triunfos sobre tierra batida que él en lo que va de década.

Una estadística más propia de jugadores como Rafael Nadal, pero que el escandinavo luce orgulloso, sabedor que tiene que hacerla fructificar en más títulos, tras haber jugado la final de dos de los grandes la pasada campaña.

Un único título este año, el de Estoril, son poco bagaje para un tenista al que se le reprocha su falta de agresividad para atacar los partidos, habitualmente considerado, en términos futbolísticos, un gran defensor.

Así, al ataque, Jarry logró doblegarle en tres sets en cuartos de final de Ginebra hace diez días, una victoria que puede servir de andamiaje para el duelo en Roland Garros, aunque ahora la paciencia juega del lado del noruego, porque tiene más margen de maniobra.

"Desde entonces he progresado mucho. Mi intención es ir ganando en calidad para llegar en las mejores condiciones en la segunda semana", aseguró el noruego, que se ha dejado dos sets en su camino a octavos y que asegura sentir cierta presión por ser uno de los favoritos.

El chileno tendrá que seguir progresando en la gran tarea que se ha marcado en los últimos años, la de mantener unas rutinas que le mantengan concentrado en la pista, en cada punto, sin dejar que su cabeza le saque de los partidos.

Como si de Nadal se tratara, el jugador repite una serie de gestos que le ayudan a mantener la concentración, al igual que una irreprochable vida fuera de las pistas, donde su familia, su esposa y su hijo, le acompañan en el asalto al Grand Slam parisiense.

El chileno se aleja del teléfono para evitar despistes, cena temprano, lee un poco para despejar su mente y se acuesta temprano para preserva el descanso.

Jarry quiere convertirse en el tercer chileno en cuartos de final de Roland Garros, tras Marcelo Ríos y Fernando González. EFE

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