Roglic, el "Águila del ciclismo": renovarse o morir

Compartir
Compartir articulo

Carlos de Torres

Redacción deportes, 28 may. Primoz Roglic (Trbovlje, 33 años), ganador del Giro de Italia y triple de la Vuelta, es por derecho propio el "águila del ciclismo". También se le podría considerar el ave fenix que siempre resurge, aunque no haya llegado a ser pura ceniza. De Roma acaba de salir con la maglia rosa. Desde 2021, con la ronda española, no ganaba una grande. Ahora suma la cuarta. Las decisiones y el ADN del águila esloveno lo hicieron posible.

Roglic tiene en su web un logotipo personal que refleja una rueda de bicicleta con alas. El ganador del Giro voló siendo juvenil con los esquís hasta los 22 años, y después siguió volando; primero con la imaginación, y luego con la bicicleta. En el águila esloveno impera la ambición, nacida de un reto personal y pulida con el trabajo.

El águila real americana vive hasta 70 años, pero para llegar a esa edad, hacia los 35 tiene que tomar una decisión, ya que sus uñas y su pico ya no tienen suficiente capacidad para atrapar a las presas. Las alternativas son enfrentarse a la muerte o asumir un proceso de renovación de 5 meses para recuperar su poderío.

ROGLIC NUNCA SE RINDE

Roglic no ha llegado a desgastarse del todo, pero en los últimos años ha alternado éxitos con varapalos muy serios. Su vuelo nunca se ha detenido ni para tomar impulso, ni cuando era saltador de esquí, o duatleta, ni cuando empezó a montar en bici a los 21 años, cuando nadie creía en él. Algunas dificultades le han frenado, pero siempre salió reforzado, como las águilas.

Apenas 10 años después de dedicarse en serio al ciclismo, su palmarés habla por sí solo: 3 Vueltas a España, segundo en el Tour 2020, Giro de Italia, Lieja Bastoña, 2 Vueltas al País Vasco... Unos logros que llevan el sello de la ambición personal de Roglic, quien ya soñaba por todo lo alto cuando no era nadie y ningún equipo le quería en su seno porque no procedía del ciclismo y ya era demasiado mayor para iniciarse en el deporte del pedal.

El esloveno es un tipo calculador, metódico, frío, no se puede decir que sea antipático porque no sonría con facilidad en público o ante la prensa. Prefiere la discreción y expresarse en la carretera.

UN RETO PERMANENTE A LA ADVERSIDAD

Roglic se hizo ciclista en el entorno de Liubliana, en el equipo continental Radenska, donde entró en 2012. El excorredor esloveno Andrej Hauptman, bronce en el Mundial 2011, se ocupaba de los juveniles y de los sub'23 del citado equipo. Fue el primero en escuchar al corredor.

"Me dijo que había dejado el esquí, que había descubierto el ciclismo y que quería ser profesional. Pensé que eso era imposible, pero él insistió. Le mandé al equipo amateur y le dije que tenía que comprarse la bici y pagar la licencia, y que eso le iba a costar 5.000 euros. Era una explicación para quitármelo de encima", recuerda Hauptman.

Pues no se lo quitó de encima y recibió una llamada de Roglic: "Hola, soy Primoz Roglic, se acuerda de mi? Tengo el dinero y la bicicleta". Le pidió los 5.000 euros a su padre y se puso a trabajar en un supermercado para reunir la cifra.

El técnico apenas daba crédito al ver los primeros pasos de aquel proyecto de corredor. "Llegó con una bici Wilier que pesaba un kilo más que las de sus rivales. Recuerdo que se caía mucho, no sabía comer sobre la bici, ni quitar el papel de las barritas, era un poco desastre. Como amateur no ganó grandes carreras".

Los estudios no le llamaron a Roglic. Estudió en la escuela secundaria de economía en Kranj y luego en la Facultad de Ciencias Empresariales. Nunca pasó a recoger los diplomas, prefirió probar 6 meses en el equipo Adria Mobil y convertirse en profesional.

"Hizo unos ensayos impresionantes; le fichamos, claro, y estuvo 2 años con nosotros. Recuerdo que para él cada carrera era una final, lo daba todo", comenta el entonces patrón de la escuadra, Bojdan Fink.

Roglic aterrizó ya en 2016 en su equipo actual, entonces llamado Lotto Jumbo. En el Giro de Italia de aquel año 2016 ganó una crono de 40 kms y se proclamó campeón nacional en esa modalidad.

En 2017 lanza otro aviso ganando una etapa en el Tour, la Vuelta al Algarve, 2 etapas en el País Vasco y es plata mundial contrarreloj. Un año después vuelve a ganar en el Tour, y la general de Romandía y País Vasco.

Ya estaba lanzado, hasta que se proclamó ganador de su primera grande en la Vuelta 2019. Y además alcanzó otro galardón de oro: se convirtió en el padre de Leo.

En el Tour de Francia 2020 el objetivo era el maillot amarillo en París. Él y su equipo dominaron la carrera y estuvo 10 días de líder, pero el penúltimo día su compatriota de 21 años Tadej Pogacar le cortó el vuelo. Fue segundo en aquella maldita crono de La Planche des Belles Filles.

Un sablazo terrible para Roglic, pero que le duró aquella tarde y poco más, ya que un águila nunca deja de volar. En 2020 hizo doblete en la Vuelta de la pandemia y ganó la Itzulia. En el Tour otro disgusto: abandonó en la octava etapa arrastrando los dolores de una caída en la tercera jornada. En 2021 pasó a la historia con el triplete en la Vuelta.

En 2022 más tragos amargos. Gana la París Niza y el Dauphiné, pero de nuevo abandonó en el Tour en la decimosexta etapa machacado por las caídas. Otro accidente en la Vuelta le retiró de la ronda española. No fue su año, pero buscó el reciclaje para afilar las uñas, como el águila.

EL VUELO GANADOR EN EL DÍA DECISIVO

En 2023 las cosas no pudieron empezar mejor para Roglic, ganando la Tirreno Adriático y la Volta a Cataluña como aperitivos antes del Giro, adonde llegó admitiendo el pulso con el campeón del Mundo y de la Vuelta Remco Evenepoel.

El duelo estaba servido, pero la covid sentenció al joven belga antes de la décima etapa cuando portaba la maglia rosa. Sin el arcoíris el enfrentamiento en el Giro se centró en tres hombres: Geraint Thomas, Roglic y Joao Almeida.

El protagonismo lo asumió Thomas, líder casi la mitad del Giro, pero Roglic, quien sabía mejor que nadie lo que podía significar la cronoescalada del Monte Lussari, se guardó en la manga la carta ganadora.

No brilló en las cumbres de Crans Montaña, Monte Bondone o Tres Ci0mas de Lavaredo, pero el "Águila" esloveno apareció en Día D a la Hora H, la de clavar las garras en la presa que todos perseguían: el Giro de Italia. El vuelo de Roglic continúa. ¿En el Tour?, ¿En la Vuelta?. En las dos se le espera. EFE

soc/og