"Cuando veo cables me acuerdo de ti", el poema gráfico de Arnau Sanz a la obsolescencia

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Sergio Andreu

Barcelona, 24 may. La idea del androide con fecha de caducidad aparece en obras de ciencia ficción míticas como Blade Runner o WestWorld y es el punto de partida al que el historietista y músico barcelonés Arnau Sanz da una poética 'vuelta de tornillo' en su novela gráfica "Cuando veo cables me acuerdo de ti" (Astiberri).

Sanz (Barcelona, 1984) crea una colorista y geométrica sociedad en la que los robots son parte esencial en su funcionamiento, donde desarrollan labores de todo tipo, como las que realiza Sandra, una voluntariosa y sensible autómata que da clases de diseño y que anhela crear una obra que perdure, antes de que sus circuitos se fundan a negro.

"Es difícil aportar o innovar en el género de la ciencia ficción, así que en este libro he querido que esa idea de la obsolescencia fuese el punto de partida para profundizar en la relación entre las protagonistas y las personas que las rodean y llevar la historia a mi terreno, a los detalles y los momentos más sutiles, para hablar de las cosas que me interesan", comenta el autor a EFE.

Sandra, que se diferencia de los humanos por la antena receptora que lleva en la cabeza, combina su trabajo en la escuela con los cuidados a una anciana con principio de demencia que la trata como a una nieta, una extraña relación afectiva que permite a Sanz dar a esta novela gráfica una lectura social sobre la soledad, la segregación o el envejecimiento.

"Intento hablar de la idea de la soledad, el abandono, el maltrato, la pérdida, los cuidados... con la particularidad de que se da en un mundo donde conviven robots y humanos, afirma el autor, que combina su faceta como dibujante con la de batería de la formación musical Mujeres.

Un trasfondo humanista, casi filosófico, sobre el cuerpo, una máquina orgánica que se degrada y cuya memoria se pierde como la de un robot defectuoso, con sus propios virus y sus necesidades de recarga y energía.

"Tengo la suerte de tener familiares que han vivido muchos años, y vas viendo cómo el 'sistema' empieza a tener pequeños fallos, pequeños despistes, lagunas, el cuerpo no responde igual. Y es inevitable la comparativa con las máquinas. He intentado hablar de todo eso con todo el cariño posible, aunque sea triste pensar sobre ello y vivirlo en casa", revela Sanz.

El dibujante barcelonés, que desde hace unos años vive en Barakaldo, consiguió con el proyecto de "Cuando veo cables me acuerdo de ti" una de las becas de creación que concede el Gobierno Vasco.

Frente a un mundo, el actual, donde se expande la 'tecnoansiedad' provocada por los efectos perversos de la inteligencia artificial, los chatGPT o las imágenes falsas creadas digitalmente, en esta novela gráfica es el humano el que resulta despiadado con las máquinas, que trabajan en su beneficio.

"Normalmente descargamos nuestro odio, dolor y frustración sobre quienes consideramos más débiles. Y aquí, como las máquinas no tienen sentimientos, tampoco tenemos remordimientos por hacerlas sentir mal", apunta el dibujante sobre la fría distancia que muchos de esos humanos mantienen con los robots que les facilitan el día a día.

El estilo gráfico de este trabajo, reconocible por unos colores planos y formas prácticamente lineales, se podría casi calificar de surrealismo geométrico, una buena elección para reflejar ese futuro ordenado en exceso.

"Intento no repetirme demasiado. Aunque el estilo de dibujo se mantiene más o menos en todos mis libros, la ejecución intento que sea diferente. He pasado por lápices de color, acuarelas, gouache, digital imitando el papel recortado, y me faltaba hacer una mezcla entre línea con lápiz extra blando y color digital", apunta el dibujante.

Así, para mantener la "idea mecánica y orgánica", opta por los fondos con regla y dibuja a los personajes de forma más tradicional: "Fui haciendo bastantes pruebas y conseguí un resultado que me convencía y una paleta de colores interesante". EFE

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