Jean-Michel Blanquer, el ministro francés que pide por una escuela más abierta y confiable

Invitado por la ministra de Educación de Colombia, María Victoria Angulo, quien estuvo a cargo de la cartera educativa de Emmanuel Macron escribió un artículo sobre los principales aprendizajes que dejó la pandemia para la escuela

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Jean-Michel Blanquer (Foto: Ludovic Marin/Pool via REUTERS)
Jean-Michel Blanquer (Foto: Ludovic Marin/Pool via REUTERS)

Ex ministro de Educación de Emmanuel Macron, Jean-Michel Blanquer apostó por una renovación de la escuela francesa que apuntara a convertirse en una “Escuela de Confianza”. La confianza es fundamental en la educación; ya en la antigüedad los griegos pensaban que sin amistad y amor —sin confianza— no se podía aprender: ante una situación de miedo es muy difícil que el sistema cognitivo integre lo desconocido que se requiere en la enseñanza.

Blanquer pensó en un modelo que promoviera la confianza de los padres de familia en la Escuela, en sus maestros y en los directivos; la confianza de los alumnos en sus profesores y de los profesores en sus alumnos; la confianza, en suma, de la sociedad en su sistema escolar. “A menudo”, escribió en el artículo que “De la Escuela de la Confianza a la Escuela Abierta”, que se incluye en el volumen Educación en Colombia, presentado hace poco por la ministra María Victoria Angulo, “se cree que el vocablo confianza haría referencia a la ingenuidad y la imprudencia, pero no, la confianza humana es la fuerza espiritual que nos permite humanizar la relación constante entre pensar y ser (cogito y sum), entre concebir y actuar”.

Educación en Colombia
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En qué se basa la Escuela de la Confianza

En los próximos años, opina Blanquer, va a continuar creciendo la tendencia a medir el desempeño educativo. No sólo el de los alumnos —con, por ejemplo, las pruebas estandarizadas como las PISA—, sino también el de los profesores, el de los directores y el de las políticas públicas de educación. “La Escuela de la Confianza requiere confianza en la evaluación del desempeño, para el mejoramiento, en todos los niveles del sistema educativo”, afirma.

Frente a esto, las ciencias y la tecnología son pilares para el mejoramiento de la enseñanza, de los aprendizajes, de la administración y de la evaluación en la educación. Y junto a estas, las ciencias cognitivas y las neurociencias son decisivas para los métodos de enseñanza y de aprendizaje. “Aprender”, dice Blanquer, “es un acto a la vez intuitivo y deductivo, propio de cada persona”. Así, las ciencias cognitivas permiten saber que el cerebro, sea de quien sea, en condiciones normales, está naturalmente hecho para aprender, pero que los aprendizajes tienen dimensiones singulares y generales. “Enseñar se aprende y aprender se enseña” porque los caminos de conocimiento siguen a ciertos esquemas comunes y a ciertas características diferentes, en donde prima un optimismo renovado frente a la naturaleza humana, su capacidad y su posibilidad de aprender más.

El ex ministro de Educación Jean-Michel Blanquer junto al presidente Emmanuel Macron
El ex ministro de Educación Jean-Michel Blanquer junto al presidente Emmanuel Macron

La escuela que ilumina es la que permanece abierta

El cierre de las escuelas en todo el mundo fue un punto de quiebre histórico. En la incertidumbre, la Escuela se jugó la posibilidad de ser vista como una institución fundamental: “la acción educativa”, dice Blanquer, “es la acción más fundamental de una sociedad y de una civilización”. El hombre es un animal social; necesita del otro para la realización de cada uno. Esto significa que es un animal de educación. Y el aprendizaje va unido de forma indisociable a la idea de progreso.

Francia, según Blanquer, fue uno de los países donde las escuelas permanecieron más tiempo abiertas. “Esa decisión política, asumida por el presidente de la república, lo reitero, fue dictada por dos imperativos: el primero, que en todas las circunstancias la protección de los niños debe ser la prioridad; el segundo, que los retos en cuestión de salud deben entenderse en todo el sentido de la palabra, es decir, tanto en relación con lo físico como con lo psicológico. Lo uno no va sin lo otro”. Las escuelas abiertas fueron, en palabras del exministro, la opción por apostar al futuro de los niños.

La crisis sanitaria dejó en claro que, más que nunca, la Escuela es un lugar necesario: un lugar de encuentro para los niños y para todos, donde esté plasmado el desafío de la transmisión de saberes y de valores. Los niños necesitan ir a la Escuela. Necesitan la benevolencia y la autoridad del maestro o de la maestra; necesitan jugar con niños de su edad; necesitan desarrollarse al descubrir que los otros son diferentes y que hay algo espléndido en vivir con esa diferencia.

“Algunos niños pudieron sentirse contentos de escaparse de la Escuela, pero más contentos todavía se sintieron de poder regresar a ella, meses más tarde”, escribe Blanquer. “El confinamiento permitió a todos: profesores, padres de familia y alumnos, experimentar el gran vacío que dejaba el cierre de las escuelas; estas no habían parecido nunca tan preciosas. Más que nunca, el deseo de la Escuela es potente y está en el corazón de una nueva alianza educativa”.

El artículo académico de Blanquer cierra con un llamamiento por la confianza y la apertura: la Escuela Abierta, dice, es una oportunidad para la reflexión y para la acción de lo que debe de ser la Escuela de mañana. “Razonando a escala nacional e internacional, es evidente que nuestras sociedades deben invertir masivamente en la Escuela para compensar las dificultades creadas y las iniquidades acentuadas por los diferentes confinamientos. También es evidente que esta inversión debe realizarse en favor de una Escuela que ofrezca a cada niño un anclaje y una apertura al mundo, dando sentido al destino de cada persona y al destino humano”.

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