Kenneth Pugh: "Ser un buen o mal lector no tiene nada que ver con la inteligencia"

El neurocientífico de la Universidad de Yale habló con Infobae sobre cómo funciona el cerebro lector y de qué manera se puede mejorar en el aula. "Los problemas para leer, en general, se arrastran hacia otras materias", remarcó

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Kenneth Pugh, director de Haskins Laboratories
Kenneth Pugh, director de Haskins Laboratories

En pleno auge, las neurociencias buscan ingresar a las aulas. Se plantean como herramientas transformadoras de los aprendizajes. Pretenden dar respuestas a preguntas: ¿cómo mejorar el rendimiento de los alumnos? ¿Cómo crear ambientes que potencien sus desempeños? ¿Cómo personalizar los recorridos escolares de acuerdo a los tiempos de cada estudiante?

En la previa de la conferencia "El cerebro y la lectura", que se desarrollará el 8 de septiembre en la ciudad de Buenos Aires, su principal orador, Kenneth Pugh, dialogó con Infobae. Pugh es el presidente y director de investigación del Haskins Laboratories, de la Universidad de Yale, que se encarga de estudiar los mecanismos cerebrales que entran en juego en el lenguaje oral y escrito. De desentrañar los vericuetos del cerebro lector.

-¿Qué mecanismos neuronales se activan cuando alguien lee?

-Cuando los chicos aprender a leer, desarrollan circuitos en el hemisferio izquierdo del cerebro que fueron creados, en primer lugar, para el lenguaje oral: para hablar y escuchar. Esos mecanismos se transforman para soportar la lectura y la escritura. Ser un buen lector involucra conexiones creativas desde arriba hasta abajo del hemisferio izquierdo, que se llaman vía dorsal y ventral. Leer es esencialmente el proceso de hacer viable el sistema de lenguaje del hemisferio izquierdo.

-¿Todos los cerebros lectores son diferentes?

-Hay diferencias individuales. Incluso entre dos alumnos con igual capacidad de lectura hay diferencias. Tener cada vez más información nos permite entender por qué dos niños a los que les va igual en un examen pudieron haber llegado a ese resultado por razones diferentes. Acercarnos a ver qué partes de su cerebro son fuertes y cuáles son frágiles nos ayuda a diseñar mejores ambientes de aprendizajes.

¿Los buenos lectores, en general, tienen mejores desempeños en otras materias más allá de lengua?

-Los problemas con la lectura tienen, por supuesto, un impacto negativo o un efecto cascada sobre el rendimiento en otras materias en la escuela. Gran parte de lo que aprendemos en las disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) depende de las habilidades de lectura fluida y de decodificación. Si la lectura es débil, otras materias tenderán a seguir esa vía.

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-¿A qué se asocian los problemas de lectura?

-Está asociados a distintos factores. Un gran número de estudios longitudinales alrededor del mundo demostraron que están asociados con los bajos ingresos, con mayores tasas de depresión, ansiedad e incluso encarcelamiento. Así que la lectura está críticamente relacionada con un montón de otras habilidades, pero, a su vez, la habilidad lectora está separada de otras capacidades cognitivas. En principio, aunque los problemas de lectura mengüen el rendimiento en otros asignaturas, existe un cierto grado de separación entre las habilidades que subyacen a las habilidades matemáticas y las habilidades que subyacen a la buena lectura. Hay algunas diferencias en los sistemas cerebrales que controlan esto. A veces sucede que un chico puede ser fuerte en un área y débil en otras.

-¿Cómo funciona el cerebro de un lector hábil?

-En cualquier idioma, un lector hábil puede reconocer una palabra impresa, puede ir de la vista al significado en alrededor de 250 mili segundos o un cuarto de segundo. Si un lector logra hacer las conexiones cerebrales necesarias para decodificar de manera fluida y automática en el hemisferio izquierdo, mientras procesa una oración no necesita poner esfuerzo en decodificar palabras, sino que puede focalizarse en el contenido, la gramática y el significado.

-¿Y qué pasa con los que tienen dificultades?

-En relación a sus pares, los niños con problemas de lectura decodifican palabras en forma lenta, laboriosa y son propensos a cometer errores. Sucede en todos los idiomas que fueron estudiados. Es esta falta de fluidez y automaticidad las que les hace muy difícil procesar la oración y comprender.

-¿Por qué a los chicos disléxicos les cuesta para procesar la información?

-Hay una gran cantidad de malentendidos entre cuáles son las dificultades principales y cuáles son las razones para ese problema de lectura. La evidencia sugiere que la clave para entender las dificultades de lectura tiene sus raíces en el sistema de la lengua, en el procesamiento fonológico, en la conexión de la lengua y otros aspectos, como la visión y la atención y no tanto en la velocidad sensorial de procesamiento o bajo nivel de las funciones visuales o auditivas, que a veces aparece en los niños con problemas de lectura, pero no son la principal causa. El enfoque para la recuperación generalmente se orienta hacia la lengua.

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-¿Eso explica que los chicos disléxicos, a veces, tienen una inteligencia normal en otros aspectos pero gran dificultad en la lectura?

-Es una cuestión muy profunda e importante. Hay que tener cuenta que las dificultades de lectura y dislexia no son lo mismo. Son en gran medida independientes. Así que ser un buen o mal lector no tiene nada que ver con la inteligencia.

-¿Cómo los problemas con la lectura no tienen impacto sobre otras funciones?

Hay una serie de vías cerebrales que están asociadas a la conexión entre la visión y el lenguaje, que suelen ser fuentes de dificultad. Cuanto más miramos en profundidad el cerebro, no es de extrañar que si hay un tipo de inestabilidad en un sistema cerebral afectará algunas funciones y otras no.

Lo importante, desde un punto de vista educativo, es que una lectura pobre no equivale a una baja inteligencia y, de hecho, estos niños suelen ser muy brillantes, a menudo inusualmente brillantes.

(Shutterstock)
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-¿Cómo puede la neurociencia ayudar a estos chicos?

-Esto es es algo muy emocionante. La promesa de la neurociencia en el aula cobra especial relevancia. Cada vez entendemos más qué mecanismos del cerebro están asociados con el procesamiento del lenguaje y la atención. Todos esos elementos son claves para entender las diferencias entre los cerebros de los niños que leen y construir el cerebro lector.

-¿De qué modos la neurociencia puede entrar al aula?

-A medida que conseguimos una comprensión más profunda de los mecanismos del cerebro que soportan distintos elementos que son claves para el aprendizaje, como la atención, la función ejecutiva, motivación, podemos diseñar un ambiente de aprendizaje que dé lugar a ellos, que sea más acorde a los sistemas biológicos. Hacía allí va claramente la neurociencia en el aula.

-¿El fin último es personalizar los aprendizajes?

-Es el segundo punto. Exploramos la actividad cognitiva del alumno, no para decirnos si ciertos aprendizajes están yendo bien, sino para guiarnos y saber qué va a ser más útil para ese chico. Por ejemplo, un chico que está en un ambiente en el que está por demás estimulado, puede ser que se le bloqueen los mecanismos de aprendizajes, pero a alumno en el mismo ambiente es posible que lo motive a aprender y trabajar. Estar preparado para entender el cerebro de cada uno ayuda a generar ambientes y dar contenidos más personalizados, que tenga en cuenta las diferencias entre los aprendices.

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