El dilema de ser un inversor atleta o maratonista

Por Federico Filgueira

Compartir
Compartir articulo
Muchas veces los inversores no respetan reglas básicas ni la estrategia elegida (Adrián Escandar)
Muchas veces los inversores no respetan reglas básicas ni la estrategia elegida (Adrián Escandar)

Podríamos pensar, a modo de hipótesis, que muchos de los inversores hemos incursionado alguna vez en el atletismo, o al menos lo hemos visto competencias en la televisión. Y sabemos que un velocista no tiene el mismo entrenamiento que un maratonista. Adicionalmente, nadie juzgaría el desempeño de un competidor de una maratón por el tiempo marcado en el primer kilómetro del recorrido. No obstante, por alguna razón los inversores no suelen respetar estas reglas básicas y terminan evaluando erróneamente la estrategia adoptada, lo que conduce a la toma de malas decisiones posteriores.

Dicho esto, es fundamental saber que lo primero que tiene que definir un inversor es si va a ser maratonista o velocista. Decisión que depende tanto de sus posibilidades financieras (tiempo en el que puede dejar invertido el capital sin presentar inconvenientes de liquidez) así como de su preparación psicológica. Cada tipo de corredor tiene que contar con características especiales para evitar que una estrategia de maratonista termine tomando tintes de velocista (o viceversa) y que el resultado sea "letal": rentabilidades muy por debajo para el nivel de riesgo asumido, como hasta perder dinero.

Si analizamos la curva de renta fija en dólares vemos que en mayo del 2017 el Bonar 25 (AA25) ofrecía tasas de rentabilidad en torno al 4,9%. Si somos inversores con un horizonte de inversión compatible con el vencimiento de este título (abril 2025) y adicionalmente nos encontrábamos a gusto con su rendimiento, algo que deberíamos evitar es vender el instrumento ante una eventual baja de precio. Un maratonista no debería obsesionarse con la marca (la rentabilidad) de los primeros kilómetros (semanas/meses); es necesario tener en cuenta que si las tasas suben los precios caerán. Pero si se está dispuesto a mantener el bono hasta el final, se va a conseguir no solo la rentabilidad del 4,9%, sino que la misma será aún mayor ya que podrá reinvertir los cupones de interés y las amortizaciones a tasas aún más elevadas. Ahora bien, si se cae en la desesperación y uno se comporta como un velocista, lo más seguro es que se malvenda el título y capitalice una pérdida en lugar de obtener una rentabilidad superior a la tasa interna de retorno que estaba disponible al momento de adquirir el título.

Es fundamental definir qué tipo de corredor se quiere y se puede ser, para así llevar adelante una estrategia acorde

Siguiendo con el caso en cuestión, si el rendimiento exigido al mismo no se hubiera modificado del 4,9% inicial, al vencer habría obtenido una rentabilidad del 4,9% (USD 1.466 para una inversión inicial de USD 1.000). Ahora bien, la realidad es que hoy en día nos encontramos con una tasa de rentabilidad exigida del 8,5%. Por lo que una pregunta válida es la siguiente: ¿qué sucede con aquel inversor que adquirió el AA25 a un rendimiento del 4,9% en este nuevo escenario? La respuesta radica en que, si la tasa se mantuviera en estos niveles y continuara con la decisión de reinvertir los cupones y amortizaciones en el mismo título, la rentabilidad que obtendría se incrementaría del 4,9% al 5,7% (USD 1.557).

Otro cuestionamiento pertinente podría estar relacionado a qué sucede con aquel maratonista que ante el incremento del rendimiento comienza a actuar como velocista y vende el título. Al subir el rendimiento exigido es claro que el precio del título ha bajado, por lo que terminará capitalizando una pérdida en términos anuales del 7,9 por ciento.

En resumen, resulta fundamental definir qué tipo de corredor se quiere y se puede ser, para así llevar adelante una estrategia acorde a dicha decisión. Para eso se requiere informarse a diario sabiendo evaluar el impacto de las noticias en función de la estrategia, ya que la misma noticia puede ser negativa para el velocista, pero positiva para el maratonista, o viceversa.

 

(*) El autor es ingeniero y docente de la Diplomatura en Diseño y Gestión de Portfolios de Inversión del ITBA.