Aseguran que la sequía provocó el momento productivo más crítico de los últimos 20 años

La ola de calor y la falta de lluvias agravaron el cuadro hídrico para el maíz y la soja. Cuál es el pronóstico para los próximos días y el pronóstico de cosecha

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Se agrava el panorama de la soja y el maíz por las condiciones climáticas adversas
Se agrava el panorama de la soja y el maíz por las condiciones climáticas adversas

La sequía sigue golpeando al campo argentino, dejándolo en una de las situaciones más críticas de su historia. Cuando parecía que las lluvias comenzaban a normalizarse y los cultivos iban encontrando un respiro con la llegada de la tan ansiada agua, un nuevo pulso seco y una ola de calor extremo a fines de febrero y en lo que va de marzo volvió a poner en jaque a la producción ocasionando severos recortes en las estimaciones de cosecha de soja y maíz.

“Es el momento productivo más crítico de los últimos 20 años”, aseguró a Infobae Cristián Russo, el jefe de la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), división encargada de las estimaciones de producción.

Para el especialista, no solamente esta sequía es peor a las anteriores de las campañas 2008/09 y 2017/18, sino que considera que “Argentina sufre un escenario climático sin precedentes en la agricultura moderna” y que todavía la situación puede seguir empeorando.

Argentina sufre un escenario climático sin precedentes en la agricultura moderna (Russo)

Durante la última semana, en su estimación mensual, la BCR asestó duros recortes a las proyecciones de producción de soja y maíz. En ambos casos, previó pérdidas respecto al mes pasado de 7,5 millones de toneladas, ubicando la cosecha de la oleaginosa como la peor en 15 años con sólo 27 millones de toneladas y la de maíz en 35 millones.

Ciertamente, la BCR no fue la única entidad que realizó recortes. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) pronosticó una merma de 4,5 millones de toneladas en la producción de soja, a 29 millones de toneladas; y de 3,5 millones en la de maíz, a 37,5 millones de toneladas, mientras que el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) estimó una cosecha de la oleaginosa de 33 millones de toneladas (8 millones menos de toneladas que lo proyectado el mes previo) y de 40 millones para el grano amarillo (bajó 7 millones de toneladas).

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Según Russo, uno de los puntos centrales que convierte a esta sequía en tan dramática es que “en esta campaña fallaron los tres cultivos (trigo, soja y maíz) en gran parte de la región pampeana, que es una zona donde el impacto es muy fuerte. Estamos hablando de que el trigo terminó con la mitad de la cosecha, ya que se espera un 45% menos de soja de lo que se estimaba al momento de la siembra y un 35% de maíz. El daño es enorme y es en los tres cultivos”.

“Hoy estamos parados en una situación con un recorte muy fuerte en soja y maíz, con pérdidas que se acerca al fantasma de tener media cosecha de los tres cultivos”, alertó el especialista, que ve factible que en maíz y soja se replique lo sucedido en trigo, donde solo se obtuvo la mitad del volumen estipulado en un principio, sobre todo si continúan las actuales condiciones climáticas.

Las pérdidas empiezan a ser exponenciales, los lotes ya no se secan, se queman (Russo)

“Estamos viendo que esta semana seguirán las altas temperaturas y que puede haber algunas tormentas en el centro y sur de Buenos Aires, pero que podrían dejar poca agua, mientras que gran parte de la región pampeana seguiría sin precipitaciones”, agregó Russo.

Es por eso que el jefe de la Guía Estratégica para el Agro de la BCR advierte que “las pérdidas empiezan a ser exponenciales. Los lotes ya no se secan, se queman. Empiezan a quedar pocos lotes en pie. No hay agua a niveles subsuperficiales, no hay agua a un metro de profundidad, no queda más. Posiblemente, haya un nuevo recorte productivo. No sabemos cómo terminará esto, pero potencial para seguir descontando lamentablemente hay”.

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Y es en base a esto que las alarmas empiezan a sonar de cara a la próxima campaña de trigo, cuya implantación comenzará en los próximos meses. “Nos está faltando un año de lluvias, equivalentes a 950 milímetros en toda la región pampeana. Lo que estamos viendo es que ya se viene la siembra de trigo y están pasando dos cosas: la gente está desesperada porque el capital de trabajo se ha perdido casi todo y quiere hacer trigo, pero para hacer una siembra racional se precisan 200 milímetros en los suelos. Tiene que llover más que eso en el otoño para tener una implantación lógica, con posibilidades”, contó Cristián Russo.

Ola de calor y lo que viene

Es por esta razón que en el campo ven como imprescindible que vuelvan las lluvias y mengüen las temperaturas. En diálogo con Infobae, la licenciada en Ciencias de la Atmósfera del Instituto de Clima y Agua de INTA Castelar, Natalia Gattinoni, explicó que esta ola de calor se está dando por la persistencia de una masa de aire cálido y húmedo en nuestro territorio y porque los sistemas frontales que llegan desde el norte de la región patagónica no tienen suficiente fuerza como para poder desplazar. Si bien pueden generar cierta inestabilidad en zonas de La Pampa o sur de Buenos Aires, no logran persistir.

Ahora bien, si bien Gattinoni observó que las denominadas olas de calor son habituales en verano, remarcó que “desde que se tienen registro, puede haber entre tres o cuatro olas de calor en el verano, pero en este verano se han registrado ocho olas de calor y han sido prolongadas en el tiempo y esto fue lo que ha caracterizado a la estación”.

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En cuanto al pronóstico para los próximos días, Gattinoni marcó que persistirán las condiciones calurosas el sábado y domingo, con nubosidad variable y que próximo al martes “hay alguna posibilidad de precipitaciones en el centro del territorio, pero es muy escasa, con valores de temperaturas elevados. En la mitad de la semana que viene, posiblemente entre jueves y viernes, se espera un sistema frontal que esta vez pueda llegar a dejar precipitaciones en el centro y norte del territorio y un cambio en la masa de aire, pero hay que estar atentos a cómo evoluciona esta situación”, finalizó.

Impacto

Por supuesto, estos recortes productivos tienen su correlato en el impacto económico que sufrirá el país en los próximos meses, algo que preocupa al Gobierno nacional, sobre todo ante la constante falta de dólares que afronta nuestro país. Y lamentablemente, una de las confirmaciones que ya tienen en el Palacio de Hacienda es que este año el campo no podrá hacer el cuantioso aporte de años anteriores.

Las exportaciones estimadas para esta campaña se ubicarían en USD 21.740 millones, lo que implica una caída USD 13.950 millones respecto del año previo

Solamente teniendo en cuenta las exportaciones de los complejos de trigo, soja y maíz, que en total contabilizan pérdidas por 50 millones de toneladas, los envíos estimados para esta campaña se ubicarían en USD 21.740 millones, lo que implica una caída USD 13.950 millones en despachos respecto al ciclo anterior y de USD 14.240 millones respecto a lo proyectado al comienzo de las siembras de la cosecha gruesa. O sea, serán más de USD 14.000 millones los dólares que no ingresarán respecto a lo que se esperaba.

En cuanto al golpe que tendrá en la economía en general, la BCR estimó que las pérdidas tanto para el sector productivo como para las actividades relacionadas directa e indirectamente se ubicarán en torno a los USD 19.000 millones, equivalentes a 3 puntos del PBI estimado para 2023.

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Por su parte, el Movimiento CREA estimó un mayor impacto en el ingreso de divisas que la BCR. Si bien considera el conjunto de los complejos cerealeros-oleaginosos y maneja otros números de producción, vaticinó pérdidas en exportaciones en torno a los USD 20.000 millones, un escenario bastante más grave al planteado por la entidad bursátil.

Asimismo, y teniendo en cuenta en otro aspecto del impacto de la sequía, un informe que realizó el Ingeniero Agrónomo, Luis Villa, reflejó que en el presente año el sector agropecuario representará menos del 4,5% del PBI, estimándose en 4,35% del PBI. Hay que recordar que en 2022 la participación fue del 7 por ciento.

“No existe un valor similar en la serie de datos del Banco Mundial, que se inicia en 1965″, dijo Villa en su informe, a lo que agregó que, por ejemplo, en 2000 y 2001, fueron del 4,7% y 4,6%, respectivamente. “El impacto negativo conjunto de la sequía, de algunas heladas tardías en la primavera de 2022 y de la helada temprana del 18 de febrero de este año es de una magnitud considerable para la producción agrícola-ganadera del país”, destacó Villa.

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