En busca de los nuevos Messi: la insólita estrategia del inversor de EEUU que propone canjear futbolistas por deuda

Se trata de Martin Schubert, un veterano financista neoyorquino y pionero del canje de bonos emergentes que también incursionó en la venta de jugadores de básquet, entre ellos el "Pichi" Campana

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Messi, con la camiseta de Newell's, antes de partir hacia Barcelona. Para Schubert, una oportunidad perdida. Pero piensa que habrá más
Messi, con la camiseta de Newell's, antes de partir hacia Barcelona. Para Schubert, una oportunidad perdida. Pero piensa que habrá más

Martin Schubert, uno de los pioneros del canje de deuda de mercados emergentes, está detrás de un nuevo negocio: detectar futbolistas jóvenes y talentosos de países latinoamericanos y comprar el derechos a negociar sus pases con bonos bajo estrés por potenciales default.

Schubert tiene 84 años, vive en el sur de la Florida y aún le falta resolver cómo combinar sus dos pasiones: bonos y deporte.

La idea es encontrar jóvenes estrellas en países en desarrollo y altamente endeudados, como la Argentina y Ecuador, y usar su red internacional de contactos para transferirlo a clubes de Estados Unidos o de Europa a cambio de una comisión. Para eso, necesita antes convencer al club o dueño del pase del potencial nuevo Messi con bonos de deuda de su propio país, asumiendo que ellos sabrán cómo cobrarlos. Luego, a cambio de un porcentaje, él se encarga de “colocar” la nueva joya en el exterior. Así lo destaca una nota de la agencia Bloomberg.

Schubert nació en Brooklyn, Nueva York y en los 80 fue uno de los pioneros de la compra de deuda soberana de países en desarrollo en manos de bancos regionales de EEUU, que luego canjeaba, con ganancias, con empresas europeas y asiáticas.

Después se le ocurrió comprar deuda yugoslava y canjearla, a ganancia, con un jugador de básquet de un equipo chico de la liga de ese país. Su negocio fue conseguir los títulos con un descuento mayor gracias a su expertise de financista y negociador.

A partir de ahí empezó a concurrir, con su computadora y su enorme teléfono portátil Motorola de entonces, a entrenamientos de básquet, en busca de talento, que medía en dólares y comparaba con los precios de bonos que veía en su pantalla. A veces, incluso, ajustaba sus zapatillas y entraba a jugar.

En la década del noventa, una de sus operaciones destacadas fue asumir (y luego vender) el contrato de Héctor “Pichi” Campana, una estrella del básquet argentino que en los juegos olímpicos de Barcelona 1992 tuvo la misión de marcar nada menos que a Michael Jordan.

De hecho, en “The last Dance”, la película sobre la vida de Jordan, hay imagénes del partido entre la Argentina y el “Dream Team” de entonces, tal vez el mejor equipo de la historia del básquet. Además de Jordan jugaban “Magic” Johnson, Chris Mullin, David Robinson y Karl Malone en el quinteto titular y había otro “Dream Team” en el banco: John Stockton, Larry Bird, Scottie Pippen, Pat Ewing y Charles Barkley. Argentina fue el equipo que le convirtió más puntos, y Campana fue el goleador local.

Una imagen de Barcelona 1992. La Argentina fue el equipo que más puntos le marcó al "Dream Team"
Una imagen de Barcelona 1992. La Argentina fue el equipo que más puntos le marcó al "Dream Team"

Schubert acercó a Campana a los New Jersey Nets, gracias a su contacto con Willis Reed, el gerente general de la franquicia.

¿Y FIFA?

Hacer ese tipo de operaciones en el fútbol es más difícil, porque tiene regulaciones más estrictas. Una norma de la FIFA de 2015 prohíbe a terceros, sea inversionista individual, empresa o fondo de inversión, ser dueño de los derechos económicos de un jugador (una regulación que surgió en parte luego de que, en 2006, Carlos Tévez y Javier Mascherano fueron transferidos al West Ham de la Premier League inglesa, en modos poco claros).

Lo que sí pueden hacer los intermediarios es recibir una comisión por las transferencias, negocio muy lucrativo en América Latina, donde los jóvenes jugadores están ansiosos por alguien que les consiga un contrato de hasta nueve dígitos en dólares en el extranjero.

Schubert presentaría como “oportunidad” para inversores minoristas su compra de deuda en distress, con la que luego compraría a los clubes, a los jugadores o a los representantes del jugador el derecho a una comisión por negociar su transferencia al exterior. Los clubes o empresarios cobrarían esos bonos a su propio gobierno, la alta endogamia entre el ambiente del fútbol y la política tal vez facilitaría esas transacciones.

Pero así como Schubert sabe de básquet, reconoce ser un novato en el mundo del fútbol, por lo que necesitará del auxilio de empresarios y dirigentes del fútbol de América y Europa para hacer sus negocios. La Argentina, dice un artículo de Bloomberg al respecto, es un terreno fértil para ese tipo de operaciones, pues es un gran semillero de talento futbolístico.

En cuanto al método del canje en sí, Schubert cree que “cuanto más grande sea la imaginación, más grande será el negocio”. Seguramente lo mismo pensarán muchos personajes del mundo del fútbol, diferentes de los futbolistas con los que tanto Schubert como ellos pretenden hacer un negocio redondo.

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