¿Queremos tener empresas o no?

Para tener empresas necesitamos empresarios que tengan motivaciones para invertir. Cuáles son y qué complicaciones se suman en el arduo camino que es emprender

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La mano de obra calificada es algo que está en franco descenso a nivel local
La mano de obra calificada es algo que está en franco descenso a nivel local

Una vez más la Argentina se debate entre la vida y la muerte económica. Con una falsa sensación de seguridad ciertos grupos manifiestan, muchas veces hasta con orgullo: “Los argentinos nos recuperamos siempre”. Es tan relativo como esa frase que indica que “Dios es argentino”. Si nos remitimos a los hechos es una falsedad dolorosa ya que, por ejemplo, la pobreza se multiplicó por 10 en solo 50 años, nuestro PBI no para de caer y no paramos de descender en cuanto ranking analicemos (salvo los de corrupción e inflación).

Nuestra inmadurez e imposibilidad de atacar problemas esenciales es tan evidente que duele.

Intentaré en esta nota describir el que para mí es uno de los más graves por su impacto en el resto de las variables económicas y sociales. Primero, una pregunta: ¿queremos tener empresas o no? Antes de responder analicemos cómo funciona un país y el nuestro, claro, no es la excepción.

El Estado necesita, le guste o no, de las empresas

Todo país capitalista tiene un Estado, en nuestro caso ineficiente, gigante y deficitario. Ese Estado se encarga de prestar servicios y dar trabajo −en el caso argentino a casi 4,5 millones de personas. Esos servicios y trabajos se sostienen por los ingresos fiscales (impuestos); esos recursos son aportados por trabajadores y empresas privadas. Empresas que dan trabajo a esos trabajadores que pagan impuestos.

Por lo tanto, el Estado necesita, le guste o no, de las empresas.

Para tener empresas necesitamos empresarios que tengan motivaciones para invertir. Esa motivación depende de muchos factores:

- Seguridad jurídica, algo que en argentina no se aplica plenamente.

- Reglas claras, que no existen a nivel local.

- Incentivos fiscales. Argentina tiene los impuestos más altos del mundo con la peor prestación de servicios imaginable.

- Mano de obra calificada. Algo que está en franco descenso.

- Mercados interno fuerte. Desde 2011 el país no crece, y llega a una pobreza cercana al 50%.

- Mercados internacionales. Argentina está cerrada al mundo y lo estará mucho más si se concreta el default.

- Financiamiento. El mundo hoy tiende a tasas negativas, Argentina volverá a subirlas para evitar que el dólar suba. Y crédito internacional a tasas imposibles.

- Una moneda competitiva. Argentina tiene casi 10 valores diferentes para la moneda de referencia (dólar) y nadie puede responder cuál es el valor real de la misma.

- Instituciones sólidas. La confianza en las instituciones es la más baja de la historia.

¿Quieren que siga o ya se deprimieron mucho? Déjenme nombrarles algo de lo que no se habla mucho. Para que tengamos empresarios tiene que haber algo que se llama el gen emprendedor. Este gen es algo que se tiene o no se tiene. Son las ganas de emprender. Muchas veces aparecen por necesidad, otras solo por ganas de superarse y construir.

Si algo no se puede negar, es que es gen existe, tanto que muchas veces está cercano al absurdo. La verdad, si un amigo te dice que quiere emprender en Argentina, ¿qué le dirías?

Si no querés ser “pincha globo” contale todos los puntos que enumeré arriba. Si aún le quedan ganas, contale algo más: que va a tener un socio (el Estado) que se va a llevar casi el 60% de lo que gane sin arriesgar un peso; que cobra por adelantado; que te va a auditar como si fueras un delincuente; y que no te deja echar a un empleado que no sirve, o si lo hacés te obliga a pagarle el doble de lo que le corresponde. Y que este socio cada vez que puede dice que los empresarios son malos, inescrupulosos y hasta un día les dijo: “Es momento que pierdan un poco”.

Ese socio es el que toma las decisiones importantes y es bastante inepto para resolver problemas como inflación, tipo de cambio, política fiscal, leyes laborales. Para colmo, muchas veces es corrupto. Por otro lado, no le alcanza con lo que gana así que se endeuda a más no poder y, como por lo general no paga, el mundo lo castiga aislándolo. Además, se pelea seguido con la parte del mundo que tiene dólares para comprar lo que vos vendés.

Además, en Argentina una gran parte de la sociedad tiene una mala percepción del empresario; lo ve como el malo de la película, como alguien que solo quiere ganar dinero y que si puede se va a quedar con todo a cualquier costo.

Decile a tu amigo que si le quedan ganas merece todo el respeto: si no fuera por él y otros tantos, Argentina no existiría.

En medio de la crisis más importante de la historia reciente, este socio no dejó de cobrar su parte (impuestos), aún cuando él decidió que vos no podés abrir tu negocio.

Tal vez sea el momento de que nos hagamos una interesante pregunta: ¿Queremos tener empresas o no?

El autor es conferencista internacional y CEO del GrupoSet Latam