Los Intendentes, detrás de un sueño inútil: ni Perón en el cenit de su poder pudo evitar los sobreprecios

Procurar bajar los precios, en cualquier circunstancia, en momentos de escandalosa inflación e incertidumbre como el que se vive, es un imposible

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Fernando Espinoza supervisando el precio del zapallo anco
Fernando Espinoza supervisando el precio del zapallo anco

Seguramente en las próximas horas el gobierno nacional transferirá a las intendencias el control de los precios.

Fernández viene señalando que no tiene ni fuerzas especiales ni personal especializados para frenar el alza vertiginosa de cualquier producto. Por ejemplo : en la última semana verduras y frutas escalaron sin parar. La fruta es un artículo de lujo por sus valores irrisorios.

Las resoluciones de la Secretaría de Comercio ordenaron retrotraer en su momento los precios de 2.300 productos. Algunos supermercados obedecieron, los negocios más pequeños en los alrededores no lo hicieron.

Procurar bajar los precios, en cualquier circunstancia, en momentos de escandalosa inflación, de incertidumbre ante el futuro como el que estamos viviendo, es un imposible, un sueño inútil. En estos momentos muchos se dejan llevar con el “sálvese quien pueda”. Es como en un momento de tormenta en medio del mar, en un bote con sobrecarga de personas. Alguien dispondrá tirar al agua al más débil para que no se mueran todos.

Poder territorial

El gobierno confía que los intendentes, que conocen mejor sus zonas de poder tendrían una incidencia directa, porque las conocen y podrán correr a los aprovechados con la salubridad del lugar o con la falta de cumplimiento de algunas obligaciones elementales del comercio ( pagos de tributos, higiene) o falta de papeles.

Lamentablemente pocas acciones sirven para bajar los precios mientras exista un tiempo de imprevisión, mucho más con un futuro que tiene la forma de una incógnita.

Ni Perón, en el cenit de su poder, pudo controlar los precios. En la foto, con un jovencísimo Antonio Cafiero, abuelo del actual Jefe de Gabinete de Alberto Fernández
Ni Perón, en el cenit de su poder, pudo controlar los precios. En la foto, con un jovencísimo Antonio Cafiero, abuelo del actual Jefe de Gabinete de Alberto Fernández

Ni Perón, en su segunda presidencia, con la fuerza de un líder popular apoyado por las mayorías pudo ponerle coto a estas desgracias de los oportunistas. Aplicó la Ley del Agio y la Especulación, logró encarcelar en la cárcel de Villa Devoto a unos cuantos, les clausuró los negocios. Poco tiempo después los marginales de las leyes volvieron a las andadas. Esto sucedió en la segunda mitad de los años cincuenta.

Una larga sequía de dos años seguidos había arruinado las cosechas, el Banco Central se había quedado sin reservas, la gloria de la primera presidencia se estaba esfumando de a poco. No había trigo. Se comía pan duro, hecho con materiales precarios. Todo pese a la campaña oficial para explicar a la sociedad el por qué de esas carencias.

Perón tuvo que pedir el primer préstamo internacional, al Eximbank de los Estados Unidos. Los mejores panes no se exhibían a los clientes y costaban fortunas.

Pero este tipo de coyuntura dramática no sólo le tocó a Perón. En la década de los años treinta del siglo pasado, cuando en el mundo, tras el crack financiero de 1929, los hombres hacían colas de kilómetros para conseguir empleo, sólo se pudo salir con Segunda Guerra y surgieron empleos. El presidente Franklin D. Roosevelt logró un acuerdo entre sindicalistas y empresarios, el New Deal, pero la crisis financiera se repitió en 1936.

En ese tiempo de zozobra no hubo especulación. Se vivía en estado de necesidad. Las casas, los automóviles, se compraban por monedas, pero no se conocieron en el hemisferio norte maniobras con los alimentos y necesidades varias de los hogares.Las leyes contra los aprovechadores eran drásticas.

En la Argentina , la Gran Depresión pegó, pero no tanto como en el hemisferio norte. Enrique Santos Discépolo mostró bien para la posteridad aquel momento con el "¿ Dónde hay un mango, viejo Gómez?". Hubo mucho desempleo.

Ilegales abusadores de la sociedad hubo siempre en la historia de la humanidad. Los hubo en la antigua Roma. Los hubo en las Guerras. Cuando el hambre rondaba en una Europa hambrienta después de la Segunda Guerra Mundial emergieron los “mercados negros”. Las mercaderías podían conseguirse, en pequeñas cantidades pero a valores exorbitantes.

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