Veranito cambiario en la primera semana del nuevo gobierno: por qué caen el dólar libre y el “contado con liqui”

El traspaso de mando presidencial vino acompañado de una estabilización del tipo de cambio y una reducción de las brechas en todos los segmentos

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El dólar sube un 58,7% en 2019. (Shutterstock)
El dólar sube un 58,7% en 2019. (Shutterstock)

En las últimas jornadas se observó una baja sensible de los precios del dólar que se opera por fuera de las restricciones cambiarias. Esta baja es coyuntural: la elevada inflación de Argentina, por encima del 50% anual, y la inyección de pesos para financiar el déficit ampliarán las brechas en los próximos meses.

No obstante, se percibe un “veranito” que tiene que ver con una mejora de expectativas en lo inmediato, que afloja la presión cambiaria en todos los segmentos.

1 - Distensión política. El mercado de cambios sobrerreacciona ante la incertidumbre política, una rutina en los años electorales. Cuando todavía no se había fijado el actual esquema cambiario, fue récord la demanda formal de dólares por parte de ahorristas y empresas, técnicamente, la formación de activos externos del sector privado.

Pasadas las elecciones, y obligados por las dificultades económicas y financieras de una recesión que lleva dos años, muchos ahorristas apelan a vender parte de los dólares ahorrados para convertirlos en pesos y afrontar gastos cotidianos.

2 - Recuperación de acciones y bonos. Detrás del descenso de las paridades bursátiles, como el “contado con liquidación” y el dólar MEP, subyace la volatilidad de los activos financieros, cuyo precio es la referencia para calcular este tipo de cambio.

Después de la conferencia de prensa que brindó el nuevo ministro de Economía, Martín Guzmán, hubo un aumento de precios en dólares para los activos financieros. Con un dividendo estabilizado (cotización en pesos en la Bolsa porteña) y un divisor que sube (cotización en dólares en Wall Street) el cociente (paridad “liqui” o MEP) o tipo de cambio implícito es más bajo.

3 - Naturaleza del mercado “negro”. El comercio de dólares en el mercado paralelo tiene su naturaleza propia. Es común que pasado el período de cobro de salarios el dólar libre caiga, debido a que hay más oferta que demanda. Sucede que aquellos que adquieren su cuota de USD 200 una vez acreditado el sueldo, los revenden en el circuito informal para acceder a un mejor precio (la maniobra llamada “puré”). Es el momento en el que los “arbolitos” y “cuevas” aprovechan para hacerse de stock: compran barato lo que después venderán más caro.

La brecha entre el dólar mayorista se acercó al 20%, cuando había superado el 30% antes de las elecciones presidenciales

Sobre el fin de mes se produce el efecto contrario. Algunos ahorristas con sobrante de pesos buscan dolarizar ese excedente mensual. Con una oferta más débil que en el primer tramo del mes, el precio tiende a subir.

4 - Dólar “recontra alto”. Hoy la brecha entre del dólar al público en bancos ($63,07 en promedio para la venta) y el dólar libre ($66,75) es 5,8%, mientras que entre el tipo de cambio mayorista ($59,82) y el “liqui” ($73,89) es de 23,5 por ciento.

Hoy las brechas no son tan amplias, porque se parte de un dólar oficial muy alto después de la devaluación post PASO

Estas brechas son mucho más ajustadas que las que se registraban en 2015, próximas al 70% antes de las elecciones presidenciales de aquel año, debido a un motivo simple: el control dispuesto por Hernán Lacunza y Guido Sandleris parte de un tipo de cambio oficial muy alto. Basta recordar que en el transcurso de 2019 el precio del dólar mayorista aumentó un 58%, más que la inflación del período.

Alta volatilidad

Está claro que un mercado de cambios formal con las duras restricciones puede mostrar un desempeño muy estable, con regulación de liquidez del Banco Central. O dicho simple: con “cepo” se puede controlar precio y cantidad al mismo tiempo, condición excepcional que no se da en un mercado libre. Pero del otro lado del mostrador pasa lo contrario. La tensión cambiaria se traslada a los otros mercados, el del dólar libre y las paridades bursátiles, con una volatilidad exagerada.

Por eso, puede observarse desde el 1° de septiembre –cuando empezaron las restricciones a la demanda– un dólar formal prácticamente congelado, en torno a los 60 pesos mayorista y 63 pesos al público, a pesar de una inflación acumulada de 15% en ese período.

En tanto, el dólar libre subió en ese lapso 6%, de 63 a 66,75 pesos, con un pico de $75,70 (+19,8%) el 25 de octubre, la última jornada antes de las elecciones presidenciales.

El “contado con liquidación” subió desde el 1° de septiembre un 14,2%, desde los $64,68 a los $73,89 este viernes, con picos por encima de los 80 pesos a fines de octubre –con las elecciones presidenciales– y a principios de diciembre –antes del traspaso de mando–.

Fenómeno coyuntural

El ministro Guzmán se refirió a los controles de capitales y expresó que “este no es el momento” para removerlos, ya que “la economía se tiene que tranquilizar”. Con esta base, la continuidad de las restricciones forzará, con el correr de los meses, a una mayor brecha de precios entre el dólar formal y las cotizaciones por fuera de los controles, si los primeros lo hacen a un ritmo inferior al de la inflación y los otros la replican.

En ese sentido, la inflación va a seguir elevada en 2020. Desde el 1° de septiembre hasta el 10 de diciembre, la Base Monetaria creció más de 400.000 millones de pesos, lo que supone una expansión de 33% en la cantidad de dinero con el que funciona la economía. Esa masa de pesos va a impactar en los precios de una forma u otra, más allá del congelamiento de tarifas y tipo de cambio como “anclas” para la inflación.

Tipo de cambio y competitividad

Un indicador a seguir, con la vigencia de los estrictos controles de cambio, es la evolución del Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM). Este índice, confeccionado por el BCRA en base a la variación de precio de las divisas y de la inflación de los principales socios comerciales de la Argentina, revela que después de la aplicación de las restricciones al dólar –moderadas desde septiembre y mucho más rigurosas después de las elecciones del domingo 27– la competitividad cambiaria cedió casi 18 puntos porcentuales.

El 10 de diciembre, cuando se produjo el traspaso de mando presidencial, el ITCRM se ubicaba en los 121,9 puntos. Esto significa que todavía la competitividad –reducida a la comparación cambiaria– se mantenía 21,9 puntos porcentuales por encima de la Base 100 del 17 de diciembre de 2015, cuando el Gobierno anterior liberó el control de capitales, cuatro años atrás.

En cuanto a las reservas internacionales del Banco Central, éstas se equilibraron cerca de los USD 44.000 millones, en una plaza con la intervención compradora de la entidad a partir de los controles de cambio, primero con un tope de USD 10.000 mensuales para la demanda de ahorristas a partir del 1° de septiembre, y después mucho más estrictos, con un límite mensual de USD 200 a partir del 28 de octubre, definida ya la contienda electoral.

Un síntoma de mayor tranquilidad en el plano financiero es la desaceleración de la salida de depósitos en dólares del sector privado. Si bien perdura el “goteo”, se produce a un ritmo más atenuado que en las semanas posteriores a las elecciones primarias.

Los depósitos en dólares en efectivo del sector privado retrocedieron con fuerza a partir del lunes 12 de agosto, consumada la amplia victoria de Alberto Fernández en las PASO. Descendieron USD 14.488 millones (-44,6%) hasta el 10 de diciembre, último dato disponible, desde el récord de USD 32.499 millones a los USD 18.011 millones, el monto más bajo desde el 10 de noviembre de 2016.

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