El FMI dice que es malo que las grandes empresas tengan mucho poder, pero su receta va en sentido contrario

La coherencia no es algo que caracterice a esa institución, que si por algo se destaca, entre otras cosas, es por imponer exigencias que se contradicen con parte de su discurso

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Muchos técnicos del FMI piensan distinto que  las recomendaciones del directorio
Muchos técnicos del FMI piensan distinto que  las recomendaciones del directorio

– ¿Hay que moderar el poder de las empresas?
– Sí.

– ¿Por qué?
– Porque afecta negativamente la inversión, reduce el potencial de crecimiento, y aumenta la desigualdad entre las personas, que son todos procesos que están ocurriendo en la Argentina, tal como se comprueba en los datos del Indec que muestran la recesión, la caída en la formación de capital y el empeoramiento en la distribución del ingreso.

– ¿Quién promueve moderar el poder de las empresas?
– El Fondo Monetario Internacional. El mismo organismo que está condicionando al país a llevar adelante una política económica que genera esos mismos retrocesos.

Pero la coherencia no es algo que caracterice a esa institución, que si por algo se destaca, entre otras cosas, es por imponer exigencias que se contradicen con parte de su discurso.

Un claro ejemplo de esa incoherencia se aprecia al leer lo que el Fondo Monetario publicó en su blog anteayer, el mismo día en que se conoció que el Gobierno argentino solicitó un waiver o dispensa a la institución que conduce Christine Lagarde para que efectivice el próximo desembolso a pesar de algún leve incumplimiento en las draconianas condiciones del acuerdo stand-by vigente. El título del artículo: "Cómo moderar el poder de las empresas".

El artículo firmado por Federico Diez y Romain Duval, dos funcionarios del área de investigación especializados en reformas estructurales, sostiene que "si los gobiernos no controlan más a las grandes empresas, su creciente poder de mercado podría en el futuro perjudicar aún más al crecimiento económico y a los ingresos de las personas".

Si los gobiernos no controlan más a las grandes empresas, su creciente poder de mercado podría en el futuro perjudicar aún más al crecimiento económico y a los ingresos de las personas (Federico Diez y Romain Duval)

El artículo se fundamenta en los resultados de una gigantesca investigación que el FMI publicó poco tiempo atrás como un capítulo entero sobre "El aumento del poder de mercado de las Corporaciones y sus Efectos Macroeconómicos", dentro de su informe anual Perspectivas de la Economía Mundial. La investigación se basa en datos extraídos de casi un millón de empresas en economías avanzadas y de mercados emergentes entre los años 2000 y 2015.

El crecimiento del poder de mercado de las corporaciones fue medido a través del margen de beneficios de los precios, un indicador que refleja la diferencia entre lo que cobran las empresas por lo que venden y el costo de producirlo. Encontraron que ese margen ha venido subiendo, particularmente en el decil de empresas más grandes, con un alza promedio algo mayor al 30 por ciento.

Contra algún sentido común y dogmas establecidos, el trabajo del Fondo revela que ese mayor margen de ganancia no fomentó sino que desincentivó la inversión de esas mismas empresas: "A medida que aumenta el poder de mercado de una empresa, esta puede lograr mayores utilidades cobrando un precio más alto y reduciendo la producción. Esto a su vez, la lleva a reducir su demanda de capital y, por lo tanto, su inversión. Ese efecto fue considerable entre las compañías cuyos márgenes experimentaron los mayores aumentos", dice el paper.

“A medida que aumenta el poder de mercado de una empresa, esta puede lograr mayores utilidades cobrando un precio más alto y reduciendo la producción. Esto a su vez, la lleva a reducir su demanda de capital y, por lo tanto, su inversión”. (Federico Diez y Romain Duval)

Añade el trabajo de los técnicos del FMI que el aumento del poder de mercado que las grandes empresas lograron desde el 2000 fue uno de los factores que provocaron "una reducción general de la participación de los trabajadores en el ingreso, lo que ha contribuido a una mayor desigualdad, puesto que el aumento de la renta del capital tiende a beneficiar mayormente a las personas de alto ingreso".

Presión tributaria

Entre otras medidas que los autores recomiendan para frenar el avance de las grandes empresas figura "reformar los impuestos societarios a fin de gravar el rendimiento de capital excedente derivado del poder de mercado".

Una semana antes de que se publicara ese artículo, en un discurso pronunciado en Washington Christine Lagarde reconoció como cierta "la percepción que tiene el público acerca de que las grandes multinacionales pagan pocos impuestos".

Christine Lagarde, directora gerente del FMI. reconoció como cierta “la percepción que tiene el público acerca de que las grandes multinacionales pagan pocos impuestos”
Christine Lagarde, directora gerente del FMI. reconoció como cierta “la percepción que tiene el público acerca de que las grandes multinacionales pagan pocos impuestos”

Se quejó de "la facilidad con que evitan pagar impuestos", y sostuvo que ese motivo junto con "la disminución observada en los últimos 30 años en las alícuotas que pagan las empresas, socavan la fe en la equidad del sistema tributario en general".

Puso como ejemplo que según un análisis del FMI los países que no forman parte de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) dejan de percibir aproximadamente USD 200.000 millones de ingresos al año, equivalente a alrededor de 1,3% del PBI, "debido a que las empresas trasladan sus beneficios a jurisdicciones de baja tributación".

Según un análisis del FMI los países que no forman parte de la OCDE dejan de percibir aproximadamente USD 200.000 millones de ingresos al año, equivalente a alrededor de 1,3% del PBI, “debido a que las empresas trasladan sus beneficios a jurisdicciones de baja tributación”

Muy sensato lo de la Madame francesa. Lástima que ninguna de esas preocupaciones son tenidas en cuenta a la hora de negociar los acuerdos con los países víctimas de ese fenomenal drenaje de recursos. Una vez más, haz lo que exijo pero no lo que digo.

Hay más ejemplos de ese doble discurso

El martes pasado, un día antes que se publicara el artículo sobre el poder de las grandes empresas, Lagarde dijo en otro discurso en Washington ante la Cámara de Comercio de Estados Unidos que "hay que hacer un uso más inteligente de la política fiscal, lo que significa encontrar el equilibrio adecuado entre el crecimiento, la sostenibilidad de la deuda y los objetivos sociales".

Hay que hacer un uso más inteligente de la política fiscal, lo que significa encontrar el equilibrio adecuado entre el crecimiento, la sostenibilidad de la deuda y los objetivos sociales (Christine Lagarde)

Un consejo que bien le vendría a la Argentina, donde los pésimos resultados de una política económica local obsesionada por reducir el déficit, y que ella avala, deberían inducir, precisamente, a aplicar recetas más inteligentes y equilibradas.

En ese mismo discurso abogó por "abordar la desigualdad excesiva", para lo cual propuso promover "medidas tributarias progresivas". Idea que brilla por su ausencia en el acuerdo stand-by vigente.

Política que no fomenta la industrialización

Con fundadas razones y antecedentes, el FMI fue y es también ahora corresponsable de una política que no fomenta la industrialización.

De ahí que, nuevamente, resulta llamativo un extenso ensayo que acaban de publicar Reda Cherif (algeriano con doctorado en la Universidad de Chicago) y Fuad Hasanov (doctorado en Texas-Austin), dos investigadores del Departamento de Capacitación para el Desarrollo. El título del trabajo ironiza sobre el estigma anti-industrialista que merecidamente tiene el FMI: "El Retorno de la política que no debe ser nombrada: principios de política industrial".

A lo largo de apasionantes 70 páginas, los autores reivindican la necesidad de política industrial, tomando como principales ejemplos los desarrollos de los países asiáticos. En las conclusiones señalan: "Una verdadera política industrial debe estar basada en la intervención del Estado para facilitar la incorporación de las empresas locales en sectores de actividad sofisticados, más allá de las ventajas comparativas que existan en ese país. En segundo lugar, la política debe estar orientada a la exportación, de manera que tengan la presión para mantenerse competitivas y la necesidad de innovar".

Una verdadera política industrial debe estar basada en la intervención del Estado para facilitar la incorporación de las empresas locales en sectores de actividad sofisticados, más allá de las ventajas comparativas que existan en ese país (Reda Cherif y Fuad Hasanov)

Cherif y Hasanov se oponen a una política industrial basada en la sustitución de importaciones, argumentando que conduce a ineficiencias, falta de innovación y persistente dependencia de insumos importados.

A tono con un enfoque ortodoxo, agregan que una buena política industrial debe estar acompañada de estabilidad macroeconómica, adecuada infraestructura, dotación de capital humano y un buen clima de negocios. Pero los considera "ingredientes necesarios pero no suficientes para mantener un crecimiento industrial sostenido".

Para variar, tampoco estos interesantes y por cierto discutibles aportes de investigadores del FMI forman parte de los temas que las autoridades argentinas tratan y acuerdan con los delegados de esa institución, que no son otros que el ajuste fiscal, el dólar, la inflación y el endeudamiento. Las urgencias coyunturales de una dirigencia miope.

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