El mal dato de inflación de enero le puso un límite a la baja de tasas y demora la reactivación

El salto a 2,9% provocó incertidumbre entre los inversores que ven una salida más complicada de la recesión. El dólar se "despertó" y subió 2,5% en la última semana

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Economía fría… Bausili, Dujovne y Sandleris, en Davos el pasado enero (Foto: Hacienda)

El viernes fue otro día muy favorable para las bolsas internacionales y continuó el flujo de capitales hacia mercados emergentes, generando nuevas revaluaciones de las monedas contra el dólar. Pero los activos argentinos no reflejaron esta vez el "viento de cola". Hubo caída de acciones y bonos, suba del riesgo país y el tipo de cambio tuvo un repunte significativo. En la semana el dólar trepó 2,5%, abandonando la "siesta" que mantenía desde principios de año.

¿Habrá tenido algo que ver el dato de inflación de enero? No hay datos científicos para responder, pero todo indica que sí. El índice de 2,9% divulgado por el INDEC se ubicó por encima de los pronósticos de los analistas, que esperan entre 2,5% y 2,6%. El aumento no estuvo relacionado sólo con el ajuste de tarifas (agua y transporte por ejemplo). La inflación "núcleo" se ubicó en el 3% y su cálculo excluye el aumento de los servicios.

Una inflación que apunta a niveles más altos obliga también a mantener tasas más elevadas. No sólo para compensar el ajuste de precios, sino además para evitar que se escape el tipo de cambio. La estabilidad del dólar es la prioridad para el Gobierno hasta las elecciones.

En el "combo" económico del oficialismo, priorizar la estabilidad cambiaria está varios escalones por encima que promover la recuperación económica. Si la actividad repunta poco es más factible ganar las elecciones que en el caso de que se desate una nueva crisis cambiaria.

Para los próximos meses se esperan valores similares de inflación, por lo menos hasta abril, por la continuidad de los aumentos de tarifas como transporte, luz y gas, pero además porque aún siguen las remarcaciones producto de la devaluación de 2018.

Es inevitable que ahora los analistas revisen al alza sus pronósticos del 2019. Seguramente la estimación de inflación ya no será de 29,3%, sino que se ubicará bien por encima del 30%.

Guido Sandleris tiene su primer “test” desde que asumió en el Central. Con un dólar que salió de la siesta, tendrá que decidir si absorbe los pesos que emitió para sostener el tipo de cambio desde principios de año.

¿Cómo impacta el ajuste al alza de las expectativas inflacionarias? Para empezar le pega directo a la tasa de interés, por lo que la baja del costo del crédito también tiene su límite. Junto con la baja del rendimiento de las Leliq, los bancos habían rebajado la tasa de plazos fijos a un promedio de 35% e incluso algunas entidades con más liquidez llegaron a ofrecer 33% anual en pesos.

Economistas como Guillermo Mondino y Julio Pieckarz salieron a advertir esta semana que la reducción de tasas resultó exagerada y podía incentivar una mayor dolarización. "No hay que confundir el veranito financiero internacional con un aumento de la demanda de pesos", explicó Mondino.

Pero más allá de las distintas posturas de los analistas, las dificultades para reducir la inflación dejaron en claro que las tasas de interés quedaron a borde de volverse negativas: es decir que a duras penas le ganan a la inflación esperada. Se trata de un efecto no deseado para el Banco Central, cuyo presidente Guido Sandleris viene defendiendo la necesidad de mantener tasas reales positivas, que superen por varios cuerpos a la inflación.

En las reuniones que mantuvo en la última semana el FMI, una preocupación sobrevoló tanto en las charlas con el equipo económico como con analistas y representantes de la oposición: las dificultades para que el plan de estabilidad del dólar desemboque en una reactivación de la economía

Por eso habrá que seguir con atención los próximos pasos del BCRA. Es posible que Sandleris realice algunos ajustes y aumente la restricción monetaria, es decir que salga a absorber más pesos. La mirada está puesta en la inyección de dinero que llevó adelante para comprar unos USD 900 millones desde principios de año. Esas intervenciones tenían como objetivo que el dólar no se alejara del piso de la banda cambiaria. Pero según se acordó con el FMI, no hay obligación de absorber esos pesos. El peligro es que aquella emisión termine provocando más inflación en los meses venideros.

Un ojo de Sandleris está puesto en la inflación y el otro en el dólar. Si el BCRA promueve con sus políticas una baja exagerada de tasas, el tipo de cambio puede dispararse. No alcanza con el plan de "emisión cero". Los plazos fijos crecieron 300.000 millones de pesos desde octubre alentados por elevadas tasas de interés. Y hay un equivalente a USD 8.000 millones en Lecap emitidas por el Tesoro, que también se trata de inversión en moneda local.

Evitar que esos pesos que apostaron a altas tasas de interés corran al dólar será un gran desafío para el Central en los meses previos a las elecciones. Pero tal vez no alcance sólo con la oferta de divisas que aportará el Tesoro con dinero del FMI o el superávit comercial. Al mismo tiempo habrá que ofrecer una "zanahoria" atractiva a los inversores para que se queden en pesos y la única forma es ofreciendo más tasa.

De las reuniones que mantuvo en la última semana la misión técnica del Fondo, surgió una inquietud de opositores, economistas e incluso de funcionarios del equipo económico: las dificultades para que el plan de estabilización del dólar se transforme en un plan de crecimiento. Pero a esta altura hay más resignación que otra cosa: la única expectativa real para el repunte económico pasa por la cosecha de soja, la recuperación del campo y los dólares "salvadores" que ayudarán a transitar mejor el 2019. Pero ni el consumo ni la inversión repuntarán, ante el clima de extrema incertidumbre que se avecina.

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