Cuál es la inversión de moda y más riesgosa del verano (no es el Bitcoin)

Los bonos en default de Venezuela se transformaron en una opción para los que buscan apuestas fuertes. ¿Se puede repetir la historia argentina?

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El presidente venezolano Nicolás Maduro durante un discurso en el Palacio de Miraflores en Caracas (Palacio de Miraflores via Reuters)
El presidente venezolano Nicolás Maduro durante un discurso en el Palacio de Miraflores en Caracas (Palacio de Miraflores via Reuters)

Desde noviembre que Venezuela no paga los intereses de la mayoría de sus bonos. Una situación que el propio presidente Nicolás Maduro salió a reconocer hace pocas semanas. Fue quizás el default más anunciado de la historia, ya que hace más de dos años que había especulaciones concretas de que el Gobierno no tenía los dólares suficientes para seguir pagando la deuda. Pero el desplome de los precios de esos títulos para algunos representa una oportunidad: puede haber millonarias ganancias pero el tiempo de espera podría ser larguísimo.

El default venezolano incluye a toda la deuda soberana, a medida que el Gobierno no paga los cupones de intereses de cada título emitido. En este caso, las calificadoras siempre esperan los famosos "30 días de gracia" que tienen los emisores para cumplir con sus obligaciones, una vez que se incumplió el pago de acuerdo al cronograma original. Entre los bonos venezolanos que ya están calificados "D" por Moody´s y Standard and Poor´s aparecen prácticamente la mitad de las series emitidas. Y la otra mitad tiene una "CC", que implica inminente incumplimiento.

También están en una situación parecida los bonos de PDVSA, la petrolera estatal de ese país, considerada como deuda "cuasi soberana". En este caso, también hubo varios incumplimientos pero se siguen honrando algunos títulos puntuales, en particular aquellos que están garantizados por CITGO, la red de estaciones de servicio que Venezuela posee en Estados Unidos.

El proceso de reestructuración de la deuda venezolana sería mucho más largo y tortuoso que en el caso argentino. Solo la mejora del precio del petróleo mejora algo las expectativas.

En total serían unos USD 90.000 millones los que entrarían finalmente en cesación de pagos entre los incumplimientos de fines de 2017 y los bonos que irán cayendo en default a lo largo de este año.

Este recorrido de la deuda venezolana tiene varios puntos en común con el default argentino del 2001. Y allí es donde aparecen inversores que buscan oportunidades en medio de la debacle. Los grandes bancos de inversión reconocen que son los propios venezolanos que viven en Estados Unidos los primeros interesados en comprar la deuda de su país, apostando a un cambio político y económico en los próximos años. Pero también empiezan a interesarse muchos argentinos, que tienen "gimnasia" en lo que significa el proceso de compra de deuda defaulteada. El tema acaso empiece a ganar lugar en las charlas de playa de muchos argentinos de vacaciones en Punta del Este, quitándole incluso algo de protagonismo a la gran estrella de este verano, el Bitcoin y en forma más general las criptomonedas.

Tal como sucedió con la deuda argentina en 2001, los bonos venezolanos en default cotizan a un precio de USD 20 por cada lámina de 100. Y no se movieron mucho de esos valores en los últimos 60 días. La entidad que agrupa a los operadores de bonos de mercados emergentes, EMTA (Emerging Markets Trading Asociation), dispuso que a partir de la semana pasada los bonos venezolanos se comercializarán sin los intereses corridos dentro del precio, una modalidad que en la jerga financiera denominan "clean".

La gran incógnita es si la reestructuración de la deuda venezolana seguirá o no los mismos pasos que la Argentina. Y aún cuando la respuesta sea afirmativa (algo dudoso en esta circunstancia), está claro que el inversor tendrá que tener una paciencia extrema.

La renegociación de la deuda argentina tuvo tres etapas: los primeros cuatro años, de fines del 2001 al 2005, hubo que esperar las condiciones de reestructuración. Finalmente, el gobierno de Néstor Kirchner ofreció una quita cercana al 65%. La aceptación estuvo en torno al 76%. Ya en 2010, con Cristina Kirchner de Presidenta y Amado Boudou de ministro de Economía, se llevó adelante la reapertura del canje. En ese caso las condiciones eran muy ventajosas porque los bonos habían subido en forma significativa y el cupón PBI que se ofrecía tenía un valor muy superior que en la negociación original.

Pero la mejor parte se la quedaron los que esperaron hasta el 2016. En abril de ese año el Gobierno de Mauricio Macri terminó pagando el 100% de la deuda para salir definitivamente del default, arrinconado por los fallos de juez Thomas Griesa, recientemente fallecido. Es decir que quienes compraron a USD 20 terminaron quintuplicando la inversión, en un plazo de 10 a 12 años.

Claro que la mayoría de los que tienen espalda para esperar son fondos altamente especulativos, o "buitres", que se dedican justamente a comprar deuda en default o altamente comprometida, no solo de países sino también de empresas.

¿Qué puede esperarse del caso venezolano? Ciertamente la economía del país es mucho más endeble que la Argentina del 2001, aún considerando la crisis bancaria (corralito mediante) que se vivía en aquel momento. La hiperinflación, estrepitosa caída del PBI y falta de alimentos y suministros básicos son los principales emergentes de una crisis que no parece tener fin. Desde el punto de vista político, las elecciones de 2018 no parecen mostrar una luz al final del túnel. Se da casi por descontado que seguirá el régimen chavista por los próximos años, aun a pesar de esta situación dramática. Esto hace más difícil pensar en la posibilidad de una renegociación.

Quienes buscan el costado algo más positivo remarcan que está subiendo el precio del petróleo, principal producción venezolana, y esto podría generar cierto alivio en la destruida economía del país. Sin embargo, es tal el desastre económico que el aumento de USD 20 en el barril de petróleo de los últimos meses difícilmente tenga un impacto significativo.