Meta 2018: cómo piensa hacer el Gobierno para bajar la inflación al 10%

El Central mantendrá el objetivo de 8-12%, pese al desvío de este año. Habrá ayuda especial: ¿cuántos puntos “ahorrará” el nuevo IPC nacional el año que viene?

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Federico Sturzenegger, presidente del Banco Central (DyN)
Federico Sturzenegger, presidente del Banco Central (DyN)

Bajar la inflación será un objetivo primordial del Gobierno para el año próximo. El titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, ya le notificó al Ministerio de Hacienda que la meta 8%-12% para el año que viene es inamovible. Esto significa que el aumento de la inflación que deberá figurar en el Presupuesto para calcular el comportamiento de las distintas variables económicas (como recaudación e incremento del gasto) debe ser del 10%. Esta definición traerá tensiones inevitables: por lo pronto obligará al Estado nacional, pero también a provincias y municipios, a negociar aumentos salariales para los empleados públicos que no se alejen de un dígito.

Está claro que el Gobierno subestimó las dificultades de conseguir una reducción más rápida de la inflación en 2017, luego del gran repunte del año pasado. Habiendo transcurrido seis meses, la suba acumulada llega a 12% y este mes se adicionarán otros 2 puntos, con lo cual faltará muy poco para alcanzar la meta de 17% de techo prevista para todo el año. Los analistas siguen recalculando el cierre del año para arriba. La consultora ACM, por ejemplo, estimó que finalmente para todo el año superará levemente el 23%. En otras palabras, luego de dos años de Gobierno de Cambiemos la inflación está en el mismo nivel promedio anual que tuvo Cristina Kirchner en sus ocho años de gestión.

El Central salió decidido en este último mes a dar señales muy concretas de que no piensa claudicar aún ante el evidente desvío de las metas previstas para este año. En la licitación de Lebac de este martes convalidará la fuerte suba de tasas de interés que ya llevó adelante en el mercado secundario. De esta forma, pagaría alrededor de 26,5%% anual por la emisión a 30 días (la anterior había sido de 25,5%) y para plazos más largos la tasa estará por encima del 25%. La economía argentina se parece así mucho al proceso que atravesó Brasil en la década pasada: rendimientos muy altos en moneda local para dominar los precios, pero con el peligro de profundizar el atraso cambiario.

La demora para bajar la inflación llevaron al Central a subir las tasas. Y permanecerán altas más tiempo de lo esperado.

Se supone que con estos rendimientos, el vencimiento récord de $ 500.000 millones que debe enfrentar el BCRA pasado mañana no será difícil de enfrentar. La idea sería renovar todo pero además absorber una buena cantidad de pesos justamente para apuntar a una baja de la inflación más contundente.

En la última semana la super tasa aplastó al dólar. Muchos inversores se vieron tentados a vender divisas a $ 17 para pasarse a Lebac y aprovechar los elevados rendimientos. Como resultado, el tipo de cambio mayorista bajó hasta niveles de $ 16,90 cuando había tocado valores de $ 17,35 apenas una semana antes. Y los exportadores de oleaginosas también se vieron tentados por la suba simultánea de la soja y del dólar.

El nuevo IPC nacional reduce notoriamente el impacto de la suba de tarifas en el índice de inflación. Eso ayudará a acercarse a la meta del Banco Central para el año que viene.

La suba de tasas no parece desvelar al Gobierno: la tesis es que lejos de enfriar la economía, la "desinflación" permitirá una genuina mejora del poder adquisitivo y un ambiente de mayor estabilidad para atraer inversiones. Y entre otras cosas permitirá que se acelere el otorgamiento de préstamos indexados por UVA: se estima que de los $ 3.000 millones que se otorgan por mes, el sistema financiero pasaría a unos $ 5.000 millones a fin de año.

Pero aún con todo este esfuerzo, pasar del 22 ó 23% de inflación este año al 10% el año próximo sigue pareciendo un objetivo incumplible. Eso sí, el Central contará con una ayuda extra no menor: el nuevo índice de inflación nacional que comenzó a divulgar el INDEC a partir del dato de junio. Es el que será tenido en cuenta para llevar adelante la política monetaria.

El "truco" es que con este nuevo cálculo a nivel nacional, el impacto de fuerte suba de tarifas que se avecina en la ciudad y el Gran Buenos Aires quedaría muy diluído. Un informe elaborado por Balanz Capital revela que el año próximo el nuevo índice se "ahorrará" 3,72 puntos porcentuales de inflación. En otras palabras, si el incremento de precios fuese de 17% para la zona metropolitana (ciudad de Buenos Aires y GBA), para todo el país se ubicaría en realidad en niveles de 13,3%.

Esto se debe a dos factores: el índice GBA pasó a tener una ponderación de sólo el 44%. Pero además hay un recálculo de precios relativos, es decir algunos rubros que pasan a tener más peso que otros en el índice. Hay dos cambios claves: el gasto en transporte bajó su ponderación en la canasta de consumo elaborada por el INDEC 11% al 5,2% y servicios domiciliarios para el hogar pasó del 8,6% al 4,7%.

De esta forma, la suba del boleto de colectivo en la zona metropolitana que se avecina tendrá un efecto mucho menor en el nuevo índice. Y lo mismo sucederá con los nuevos aumentos en electricidad y gas. De todas formas, como las provincias también tendrán ajustes tarifarios ese "ahorro" se achicaría parcialmente.

Claro que el resultado electoral tendrá un efecto directo sobre todas las variables comentadas: los esfuerzos del Central por bajar la inflación vía suba de tasas y la reducción del déficit fiscal a partir de un ajuste más fuerte en las tarifas y ni hablar la evolución del tipo de cambio según cómo le vaya al Gobierno en los comicios de octubre.