La historia de los barras de Excursionistas ligados al horrendo crimen de un empresario

La investigación sobre el asesinato de Gabriel Izzo ha quedado vinculado con el mundo de las tribunas del fútbol nacional

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Integrantes de la barrabrava cuando tomaron el penal de devoto en 2020. El de remera verde Excursionistas es Diego Correa, hoy prófugo
Integrantes de la barrabrava cuando tomaron el penal de devoto en 2020. El de remera verde Excursionistas es Diego Correa, hoy prófugo

Hay una creencia popular amparada por datos concretos que indica que donde hay un crimen, muchas veces hay un barra. Y esa norma volvió a actualizarse ahora, en medio de la investigación por uno de los homicidios que sacudieron en el último tiempo a la sociedad argentina: el del empresario Gabriel Izzo, asesinado el 2 de junio de este año en San Antonio de Padua. El primer nombre que quedó asociado a esa causa fue el de Diego Correa, integrante de La Banda del Nevado, como se conoce a la barra brava de Excursionistas. Y pegado a él fueron puestos en la mira otros hombres de esa misma popular y algunos de Sacachispas. El miércoles hubo múltiples allanamientos en la casa de diez barrabravas y en las dos instituciones. Y los que terminaron detenidos fueron dos: Fernando Podestá, histórico hombre fuerte de la popular del equipo del Bajo Belgrano, y uno de sus eternos acompañantes, Pablo Correa, el padre de Diego, hoy prófugo. Ambos recuperaron la libertad en las últimas horas tras ser indagados y quedaron en la mira de la Justicia no por el asesinato, sino por causas paralelas. A Podestá lo agarraron con una pistola Colt en su vehículo sin permiso de portación (si lo tiene de tenencia) y a Correa padre le sacaron dos armas ilegales en su vivienda. Mientras, su hijo Diego sigue manejándose con la impunidad de quién cree que nunca lo van a detener: fuentes de la barra le aseguraron a Infobae que seguía yendo al club los miércoles a jugar los partidos de los dueños del tablón y hasta un mes y medio atrás apareció por la cancha en un partido de Excursio.

¿Quiénes son los hombres que esta semana aparecieron por todos los medios vinculados de una u otra manera al caso? El nombre que más resalta es el de Nando Podestá, por su historial en el mundo barra. Década y media atrás empezó a pisar fuerte con un grupo de Villa Soldati en la tribuna del equipo Villero. ¿Cómo un club del Bajo Belgrano que tiene su historia ligada al Ascenso tiene muchos hinchas en la zona sur de la Ciudad? La respuesta hay que buscarla en el Mundial 78, aunque parezca mentira. Por entonces el intendente de facto Osvaldo Cacciatore hizo reubicar en el sur porteño a los habitantes de la villa para cambiarle la imagen a una zona clave de Palermo que sería de paso constante para las delegaciones y periodistas del exterior que venían a cubrir el torneo en medio de la feroz dictadura. En los monoblocks de Soldati terminaron exiliadas familias enteras que habían crecido con los colores de Excursionistas tatuado en la piel. Y los mantuvieron más allá de la geografía.

Claro que la barra tras ese éxodo forzado pasó a estar en manos de gente de la zona y quienes se adueñaron finalmente del tablón fueron los hermanos Santos Lucero. Pero en 2014 por la irregular repartija del botín (que tenía mucho más que ver con el narcomenudeo que con los negocios de cancha aunque también había ingresos importantes por el alquiler de las canchitas de fútbol y el estacionamiento) el grupo de Soldati con Podestá como líder planteó batalla. La guerra duró dos largos años y fue sangrienta. Podestá la ganó consiguiendo sangre nueva del Bajo Belgrano pero también sumando a su ejército a barras de Sacachispas que tenían como líderes a los hermanos Aguilera, todos también de Soldati.

Barrabrava Excursionistas. El de negro es Pablo Correa, el padre de Diego
Barrabrava Excursionistas. El de negro es Pablo Correa, el padre de Diego

Desde su triunfo, la barra creció exponencialmente con negocios de todo tipo y mucha injerencia en el club. Hasta para barras de equipos grandes de Primera la forma en que Podestá manejaba la tribuna de Excursionistas pasó a ser un ejemplo a imitar. A tal punto que tanto facciones de River como de Boca quisieron coparlas por los beneficios que traía, más que nada teniendo en cuenta el lugar estratégico en que está ubicado el club. Pero Podestá resistió todos los embates hasta que a finales de 2019 hubo un escándalo mayúsculo en el clásico contra Defensores de Belgrano en este caso de fútbol femenino y debió dejar de ser la cara visible del paravalanchas. Ni los múltiples tiroteos con la gente de Santos Lucero tuvo el efecto de aquel partido contra las chicas del Dragón donde agredieron al rival y entraron a los vestuarios a robar indiscriminadamente. Tanto era por entonces su poder que en las remeras de los barras se leía la inscripción “La Banda de Nando”. Y si bien dejó de ser la imagen de la popular y se la pasó a Hernán Benito Castorani, su influencia no decayó ni un ápice: de hecho hasta logró que la dirigencia lo llevara a la Comisión Directiva integrándolo como vocal titular del Tribunal de Conducta. Un barra en ese lugar. Insólito.

Junto a él en la tribuna siempre estuvo Pablo Correa. Y ese vínculo fue el que terminó por ponerlo tras las rejas esta semana. Podestá tiene una fábrica de helados en Soldati y Correa era habitué del lugar. La Policía lo venía rastreando para tratar de ubicar a su hijo Diego, prófugo. Y como creían que podía esconderse ahí, fueron a allanarlo por la noche. Uno de los empleados creyó que era un robo y lo llamó por teléfono. Podestá llegó en su camioneta Amarok con el revólver listo para repeler el supuesto robo. Es más, previamente llamó al 911. Pero no lo estaban robando, sino buscando. La Policía lo requisó, le encontró el arma que es de tenencia legal pero no de portación y se lo llevó detenido. Ahora recuperó la libertad (su abogado es Fernando Sicilia, defensor habitual de barras de múltiples equipos) y sumó otra causa a la que ya tenía por la guerra en Excursionistas contra los Santos Lucero, uno de los cuales fue gravemente baleado en dos oportunidades.

El logotipo de la Banda de Nando en las remeras de la barra
El logotipo de la Banda de Nando en las remeras de la barra

Correa por su parte también sufrió el allanamiento de su casa mientras buscaban a su hijo. No lo encontraron pero sí hallaron armas. Ninguna era legal. Por eso también le abrieron una causa y fue detenido aunque recuperó ahora su libertad. Y según informó a Infobae su abogado, Armando Mainoli, ex presidente de Excursionistas, “vamos a presentar un hábeas corpus porque los policías le dijeron que si no entregaba al hijo, le iban a plantar de todo”. Veremos como termina la historia. Correa padre también tuvo peso en la popular local aunque siempre a la sombra de su viejo amigo. También allanaron a otros seis miembros de la barra de Excursionistas, con resultados negativos, la sede del club y la de Sacachispas. ¿Cómo entra acá el club del Bajo Flores? Por dos vías. La primera,por la novia del prófugo Diego Correa que es hincha de Sacachispas y va habitualmente a la confitería del club cuyo manejo está en manos de la barra liderada por los hermanos Aguilera. Los investigadores creían que Correa hijo podía estar escondiéndose ahí, pero los resultados dieron negativo. La segunda por la relación con los propios Aguilera, que además son punteros políticos en Soldati y tarifan cada visita de los candidatos que quieren terciar por esos votos en la Ciudad.

Y así llegamos al máximo implicado, Diego Correa. De sólo 25 años, en la barra lo definen como un “zarpado” que está jugado y cree estar fuera de todo alcance. Protagonizó innumerables peleas con barras rivales y hasta propias, siempre con el amparo que le daba el apellido y la protección de los líderes de La Banda del Nevado. Desde que era menor de edad alternó los días de cancha con los días de robo. Y en 2017 se integró a una banda de ladrones de casas de modalidad “escruche”, esto es haciendo inteligencia previa ingresar a una vivienda cuando no están los moradores. Por ese motivo tuvo tres causas judiciales y una pena a tres años y medio de prisión que cumplió parcialmente en la cárcel de Devoto, donde fue uno de los protagonistas del motín del 24 de abril de 2020, cuando pedían la libertad en medio de la pandemia de Coronavirus. Cuando finalmente salió, volvió a las andadas. Los miércoles iba a jugar al fútbol al club y los sábados a la cancha. El resto de la semana se dedicaba a su otra tarea. Hasta que el 2 de junio de este año fue protagonista del robo frustrado y asesinato del empresario Iezzo. Sus huellas dactilares quedaron en el auto utilizado para la fuga y saltó su nombre cuando la Policía Científica las comparó con la base de datos de los reincidentes. Desde entonces estuvo prófugo pero en una modalidad rara: por la barra dicen que apareció por el club en más de una oportunidad y que iba a bailar como si nada a los boliches del Conurbano. Ahora sabe que empezaron a pisarle los talones de manera más evidente. Y que su nombre asoció a la barra de Excursionistas a una causa en la que nadie quiere aparecer. Ahora Diego Correa es, como se dice en la jerga, mancha venenosa. Y en este juego, dicen, está a punto de perder.