El 23 de noviembre de 2010, Chelsea vencía 2-1 a MSK Zilina en Stamford Bridge y encaminaba la clasificación a los octavos de final de la UEFA Champions League, instancia en la que caería ante Manchester United en cuartos. Con la victoria finiquitada, el entrenador Carlo Ancelotti aprovechó los segundos finales para mandar a la cancha a un joven de 19 años. Sin saberlo, Jacob Mellis disputaría sus únicos segundos en la élite europea con la camiseta de los Blues. Sumergido en el alcohol, fue apartado de la institución por una descabellada razón, una lesión forzó su retiro a los 32 años y se sostiene gracias a la plena solidaridad de su familia.
“Recuerdo que una vez llegué borracho a un entrenamiento. Tendría 19 años y recuerdo a David Luiz, que no hablaba demasiado inglés, preguntarme ‘oye, ¿has bebido?’ olfateando mi aliento. Intentaron que Ashley Cole fuese mi mentor y que me ayudara a centrarme, a que saliera menos... Yo encima era un engreído y un arrogante que pensaba que debería estar jugando”, confesó en un extenso reportaje a la sección deportiva del diario británico Daily Mail.
Lejos de ser una cuestión del pasado, esta adicción lo acompaña en el hotel Alderley Edge, donde se realizó la entrevista. Sin un techo para vivir, ese lugar funciona como su casa durante algunas horas, ya que si la capacidad del establecimiento está cubierto debe salir a buscar su lugar de descanso por las calles del Reino Unido. Sus familiares y amigos más cercanos le han ofrecido sofás o dinero para una habitación de hotel, pero la incertidumbre lo secunda en su vida: “Paso cada día pensando adónde ir realmente. Tengo familia, pero no quiero depender de ellos. Quiero intentar hacer cosas por mí mismo. Ha sido difícil. Intento no pensar demasiado en ello. Solo trato de seguir adelante”.
Los ojeadores de la entidad hallaron su talento en las Inferiores del Sheffield United, desde donde llegó en 2007, cuando solo tenía 16 años. Uno de los volantes centrales más prometedores de la cantera londinense llegó a cobrar un sueldo superior a los USD 450.000 al año: “Desde que dejé de jugar, tienes más tiempo para pensar. Tienes que arrepentirte de eso. La cantidad de gente que se me acerca y me dice “Dios mío, ¿qué te pasó?”, ahí es cuando me pone a pensar. Estas son personas que están jugando en la Premier League”. “Día a día no se arregla nada. Crees que nunca te puede pasar a ti”, profundizó.
El nacido en Nottingham el 8 de enero de 1991 llegó a desempeñarse en las categorias Sub 18 y Sub 21 del bicampeón europeo (2012 y 2021) y compartió vestuarios con delanteros implacables de la talla de Didier Drogba, pero los vicios ajenos a su disciplina fueron imponinendo obstáculos en su trabajo: “Cuando bebes, pierdes el control de lo que haces. Sin duda, aquello y las salidas nocturnas fueron mi perdición”. Mellis ofreció su relato con la singularidad que representó vestir la “misma ropa que tenía el día anterior”, pequeños detalles que denotan una vida en la que los lujos dieron paso a la penuria absoluta.
Antes de su debut en el Chelsea, tuvo una breve cesión en el Southampton y, a su regreso, se mantuvo bajo el paraguas de una escuadra que venía de ser campeona de la Premier League en 2009/10, una competición que jamás disputó a pesar de haber ido al banco en sendos compromisos del curso 2010/11 ante Aston Villa. Un préstamo de un semestre al Barnsley incluyó su regreso efímero porque en marzo de 2012 empezó a finiquitar su suerte en Londres.
En una de las jornadas matutinas de entrenamiento, activó una bomba de humo en el complejo de Cobham, que hizo encender la alarma contra incendio, debieron ir los bomberos y evacuaron las instalaciones del club por prevención. A pesar de que el artefacto pertenecía a su compañero Billy Clifford, ambos fueron apartados: “Estaba en el vestuario. No sabía qué hacía para ser justos, tiré de la cosa, comenzó a hacer humo y se disparó la alarma contra incendios. Fue solo una estúpida broma que salió mal”.
Esta situación obligó a que volviera a emigrar al Barnsley bajo una promesa del propio Carleto: “Estaba muy frustrado ese año. Ancelotti dijo que me fuera cedido y la siguiente temporada iba a estar con ellos”. Emigró a Yorkshire del Sur, uno de los 47 condados de Inglaterra y regresó con sed de revancha, pero el cambio de entrenador a fin de temporada y la posterior llegada de André Vilas-Boas cambió el panorama por completo: “No creo que realmente le gustara demasiado para ser justo”.
De ahí en más, navegó por el Ascenso inglés y vistió las camisetas del Blackpool, Oldham, Bury, Mansfield, Bolton, Gillingham y Southend United. Este último equipo se desempeña en la National League, quinto nivel de ligas en Inglaterra. Una lesión de rodilla mal diagnosticada en 2022 dio por concluida su carrera en el Leatherhead y empeoró su estado de ánimo: “No planeé retirarme. Es difícil”. “Estoy bebiendo tanto como puedo realmente. Solo para olvidarme del estrés”, se sinceró.
En la entrevista resumió su carrera en unas pocas palabras después de haber debutado en Chelsea hasta no tener un hogar para descansar luego de cada atardecer: “Siento que realmente no sabía el talento que tenía. Exteriormente sería arrogante. Pero por dentro estaría un poco, no nervioso, pero realmente no sabía lo que podía lograr. No lo creí”. A continuación, se mostró agradecido con su círculo íntimo: “Esta gente intenta ayudarme todo lo que puede. Me consiguen camas, hoteles donde quedarme... es algo que jamás piensas que puede ocurrirte”.
En este escenario, Jacob Mellis quiere volver a vincularse con el mundo del fútbol, en el que en algún momento fue feliz, y ya dio el puntapié inicial para mejorar su estilo de vida. El exjugador se puso en contacto con la Asociación de Jugadores Profesionales (PFA, por sus siglas en inglés) y esta semana ingresará a la clínica Sporting Chance para superar su adicción a la bebida: “Estoy tratando de comprender el daño que hace el alcohol, debo comprender que no es un problema el no beber a diario”.
Además, Chelsea volvió a ofrecerle una posibilidad invaluable para retomar sus estudios y transformarse en uno de los tantos ojeadores que, en el pasado, lo hallaron a él. Ya se recibió en sus insignias de nivel 1 y 2 sobre la detección de talentos con edad prematura y confía en ser un faro para los niños del futuro: “Es algo que voy a disfrutar porque veo fútbol cada día y creo que puedo ayudar a los jóvenes a alejarse de las ‘trampas’”.
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