Qué le pasa a Messi en la Selección

En Rusia es un crack apagado y triste. Qué ocurre en la intimidad del mayor astro del fútbol argentino, a quien parece costarle ser feliz en el equipo nacional

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Lionel Messi  durante el partido contra Croacia (REUTERS/Matthew Childs)
Lionel Messi  durante el partido contra Croacia (REUTERS/Matthew Childs)

(Especial desde Bronnitsy) ¿Qué le pasa a Messi en la Selección? Esa es la pregunta que vuelve a hacerse el mundo del fútbol.

Va una respuesta rápida y simplista antes de profundizar en sus desventuras con la camiseta celeste y blanca: Messi padece en la Selección, la vive como una carga quizás porque todos esperan que sea su redentor, y disfruta en Barcelona, su único lugar en el mundo.

Treinta y dos títulos en su club contra ninguno en la Selección mayor son una evidencia demasiado potente de que Argentina se volvió el karma, la maldita kryptonita del capitán albiceleste.

Su lenguaje gestual en el aciago partido ante Croacia lo cuenta casi a la perfección: en el tramo final del juego, en medio de la impotencia del equipo, parecía deambular la cancha, deudor en cuanto a la actitud y a la rebeldía que reclamaba el momento; antes del partido, cuando se escuchaba el himno argentino, se tomó el rostro, entre tenso y preocupado: ¿mejor estar en otro lugar?

En Rusia, Messi es un crack apagado y triste, la demostración de que un talento gigante también la puede pasar muy mal en una cancha de fútbol.

El de Messi en el equipo argentino es un tema que ameritaría una sesión con los psicólogos más calificados del mundo. ¿Cómo puede ser que lo que en Barcelona le sale con absoluta naturalidad, con la camiseta argentina le cuesta una enormidad? ¿Quién iba a decir que en la que podría ser la última chance de ganar un Mundial iba a mostrar una imagen tan desteñida en los dos primeros partidos?

La sensación de vacío se potencia al compararlo con lo iluminado que comenzó el Mundial su archirrival individual, Cristiano Ronaldo, quien empató él solo el partido de Portugal ante España con tres goles y luego anotó el tanto de la victoria 1 a 0 ante Marruecos.

Bloqueado desde que malogró un penal en el debut ante Islandia, igual sigue siendo la principal esperanza argentina en este Mundial que se le ha presentado tan cuesta arriba a la Selección.

Deambulando por la cancha, Lionel Messi, fue un crack sin brillo en el partido que Croacia le ganó a la Selección Argentina por 3 a 0 (REUTERS/Matthew Childs)
Deambulando por la cancha, Lionel Messi, fue un crack sin brillo en el partido que Croacia le ganó a la Selección Argentina por 3 a 0 (REUTERS/Matthew Childs)

El peso de las cuatro finales perdidas con Argentina (las Copa América de Venezuela 2007, Chile 2015 y Estados Unidos 2016, y el Mundial de Brasil 2014) es una carga con la que Messi nunca se pudo acostumbrar a convivir. De algún modo, se transformó en un agente que lo inhibe y le impide desarrollar todo su potencial, independientemente de que el equipo pocas veces lo ayuda como estructura colectiva.

Hay un dato revelador de que, en líneas generales, a Messi le cuesta ser feliz en la Selección: desde que debutó en 2005, lo dirigieron ocho entrenadores (José Pekerman, Alfio Basile, Diego Maradona, Sergio Batista, Alejandro Sabella, Gerardo Martino, Edgardo Bauza y Sampaoli), a un alarmante promedio de uno cada quince partidos y medio.

Eso, de paso, también explica las dificultades de Argentina por tener un equipo confiable y un proyecto serio.

Más allá de los deseos que Messi siempre expresa de saldar su cuenta pendiente de ganar un título con la Selección mayor (obtuvo los Juegos Olímpicos de China 2008 y el Mundial Sub-20 de Holanda 2005), por ahora el fútbol no parece dispuesto a regalarle la posibilidad de alcanzar su máximo deseo de dar la vuelta olímpica en un Mundial. Y eso, también, lo pone en el incómodo lugar de quedar debajo de Diego Maradona en cuanto a lo que ambos le ofrecieron a la Selección.

Messi se hizo cargo por no haber logrado los 3 puntos frente a Islandia y no pudo superar la desazón que le produjo el penal atajado por Hannes Por Halldorsson (REUTERS/Albert Gea)
Messi se hizo cargo por no haber logrado los 3 puntos frente a Islandia y no pudo superar la desazón que le produjo el penal atajado por Hannes Por Halldorsson (REUTERS/Albert Gea)

A la hora de analizar los motivos de su caída de tensión, sería inconveniente prescindir de algunas situaciones coyunturales que lo perturbaron en los últimos días. Por caso, el hecho de que se haya viralizado un video junto a Sergio Agüero que no lo dejó bien parado y que haya vuelto a quedar involucrado en la investigación por los Panamá Papers seguramente ocuparon en su cabeza un lugar que le hubiera gustado tener liberado para meterse de lleno en los menesteres de la Selección.

Ícono máximo de una generación "acostumbrada a comer mierda", según palabras de su amigo Javier Mascherano, Messi por ahora sigue estando lejos del plato que más desea degustar.

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