Como parte del staff de la Selección, el utilero Mario De Stéfano y el fisioterapeuta Marcelo D'Andrea vivieron las alegrías y las decepciones como si salieran a la cancha. Y hubo un tránsito que resultó inolvidable para los protagonistas invisibles: el del último Mundial, en Brasil.
"Fue incomparable, no me lo voy a olvidar hasta que el Barba me lleve. Y lo que más tenés para recordar son los penales de Chiquito (Romero). El llanto de Mascherano. La cara de Messi, diciendo 'llego a la final'. Porque no es fácil llegar a una final del mundo. Después te toca o no, seamos agradecidos a lo que hicieron los jugadores, porque se mataron. Di María lloraba porque no podía jugar la final. Lloraba", describe Marito lo que observó en aquel vestuario en éxtasis luego de que la Selección.
Después de aquella vivencia, del sueño que quedó en la puerta de la final frente Alemania, con el título trunco por aquel gol de Mario Götze, D'Andrea ajusta la perilla en modo futuro. Y mira hacia adelante sin dejar a nadie atrás.
"Tengo algo muy presente de este quinto Mundial en el que si Dios quiere voy a estar. Tengo una fe enorme. Se merecen levantar la Copa todos los jugadores que pasaron por la Selección desde el 90 en adelante, si este plantel sale campeón del mundo. Va a estar el granito de arena de todos los que trabajaron en los últimos Mundiales", cierra Daddy, emocionado.