"Estas piernas te van a salvar, mamá": la emocionante anécdota de la primera casa de René Houseman

Detrás de la Selección campeones del mundo en 1978 hay historias de superación, de hombres que golearon a la vida en contextos difíciles. Las conmovedoras vivencias del "Loco" y el "Tolo" Gallego en sus inicios

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Detrás de los mitos, de los campeones del mundo, hay historias de superación. Hombres que no solo se impusieron a contextos difíciles con la pelota en los pies. La Selección que le regaló a la Argentina su primer título del mundo vio cómo Américo Rubén Gallego y René Houseman le doblaban el brazo al destino.

"Yo soy de Morteros, Córdoba. Y a los dos años me fui a vivir a Rosario. De chico empecé a trabajar; fui verdulero, churrero, heladero… También trabajaba en una fábrica de ventiladores a la mañana. Y después me iba a Newell's a entrenar", narra el Tolo sobre los múltiples oficios que supo desempeñar. ¿Cómo después no se iba a transformar en un obrero del mediocampo?

Gallego se entregó a sus vivencias y contó todos los oficios que desempeñó antes de llegar a Primera
Gallego se entregó a sus vivencias y contó todos los oficios que desempeñó antes de llegar a Primera

"En los potreros poníamos dos ladrillos como arcos, a jugar. Y todos transpirados, sucios, íbamos a casa. Y ni me bañaba. Es que no tenía ducha y me tenían que tirar con el balde", transforma una carencia en ocurrencia el ex entrenador de River e Independiente.

Imagen de la entrevista realizada al inolvidable Houseman para Alma de Potrero
Imagen de la entrevista realizada al inolvidable Houseman para Alma de Potrero

La historia de René Houseman también supo de necesidades. Y en Alma de Potrero contó cómo consiguió retribuirle a su madre los sacrificios que había hecho por él cuando era un niño y lo que sobraban eran necesidades.

"Yo le dije: 'Estas piernas te van a salvar, mamá'. Tuve la suerte de comprarle la casa. La disfrutó tres, cuatro meses antes de irse. Pero eso no me lo quita nadie", describió, tocándose el corazón, el gran Loco. Una anécdota que, como su sello en Huracán, Excursionistas y la Selección, será eternamente imborrable.