A puertas cerradas, en el estadio Monumental. Con algunos hinchas merodeando en el club, mostrando el apoyo al plantel que se jugará el pase a la definición de la Copa Libertadores en una Bombonera repleta de hinchas del Xeneize. Así se desarrolló el último entrenamiento de River antes de la revancha de la semi ante Boca (en la ida se impuso 2-0, gracias a los goles de Borré y Nacho Fernández). Marcelo Gallardo aprovechó a fondo su último ensayo con el plantel. E hizo hincapié en algunos detalles que entiende pueden ser clave en los próximos 90 minutos.
El Muñeco comenzó el entrenamiento con una charla grupal. A diferencia de lo que suele ocurrir en los entrenamientos previos a los encuentros, sus pupilos ya sabían la formación titular, la cual el DT informó en la conferencia de prensa desarrollada a mediodía: Franco Armani, Gonzalo Montiel, Lucas Martínez Quarta, Javier Pinola, Milton Casco; Nacho Fernández, Exequiel Palacios, Nicolás de la Cruz; Matías Suárez y Rafael Santos Borré. En el cónclave, Gallardo refrescó algunos conceptos, para luego darle pie a las tareas tácticas y los ejercicios de pelota parada.
Allí puso el foco el orientador: en el balón quieto. Siempre lo trabaja, pero en la jornada en Núñez hizo horas extra. Desde un costado y del otro del campo. En la faz defensiva y ofensiva. ¿Por qué? Sabe que allí radica una de las armas más poderosas de Boca. De hecho, también había enfatizado en la pelota parada en la ida. Y logró mantener a raya al laboratorio de Alfaro.
En el primer cruce apostó a un plan de dos pasos:
1-El entrenador, de 43 años, hizo hincapié en que sus futbolistas evitaran cometer infracciones “tontas” en las inmediaciones del área.
2-Apeló a un sistema de marcaje mixto, que trabajó en los entrenamientos en Pilar.
El grueso de los futbolistas tomaron hombre a hombre, pero tres marcaron libre. De las piezas sin ataduras, dos se movieron en el primer palo, el restante, más atrás. Todos, atentos a los movimientos de los adversarios que atacan el espacio, en carrera desde el fondo del racimo de hombres, o a partir del borde del área; un clásico de los equipos de Alfaro, que le saca jugo a las cortinas o al factor sorpresa.
Gallardo también tuvo algunas charlas individuales, pensando en un partido que puede tener varias aristas y momentos. El DT sabe que Juan Fernando Quintero (de buen ingreso por Copa Argentina y frente a Arsenal) “se muere por jugar”. Y lo tiene como un as en la manga. También a Ignacio Scocco (otro regresado en interesante momento) y a Lucas Pratto, quien si bien no es el del semestre pasado (aún en busca de ritmo tras la fisura en el sacro), cuenta con el antecedente de sus goles en la Superfinal.
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