La satisfacción de Luis Scola amparada en el sueño de un equipo que no tiene límites

"Es un partido en el que nosotros no tenemos incidencia, no podemos hacer nada". De ese modo, Luis Scola desechaba una pregunta sobre el resultado de Serbia-España, que en ese instante todavía estaban jugando. El sorprendente triunfo ibérico de 81 a 69 decretó que el próximo desafío del seleccionado argentino será el martes ante los serbios (8 de la mañana de la Argentina).

Como si hubiera sido una premonición del duelo que ofrecerá uno de los cuartos de final en Dongguan, en la previa del choque ante Polonia, las pantallas del Foshan Sports and Cultural Arena ofrecieron imágenes de la final del Mundial 2002, en la que Yugoslavia derrotó a Argentina en tiempo suplementario.

Al margen de lo que pasaba en Wuhan con el duelo entre las potencias europeas, Argentina dio una exhibición de básquet, con picos de altísimo rendimiento e individualidades de gran trabajo. Scola, máximo anotador (21 puntos) del triunfo 91-65 sobre los polacos, fue contundente a la hora de valorar el juego del equipo argentino: "No sé si fue nuestro mejor partido, pero jugamos muy bien al básquet. Evidentemente, ni yo ni nadie esperaba 26 puntos de diferencia, aunque sí estaba esperando este tipo de juego de nuestra parte. Cuando ellos entraron en un pozo logramos sacar una diferencia que no es habitual en estas instancias de un Mundial".

El "Olé, olé, olé, olé, Luifa, Luifa" cuando el capitán salió por última vez del partido, se replicó en las cuatro tribunas de un estadio que por primera vez lució colmado. En ese momento, Scola chocó las manos de todos sus compañeros y devolvió la ovación con un saludo dirigido al público. Esta selección argentina genera disfrute entre los hinchas y también entre los protagonistas. Para Luifa, esa alegría se vincula al nivel de juego y a la contundencia de los resultados: "Ganamos por doble dígito todos los partidos menos uno y jugamos muy bien, entonces es imposible no estar contentos".

Ese disfrute de Scola, que bromea con algunos periodistas que abandonan una entrevistas con Fjellerup para escucharlo a él, se observa en los rostros de todos los protagonistas. Durante el juego, los momentos de mayor fervor y aplausos los generan las fantasías de Facundo Campazzo, con asistencias que los demás ni imaginan. La lucidez y soltura de esta selección hacen brotar las sonrisas de los rostros, como la de Gabriel Deck: "Todos tenemos esa sensación de alegría. El hecho de ganar todos los partidos es algo asombroso para nosotros. Ahora se viene algo importante". Para Patricio Garino también es momento de disfrutar: "Estamos invictos jugando muy bien, defendiendo muy duro y tocando todos la bola. Nos sentimos cómodos y contentos".

Una de las grandes virtudes de este seleccionado argentino es el trabajo defensivo. Los dirigidos por Sergio Hernández les provocaron 23 pérdidas a los polacos. Sin embargo, Scola ponderó toda la tarea del equipo: "Destaco el triunfo en general. Algunos se focalizan en la defensa, pero si convertimos 91 puntos, pensar que solamente el triunfo fue por la defensa quiere decir que no se vio el partido en su totalidad. Jugamos muy bien al básquet, estuvimos bien en la defensa y en el ataque".

Tanto en el juego como en las estadísticas, Argentina ha mostrado un nivel de excelencia en los primeros cinco partidos del Mundial. Cuando todo es entusiasmo, Scola decide aplacarlo: "Todo lo que hicimos hasta ahora mañana se limpia y no sirve para nada. Si jugás mal y perdés, te vas a tu casa". Frío, pero cierto. De todos modos, con sensaciones muy positivas Argentina se despide de Foshan, sede que ya no tendrá partidos en esta Copa del Mundo, y se mentaliza en el duelo ante Serbia por cuartos de final. No era el rival esperado, pero el seleccionado nacional debe pensar en lo que puede producir más allá de su adversario. Con esa idea llegó hasta este punto. Y con esa idea sueña con seguir mirando hacia adelante.

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