River busca vengar una de las dos caídas coperas más abultadas de su historia

En la serie de la Libertadores ante Gremio, el equipo de Marcelo Gallardo irá por un lugar en la final y, de paso, por una redención histórica

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El objetivo de River tiene la fuerza de un huracán: ganar la Copa Libertadores por cuarta vez en su historia. Es su prioridad, casi una obsesión. Para eso, será esencial que primero pueda dejar en el camino a Gremio, el actual campeón. De salir airoso de la serie que comenzará este martes en el Monumental y que se cerrará una semana más tarde en Porto Alegre, en la final lo esperará el ganador entre Palmeiras y Boca. Para River, la semifinal conllevará un desafío sordo y absolutamente secundario, pero desafío al fin: vengar una de sus dos máximas caídas coperas.

Ante Gremio, River sufrió la peor derrota de la que den cuenta los libros a nivel internacional en condición de visitante: el equipo brasileño lo goleó 4 a 0 en la edición 2002 de la Libertadores. San Lorenzo le propinó un traspié igual de abultado en la Libertadores de 1973, pero en el Monumental, en la que podría considerarse la más oprobiosa para los Millonarios por haber sido en condición de local.

River se medirá ante Gremio después de dieciséis años y la del martes será la primera vez luego de aquella goleada 4 a 0 que representó un hito: su peor resultado adverso como visitante en la Libertadores. En 2002, el duelo tuvo como marco a los octavos de final. El choque de ida, en el Monumental, se jugó el 24 de abril y fue victoria para Gremio por 2 a 1, después de dar vuelta el marcador con goles de Tinga y Gilberto. Eduardo Coudet había abierto el marcador.

El River por entonces dirigido por Ramón Díaz necesitaba una victoria en Brasil para acceder a los cuartos de final. Lejos de eso, sucumbió por un 4 a 0 hiriente que contribuyó para que el riojano tuviera que dejar el cargo pese a que a los pocos días logró el torneo Clausura. El chileno Manuel Pellegrini, actual técnico del West Ham inglés, terminó siendo el reemplazante de Ramón.

Pero para que ello ocurriera, en el medio tuvo lugar esa lacerante goleada en el Olímpico de Porto Alegre, un estadio que dejó de utilizarse en marzo de 2013 (ahora Gremio juega de local en el moderno Arena, con capacidad para 60.540 pesonas). Aquella derrota fue el 2 de mayo y River mantuvo la esperanza de revertir la serie hasta los 30 minutos, cuando se quedó con diez hombres por la expulsión del paraguayo Celso Ayala. A partir de entonces, Gremio lo comenzó a acorralar y once minutos después se puso en ventaja con un gol de Rodrigo Mendes. Luizao puso el 2 a 0 sobre el cierre del primer tiempo y la roja que vio Claudio Husain en el segundo tiempo no fue más que otro eslabón del derrumbe millonario.

Con nueve futbolistas, River no pudo frenar el vendaval en que se transformó Gremio. Y Zinho y Luiz Mario le asestaron los últimos dos golpes, esos que le dieron forma al resultado en contra más abultado que sufrió River fuera del Monumental por la Libertadores.

En Porto Alegre, Ramón puso como titulares a Angel Comizzo; Ariel Garcé, Ayala, Martín Demichelis; Coudet, Cristian Ledesma, Esteban Cambiasso, Ricardo Rojas; Andrés D'Alessandro; Ariel Ortega y Alejandro Domínguez. Tras el descanso, el riojano buscó sin suerte evitar una goleada al hacer ingresar para los segundos 45 minutos a Husain, Víctor Zapata y Matías Lequi por Ledesma, D'Alessandro y Ortega.

Cuarenta y cinco años atrás, en el Monumental, River había padecido un 4 a 0 que podría considerarse aún más duro porque fue en su casa. El verdugo fue San Lorenzo, por el grupo 1 de la primera fase de la Libertadores que compartieron con dos equipos bolivianos: Jorge Wilstermann y Oriente Petrolero. San Lorenzo, que venía de obtener su primer bicampeonato argentino en 1972, consumó el holgado triunfo con un hat-trick de Luciano Figueroa y con otro gol de Ramón Cacho Heredia.

Pero aquel, claro, fue otro cantar. Una historia diferente. Como la que comenzará el martes en el Monumental y en la que, sin saberlo, el River de Gallardo también estará ante la chance de una redención histórica.

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