El plazo para presentar todos los requerimientos de la Superliga y obtener la licencia que les permita a los clubes disputar la próxima temporada del torneo de Primera venció ayer. Dentro de las exigencias, las de clase A eran las que no admitían prórroga, por ejemplo, la presentación del último Balance aprobado por Asamblea. La institución que no llegara con dicho trámite podía incluso sufrir alguna penalidad deportiva, como el descenso de la categoría, según marca el reglamento de la entidad que rige las principal categoría del fútbol argentino.
Y San Lorenzo, principalmente debido a un retraso producto de los tiempos del proceso de auditoría y la recotización de los estacionamientos del terreno de Avenida La Plata que el Ciclón le compró a Carrefour, llegó con lo justo a la finalización del Balance 2016-17, el cual fue aprobado por Asamblea el lunes, y el martes subido al sistema de licencias de Superliga, cumpliendo así con la documentación e informes solicitados.
El Balance en cuestión arrojó superávit por quinto año consecutivo y un incremento en el Patrimonio Neto, que fue positivo por cuarto período al hilo. Además, en el ejercicio se refleja el rol del socio (sin contar ingresos por Copa, los recursos generados representan el 43% del Balance), la inversión en sedes y deportes, que representa el 15% de los egresos, y en el fútbol profesional y amateur ($60.000.000 en el área juvenil).
El activo, por su parte, aumentó en un 77%, y el pasivo creció, principalmente, como consecuencia de la compra de los terrenos de Av. La Plata (donde supo vivir el Viejo Gasómetro), y otras obras (por 50.000.000 de pesos), como la nueva sede administrativa ubicada en Av. La Plata y Las Casas.