Muertos, tiroteos, drogas y mucho dinero: las narcobarras que asolan Buenos Aires

Los violentos de las barras de Platense y All Boys pelean por el control del negocio narco en el noroeste de la Capital. Asesinatos, arsenales de armas y balazos a plena luz del día en una guerra que tiene en vilo a la ciudad. La investigación judicial, los detenidos y un video que estremece

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Tres muertos, cinco heridos graves, dos territorios marcados por la comercialización de la droga, un arsenal de armas de guerra, autos de alta gama y robos por doquier en poblado y en banda.

Y en medio de todo eso, dos barras de fútbol que los fines de semana muestran su poder en la tribuna y el resto de los días asolan la zona noroeste de la Capital Federal.

A unos les dicen Los Calamares. A otros, La Peste Blanca.

Parte de ambas se han convertido en organizaciones delictivas tomadas por el narcotráfico que desataron una batalla sin par por el control de la venta de estupefacientes con apoyo de otros grupos más duchos en la materia: uno de la villa 1-11-14 del Bajo Flores, otros con la asistencia de la banda de Los Gardelitos, que reina en Villa Korea, en San Martín.

Los primeros se ubican los sábados en el paravalanchas de Platense. Los segundos, en el de All Boys.

Y entre tanta muerte, hay presos recientes, prófugos y el deseo de dos barrios de que la Policía y la Justicia intervengan en serio para volver a tener una vida relativamente en paz.

La primera de las guerras se dio en Saavedra, en el Barrio Mitre, donde reinan los violentos del Calamar.

Alejandro Acosta, alias “El viejo Tom”
Alejandro Acosta, alias “El viejo Tom”

Desde hace dos años, la tribuna está en manos de Alejandro Acosta, alias el Viejo Tom, secundado por Matías Joel Sacco y Kevin Torres, este último pariente del ex jefe de la barra, Alejandro Raba Torres, uno de los fundadores de la ONG Hinchadas Unidas Argentinas.

En menos de seis meses, junto a un grupo integrado también por los hermanos Brandon y Steven Lorenzo y Martín Chávez, se apoderaron de todos los negocios que deja el fútbol en Vicente López.

Al mismo tiempo comenzaron una carrera delictiva que según consta en la Fiscalía de Saavedra incluye a varios de ellos en robos en poblado y en banda a farmacias, perfumerías y negocios de electrónica.

Kevin Torres y Matpias “el gordo Joel” Sacco
Kevin Torres y Matpias “el gordo Joel” Sacco

El crecimiento habría terminado de afianzarse cuando se asociaron a un grupo del Bajo Flores, que lideraría un ciudadano peruano llamado Christopher Colque García, para manejar la droga en todo el corredor Noroeste de la Capital que incluye Saavedra, Devoto, Coghlan, Villa Pueyrredon y Villa Urquiza, según consta en la investigación que lleva adelante el Juzgado 21, a cargo del doctor Marcos Fernández, fiscalía de Juan José Campagnoli.

Esta última decisión desató una guerra con algunos integrantes de otras familias de la zona, que también pugnarían por el negocio, según fuentes judiciales: los Gómez y los Moreno.

Tiroteo en el Barrio Mitre de los violentos de Plantese
Tiroteo en el Barrio Mitre de los violentos de Plantese

Así, el Barrio Mitre se convirtió en escenario de tiroteos frecuentes que dejaron dos muertos y tres heridos graves, hasta que el grupo identificado como la barra de Platense ganó la batalla subiendo sus supuestas proezas a la red social Facebook en las páginas "La banda del Calamar" y "La Farándula".

En el barrio, además de convivir con el terror permanente, desconfiaban de la voluntad policial para combatirlos a punto tal que un ex comisario de la zona admitió en sede fiscal que "perdimos el control de la zona por completo". Insólito.

El gordo Joel en la popular de Platense
El gordo Joel en la popular de Platense

Pero el fútbol, que les da tanta impunidad, también fue el flanco débil.

El mes pasado, tras la derrota de Platense frente a Estudiantes de Buenos Aires, agredieron y robaron a sus propios jugadores y quedaron individualizados. Las imágenes de la cancha coincidían con las que las cámaras de la ciudad había registrado en varios tiroteos. Entonces comenzaron a salir las órdenes de captura, pero sin resultado positivo. Hasta este martes.

El lunes por la noche, Platense le ganó 3 a 0 a Talleres de Remedios de Escalada y quedó a un partido de salir campeón de la B Metropolitana y ascender a la B Nacional. Y los barras no podían dejar pasar la oportunidad de ganar en semejante negocio. Entonces aparecieron por el estadio y después se embriagaron haciendo cuentas de cómo la alcancía podía llenarse en la nueva categoría.

A plena luz del día, los barras de Platense se enfrentan a balazos
A plena luz del día, los barras de Platense se enfrentan a balazos

En la madrugada siguiente, el Gordo Joel y los hermanos Lorenzo cayeron presos. El Viejo Tom, Kevin Torres y Valentín Chávez lograron escapar. Los testigos dicen que fue en un Audi A1, un Alfa Romeo y un Citroen DC 3.

El sábado Platense juega en Colegiales y si gana, grita campeón. Mientras la Policía los sigue buscando, algunos creen que otra vez el fútbol podría llevarlos a dar un paso en falso. Mientras, en el barrio Mitre muchos respiran aliviados. Al menos, por ahora.

El otro caso tuvo su epicentro en Floresta. Hasta 2016, la barra de All Boys era manejada por un grupo del barrio que lideraba Gastón Marone, compadre de Pablo Bebote Alvarez, el jefe de la barra de Independiente preso por asociación ilícita.

Pero Marone cayó y viendo la posibilidad de extender su negocio narco a Capital, la banda de Los Gardelitos -que maneja la villa Korea de San Martín- entró a sangre y fuego a quedarse con la tribuna.

Desde ese momento, lo que parecía reducirse a delitos vinculados a la cancha y los partidos políticos, pasó a ser territorio narco. Hubo una denuncia de Diego Kravetz, actual secretario de seguridad de Lanús, y de Florencia Arietto, ex jefa de seguridad del club Independiente, alertando sobre el crecimiento de las narcopizzerías manejadas por la barra de All Boys.

Detención del barra de All Boys Mauro “El Muro” Martino
Detención del barra de All Boys Mauro “El Muro” Martino

Pero no fue suficiente: con la banca de Checho Soria, Mauro Martino se convirtió en el nuevo jefe de la barra. Y el nombre de la barra, La Peste Blanca, que hacía referencia al color de su camiseta y a la enfermedad desde un lugar pasional que era ser hincha de All Boys, se convirtió para algunos en sinónimo de cocaína.

Desde la nueva posición, parte de la barra habría comenzado a gerenciar la droga en los barrios de Floresta, Flores Norte, Santa Rita, Monte Castro, Villa del Parque y Villa Real. Y esa zona de la Capital que era tranquila, se convirtió en un mundo sin ley.

Armados, tomaron el buffet del club como base de operaciones y desde dos casas usurpadas a tres cuadras de la cancha habrían distribuían los estupefacientes y contaban el efectivo, según señalan los investigadores.

Sin embargo, las denuncias de los vecinos sobre la creciente ola de robo y los tiroteos quedaban archivadas en la Justicia penal sin prosperar y el reino del terror crecía a cada paso.

Y el fútbol, otra vez el fútbol, fue el centro del combate: el 1 de abril de este año, ante el temor infundado de que Martín Ojeda, un ex barra que había salido de prisión, quisiera retomar el control de la tribuna, fueron a buscarlo al club Iguazú tras el partido contra Sarmiento de Junín.  Y lo que empezó como una discusión terminó cuando Ojeda recibió un tiro en la nuca y falleció horas después en el hospital Vélez Sarsfield.

La Peste Blanca, barra de All Boys
La Peste Blanca, barra de All Boys

Martino fue apresado días después, pero no cuatro de sus cómplices, que siguen prófugos, en la causa que sigue el juez Alfredo Godoy, fiscalía de Marcelo Solimine.

En Floresta se vive un clima de guerra y muchos temen por lo que pueda ocurrir el lunes, cuando reciba en el último partido del torneo a Deportivo Riestra, partido que puede decretar el descenso de All Boys a la B Metropolitana.

En ese ambiente, algunos buscan venganza, otros mantener un negocio que hoy está sin tutelaje y la mayoría retomar una vida tranquila como la que se vivía hasta 2016.

Mientras, la violencia sólo se calmará cuando la Justicia intervenga y caiga con todo el peso de la ley. Y prevalezca sobre la otra ley, la de la calle, que azota cada vez con más fuerza a Buenos Aires.

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