Con Mandela como ejemplo, el rugby volvió a unir a dos pueblos enemistados

Cuando el deporte logró unir a ex combatientes, británicos y argentinos, a jugar un partido en Londres. La historia de la transformación de Veteranos de Guerra a Veterano de Paz

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Ya corrió mucha agua debajo del puente, y sin embargo la tensión que se vive entre ambos países continúa instalado con el recuerdo del conflicto bélico que comenzó en abril de 1982. Lejos de los cánticos que se escuchan en los espectáculos deportivos relacionados a el que no salta es un inglés, ó a las cargadas amparadas en la Mano de Dios, la fundación Rugby Sin Fronteras nació con el objetivo de acercar la paz entre dos naciones que lucharon por la soberanía de las Islas Malvinas.

"Nuestra idea es la de llevar una acción de alto impacto empleando al deporte como una herramienta de vínculo. Con la inspiración de Nelson Mandela, que había utilizado al rugby para romper las barreras de su pueblo, nos propusimos jugar un partido en el mismo lugar donde se desarrolló la guerra", le dijo a Infobae Bautista Segonds, presidente de la entidad.

Del mismo modo en que el líder sudafricano consiguió erradicar el apartheid, la iniciativa del ex jugador de Pueyrredón llegó a buen puerto cuando logró trasladar la ovalada a las islas. "No había ningún tipo de relación entre los países. Trabajamos durante 5 años contactando a políticos, cancillerías, periodistas y todo lo que uno se pueda imaginar, hasta que un día recibimos un mail que nos decían que no entendían cuál era nuestra intención", recordó Segonds y aclaró: "Hacía 50 años que no se jugaba al rugby ahí. En la Asamblea, ellos pensaron que les estábamos haciendo una joda y por eso aceptaron nuestra propuesta".

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El puntapié inicial tuvo lugar en 2009, cuando organizó el viaje para disputar un amistoso entre isleños y argentinos. "Fue extraordinario, nos juntamos con los chicos de las escuelas para explicarles las reglas del deporte. Era una posibilidad de intercambio muy fuerte, se entusiasmaron mucho al querer formar un equipo de la marina, uno de la aviación y otro del ejército, pero después hubo elecciones y cambiaron las cosas", contó Bautista.

A pesar del éxito, la asunción del nuevo gobierno local generó un sinsabor en el evento que tenía como objetivo repetir el encuentro a modo de revancha. "Cuando llegamos tuvimos un clima distinto, porque los que se querían acercar a jugar eran reprimidos por las autoridades", detalló el ex rugbier con la misma emoción que refleja en el documental. "Si bien en el primer partido se sumó un solo isleño, en el segundo nos encontramos con más de 40 chicos que querían jugar con nosotros. Fue increíble, no podíamos parar de llorar. Pasábamos del llanto a las risas, de la alegría a la impotencia. Fue una montaña rusa de emociones, pero cuando volvimos a Buenos Aires nos enteramos que a los padres de los chicos que se involucraron los dejaron sin trabajo. Fue un castigo, porque en la Isla si no trabajas para el Gobierno, no hay trabajo".

El golpe recibido le dio más fuerzas a Rugby Sin Fronteras. Tras haber intentado conformar un intercambio cultural con los habitantes de las Islas Malvinas, la fundación redobló la apuesta y armó un nuevo partido en la capital inglesa.

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Con la bendición del Papa, Londres fue el escenario del amistoso protagonizado por Veteranos de Paz, que tuvo la particularidad de enfrentar a ex combatientes de Gran Bretaña y Argentina. Como lo explicó Alejandro Diego, quien luchó durante los 73 días que duró el conflicto, el partido se vivió con una carga emotiva muy intensa.

"Mi primer impacto con los británicos fue cuando me quisieron matar. El segundo cuando yo los quise matar y no pude. Y el tercero cuando me tomaron prisionero. Como yo hablaba inglés, fui el traductor de mil soldados; y puedo asegurar que nos trataron extraordinariamente bien, mucho mejor de lo que yo hubiera tratado a mis propios compañeros", dijo el veterano de guerra en diálogo con Infobae.

"Teníamos designados lugares especiales para ir al baño, pero como muchos argentinos no lo sabían, cagaban en cualquier lado. Hoy recuerdo que vi a un británico que fue a corregir lo que estaba haciendo uno de los nuestros y pensé que lo iba a moler a palos… pero no, el tipo limpió sus desechos y yo no lo podía creer. En ese momento prefería ser inglés porque no me identificaba con los nuestros", continuó Diego.

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Las imágenes parecen sacadas de una película del INCAA. La dramática situación ocasionó varios conflictos internos en el ex combatiente. "No volví a ver a ningún británico hasta que organizamos el partido en Londres. Había mucha expectativa porque no los conocíamos, pero nos encontramos con 15 ingleses que nos abrazaban y lloraban con la admiración que no tuvo el pueblo argentino. Nos comentaban que fue una guerra justa, que no se la hicimos fácil y que fue un gran honor para ellos haber peleado contra nosotros", concluyó.

A 35 años de la guerra, Alejandro Diego, habló sin filtro. Con la crudeza que despierta su relato, el ex combatiente reveló aspectos íntimos que merecen el relato en primera persona: "Yo tuve un cambio impresionante. Tenía envidia por los que tuvieron un enfrentamiento cuerpo a cuerpo porque quería matar. Cuando llegué a las Malvinas pensé que me iba a encontrar con algo parecido a Ushuaia, pero aterricé en un pueblito inglés. Ahí me di cuenta de que no estaba en Argentina, y con la cantidad de entierros que sufrí, me convencí de que eran nuestras tierras. Me quería cargar a los que sean, pero no me pude cargar a nadie".

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Con la excusa del rugby, la misión de la fundación se basa en tejer un puente entre ambas sociedades para que haya armonía entre los estados. El ejemplo más claro es el que vivió el Veterano de Paz cuando regresó a las islas en uno de los viajes organizados por la entidad: "Cuando volví a Malvinas un tiempo después y caminé con Fabián (otro ex combatiente) por el puesto en donde él luchó, yo tenía la sensación como si Messi me estuviera relatando su mejor gol; pero el flaco se quebró y me dijo agradecé que no mataste. Me contó que se quiso suicidar dos veces, que no se podía sacar de la cabeza la cara del inglés y fue como si Messi me dijera que en todos sus goles hubo sufrimiento. Ahí me curé".

Gracias a estos encuentros, ex combatientes, británicos y argentinos, lograron reencontrarse para pedirse perdón. Para manifestarse un respeto mutuo. Para brindarse las condolencias por los caídos. Para bendecirse. "Mi sobrino de 12 años ejemplificó lo que pasó diciendo que en el colegio le habían enseñado que los ingleses eran los malos y los piratas que nos robaron las tierras. Pero cuando los conoció, se dio cuenta de que no hay ninguna equivalencia de tierra por vidas. Hay que preguntarle a las madres cuántas hectáreas valen la vida de su hijo, y ahí surge la respuesta de lo que es una guerra. Nosotros empleamos al deporte como una herramienta de superación", cerró Bautista Segonds.

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