Opinión: a pesar de algunos duros golpes electorales, no todo está perdido para Bolsonaro

La derrota en las elecciones municipales y el triunfo de Biden en EE. UU. debilitaron al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Pese a ello y a la cuestionada gestión de la pandemia, el mandatario aún tiene chances en las elecciones de 2022.

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Joao Doria, gobernador del estado de San Pablo, es uno de los potenciales rivales que tiene Bolsonaro de cara a las próximas elecciones. Foto: Fotos Públicas.
Joao Doria, gobernador del estado de San Pablo, es uno de los potenciales rivales que tiene Bolsonaro de cara a las próximas elecciones. Foto: Fotos Públicas.

SAN PABLO. Con las elecciones municipales celebradas en 26 estados del país, el centro político brasileño emergió sin organicidad, pero consolidado en las urnas y en busca de un líder aglutinador capaz de disputar la gran pelea de 2022. Las elecciones son consideradas un termómetro del sentimiento de la sociedad hacia el gobierno del ultraconservador presidente Jair Bolsonaro, cuya administración entrará en 2021 en la parte final de un mandato turbulento, divisivo y caótico, que hace rato perdió el impulso reformista con el que llegó al poder el 1.º de enero de 2019.

TRES APUESTAS, TRES FRACASOS

Bolsonaro fracasó en las tres principales apuestas electorales que hizo para 2020. En el plano local, la candidatura del diputado populista de derecha Celso Russomano a la alcaldía de San Pablo ni siquiera alcanzó a llegar a la segunda ronda electoral. El comando de la mayor ciudad de Brasil dejó la definición en manos de su actual jefe comunal, el socialdemócrata Bruno Covas, en una clara expresión de la política tradicional, anclada en lo que el expresidente Fernando Henrique Cardoso definió como “centro radical”.

Este espacio, en el que ahora orbita Joao Doria, gobernador del estado de San Pablo, y tal vez el popular animador de TV Globo Luciano Huck, aún está detrás de una figura ordenadora. Una figura que lidere y sea capaz de poner fin al desorden institucional que, a partir de 2013/2014, y ayudado por la Operación Lava Jato, destruyó las bases instauradas por los partidos que condujeron la modernización del país a partir de la redemocratización de 1985.

Fronteras adentro, en la ciudad de Río de Janeiro, el exobispo de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURJ) Marcelo Crivella, con el respaldo del presidente de Brasil, perdió su intento de reelección como alcalde, y la antigua capital federal y meca turística del país será gobernada desde el 1.º de enero por Eduardo Paes, del partido Demócratas, de centro-derecha, y una de las agrupaciones políticas ganadoras del pleito electoral.

Al mal tiempo, ¿buena cara?: la derrota en las elecciones municipales y el triunfo de Biden en EE. UU. debilitaron al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Foto: Fotos Públicas.
Al mal tiempo, ¿buena cara?: la derrota en las elecciones municipales y el triunfo de Biden en EE. UU. debilitaron al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Foto: Fotos Públicas.

Paes, quien fue jefe del municipio de Río durante ocho años –entre 2009 y 2017, período en el que la ciudad recibió primero el Mundial de Fútbol y luego los Juegos Olímpicos–, explicó con precisión los motivos por los que barrió en las urnas al postulante neopentecostal y su discurso peyorativo hacia la diversidad: “Esta es una victoria de los que creen en la buena política”, afirmó. “Pasamos los últimos años radicalizando la política brasileña, contestando a aquellos que ejercen la actividad política. Los resultados de ese radicalismo, de ese marco de extremos, de mucho odio y división, no hicieron bien ni a los cariocas ni a los brasileños”, dijo Paes, quien puso a su lado en la hora del triunfo a su aliado Rodrigo Maia, presidente de la Cámara de Diputados y uno de los políticos que en los últimos dos años más hizo para apaciguar las tensiones institucionales disparadas por el tosco modo en que Bolsonaro ejerce el poder.

Tanto Paes como Covas, el alcalde reelecto de San Pablo, se expresaron a favor y en defensa de valores hacia los que el presidente de Brasil –un día sí, y otro no– manifiesta hostilidad: la democracia, el diálogo y la diversidad. “Es posible hacer política sin odio. Soy hijo y fruto de la democracia. Respeto la decisión popular, respeto las instituciones, respeto la diversidad que es la ciudad de San Pablo, esa inmensidad de varios pueblos, de varios credos y de varios colores”, dijo el nieto de Mario Covas, el socialdemócrata que gobernó el estado de San Pablo en la década de 1990. Paes complementó a Covas sin mencionar a Bolsonaro, con quien debe entenderse para obtener el financiamiento que necesita para la ciudad: “Digo a todos los cariocas, de todas las confesiones, orientaciones, color de piel, que pueden confiar en una ciudad amplia y diversa”.

La tercera derrota de Bolsonaro –la que más dolió al mandatario y a su diplomacia encabezada por el criticado canciller Ernesto Araújo– fue la de Donald Trump, en cuya campaña por la reelección el mandatario brasileño se involucró junto a su familia. Al cierre de esta nota, un mes después de que se confirmara el triunfo del demócrata Joe Biden, Bolsonaro era uno de los pocos jefes de Estado del mundo que no había saludado al presidente electo de la mayor potencia mundial.

“Bolsonaro no habla con Angela Merkel, está peleado con Emmanuel Macron y, ahora, tendrá una fría relación política con Washington, más allá de que el entramado de intereses continuará pesando y pondrá paños fríos a esa distancia. Tampoco habla con el nuevo presidente de Bolivia, Luis Arce, por lo que no tenía opción, tras la derrota de Trump, más que iniciar un diálogo con Argentina”, dijo a DEF un reconocido analista brasileño en condición de anonimato. Así, la derrota de Trump y la persistencia del embajador Daniel Scioli permitieron que se concretara el primer diálogo entre Bolsonaro y su colega argentino, Alberto Fernández.

Doria, uno de los principales enemigos de Bolsonaro y sin el aval del presidente de Brasil, comenzará un plan de vacunación contra el COVID en enero del 2021. Foto: Fotos Públicas.
Doria, uno de los principales enemigos de Bolsonaro y sin el aval del presidente de Brasil, comenzará un plan de vacunación contra el COVID en enero del 2021. Foto: Fotos Públicas.

“En el medio de una pandemia y una recesión, Brasil tiene un presidente sin partido, sin proyecto y sin aliados. Para quien no está a gusto con Bolsonaro, puede ser un motivo de alegría, pero en breve se percibirá que la situación es peligrosa”, señaló Elio Gaspari, escritor y uno de los periodistas más respetados del país, quien ve al mandatario “sin rumbo”, pero consolidado en el poder.

El exasesor presidencial y analista Thomas Traumann coincide con esa visión y recuerda que los tres presidentes de la democracia que se candidatearon a la reelección (Cardoso, Lula y Dilma Rousseff) fueron reelegidos, apoyados en la máquina influyente y económicamente poderosa del gobierno central. “Bolsonaro es el primer presidente a quien evangélicos, productores rurales y la baja oficialidad del Ejército y las Policías Militares consideran como su representante. Son fuerzas políticas poderosas, articuladas y que no abandonan a uno de los suyos, incluso con los varios errores de la actual gestión”, indicó Traumann.

UNA CHANCE

En el inicio de la pandemia, Bolsonaro chocó con el Congreso y el Supremo Tribunal Federal (STF), y participó de varias manifestaciones exaltadas en las que manifestantes de ultraderecha –en algunos casos con antorchas, en una rémora del siniestro Klu Klux Klan– le reclamaron la intervención de los poderes Legislativo y Judicial. El STF enfrentó esas posturas radicales y procesó a los cabecillas más visibles de esas protestas. Después, en un movimiento de capitulación del excapitán del Ejército para evitar cualquier intento de juicio político, Bolsonaro cooptó a una parte relevante del Congreso de reconocida capacidad contorsionista, dio al mandatario una base de sustentación a cambio de cargos y presupuestos.

Ese movimiento de Bolsonaro para un entendimiento con la política tradicional que, hasta hace poco, denostaba y lo llevó a abrazarse con el llamado “Centrao” (gran centro) parlamentario, dio sobrevida al presidente de Brasil. Lo sacó del encierro político al que lo había llevado su radicalismo y –según coinciden analistas– puede hacerlo competitivo como candidato a la reelección, especialmente si tiene como rival a un candidato de izquierda.

Las chances de Bolsonaro de ser reelegido, sin embargo, disminuirían mucho si su rival proviniera de una alianza de centro, aún en gestación. Ese es el escenario que el presidente más teme y el que lo llevó a convertir a Doria en un enemigo político.

Rezando por una oportunidad: Bolsonaro, a pesar de los duros reveses electorales que sufrió, todavía tiene chances de lograr la reelección como presidente. Foto: Fotos Públicas
Rezando por una oportunidad: Bolsonaro, a pesar de los duros reveses electorales que sufrió, todavía tiene chances de lograr la reelección como presidente. Foto: Fotos Públicas

Una gestión civilizada de la pandemia y la esperanza de éxito del inmunizante Coronavac –de origen chino y que será producido en San Pablo por el Instituto Butantan– son las principales apuestas del gobernador Doria para lanzarse a la presidencia. Huck, en tanto, mientras se reúne y conversa sobre su futuro con empresarios, periodistas y políticos –entre ellos Mauricio Macri–, esperará para definir si se lanza a la pelea política hasta abril, fecha de vencimiento de su contrato con TV Globo. Además, el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, mencionó al exministro Ciro Gomes como integrante de un frente amplio del centro democrático, y recordó la inacción del gobierno para avanzar en las reformas económicas que fueron su bandera en 2019, en medio de un creciente desgaste del ultraliberal ministro de Economía Paulo Guedes.

“Lo más importante es entender que nadie que construye un proyecto personal se convierte en un proyecto colectivo”, indicó Maia, citando también al alcalde de Salvador, Antonio Carlos Magalhaes Neto, y al gobernador de Rio Grande do Sul, Eduardo Leite. “La sociedad quiere continuar renovando la política, pero vio que la falta de experiencia es un salto en la oscuridad”, dijo el presidente de la Cámara baja brasileña, que habla casi a diario y cultivó una gran amistad con su colega argentino, Sergio Massa. Manifestó también preocupación por la imagen de Brasil en el exterior, perjudicada por las políticas ambientales e indígenas de Bolsonaro, Maia prevé que el centro “vendrá fuerte en 2022”.

En cualquier caso, con el sistema de salud al borde del colapso en Río de Janeiro y toque de queda en Santa Catarina por el incremento de casos de contagio e internaciones por COVID-19, que ya causó la muerte de cerca de 175.000 brasileños y en marzo fue calificado como “una gripecita” por Bolsonaro, la gestión de la pandemia no será un activo para la campaña de reelección del mandatario, quien cargó contra las vacunas en desarrollo para inmunizar ante el nuevo coronavirus.

* Esta nota fue producida y escrita especialmente para DEF

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