Opinión: América Latina y su destino, las vicisitudes de una región en conflicto que no encuentra su rumbo

A pesar de contar con los recursos naturales que el mundo necesita y una biodiversidad única, los países de nuestro subcontinente no consiguen salir del subdesarrollo. Hoy el mundo ofrece una nueva oportunidad a una región que debe asumir, de una vez por todas, una estrategia de crecimiento estable y sostenible en el tiempo

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En los tiempos que vivimos, el mal empleo del agua y la mala distribución de los alimentos amenazan con llevar a América Latina una nueva década perdida (Fernando Calzada)
En los tiempos que vivimos, el mal empleo del agua y la mala distribución de los alimentos amenazan con llevar a América Latina una nueva década perdida (Fernando Calzada)

El año 2023 se inició con muchas dificultades a nivel mundial, iguales o de mayor envergadura que las vividas en 2022, con muchas crisis ya existentes sin resolver y nuevos desafíos mundiales, que acechan en momentos de graves dificultades para la aldea global y sus gobernantes. La prolongación de una guerra compleja como la de Rusia y Ucrania, sus consecuencias energéticas y alimentarias a nivel mundial, la endeble situación económica estructural y los procesos inflacionarios que afectan a casi todo el mundo confrontan con organizaciones, bancos, ONG y empresas internacionales que, exhaustas de los padecimientos de años de pandemia y restricciones, poco o nada pueden hacer ante una crisis sin precedentes.

Con este panorama bastante desolador, de más está decir que los más débiles son quienes más sufren las consecuencias, y poco importa qué posibilidades tendría cada uno de esos actores en situaciones ideales. En verdad, la cruda realidad aplasta la capacidad de reacción y las posibilidades de salir adelante. En tiempos como los que vivimos, en los que el agua, los alimentos y los combustibles no tradicionales debieran ser el punto de partida de grandes progresos, pareciera que América Latina –poseedora de esas riquezas imprescindibles– tendrá una vez más una “década perdida”. Es triste y curioso a la vez. Solo se necesita estudiar muy superficialmente los antecedentes de esta parte del continente para encontrar ese mote, por haber perdido oportunidades únicas para salir del atraso, y la ausencia de progreso y bienestar a lo largo de todo el siglo XX y hasta nuestros días.

Irlanda es una de los variados ejemplos donde podríamos reflejarnos en la búsqueda de ese futuro que hoy nos es esquivo (archivo DEF)
Irlanda es una de los variados ejemplos donde podríamos reflejarnos en la búsqueda de ese futuro que hoy nos es esquivo (archivo DEF)

Las razones de un fracaso anunciado

Pensar en cuáles son las razones de repetir, por derecha o izquierda, los mismos esquemas que fracasaron y esperar ilusionados otros resultados forma parte de un “pensamiento mágico” de los dirigentes de toda laya de la región, más emparentados con el coronel Aureliano Buendía en Cien años de soledad (magna obra de Gabriel García Márquez) que con el pensamiento científico, mesurado, consensuado e imprescindible para obtener logros que contengan a los 600 millones de latinoamericanos que esperan, desde hace varias generaciones, una oportunidad, cada vez más oscura y esquiva.

Encontrar las razones del fracaso no requiere de sesudos intelectuales. Casi por el contrario, tan solo se necesita poder de observación y comparación con otros actores que hayan pasado por situaciones similares y ver qué caminos tomaron. No hablamos de grandes potencias, sino de países que hace no mucho tiempo vivían en la miseria, y hasta podrían admirar a parte de nuestra región, y hoy son líderes que tienen peso, voz y voto en el concierto de naciones. Países que, si uno compara con Argentina, por ejemplo, 30 o 40 años atrás, eran lugares remotos, inhóspitos y con condiciones de vida más que precarias, y que salieron adelante con diferentes soluciones, pero con decisión y grandes sacrificios. Corea del Sur, Taiwán, Chipre, Eslovaquia, Estonia, Irlanda, Islandia, República Checa o Nueva Zelanda son ejemplos muy variados donde podríamos reflejarnos en búsqueda de ese esquivo futuro.

Buscar un desarrollo conjunto, formando un mercado apetecible y numeroso; trabajar la integración energética y financiera; crear reglas claras y permanentes para los inversores y fomentar conductas anticorrupción implacables; generar cambios imprescindibles en políticas comunes de innovación, educación e infraestructura; y, simultáneamente, buscar acuerdos para concretar el desarrollo en aquellos puntos fuertes de los que la región dispone y el mundo reclama; todo esto, con seguridad, provocaría en un corto tiempo una nueva frase: “Cuando América Latina ganó la década”. Sin embargo, un somero análisis de dónde estamos hoy nos invita al optimismo.

América Latina sigue siendo una de las regiones más desiguales del mundo, detrás del continente africano y de Medio Oriente. Nuestro subcontinente presenta, según los últimos datos de la CEPAL, una tasa de pobreza que supera el 32 % de su población total y, de ellos, el 13 % se encuentra en situación de pobreza extrema. De acuerdo con cifras de 2019 (prepandemia), el 20 % de la franja más rica de la población concentraba casi la mitad del total de ingresos, mientras que el 20 % más pobre disponía de menos del 5 % de la riqueza.

América Latina sigue siendo una de las regiones más desiguales del mundo, detrás del continente africano y Medio Oriente, con una tasa de pobreza que supera el 32 % de su población total (Fernando Calzada)
América Latina sigue siendo una de las regiones más desiguales del mundo, detrás del continente africano y Medio Oriente, con una tasa de pobreza que supera el 32 % de su población total (Fernando Calzada)

Los desafíos de los países sudamericanos

Al mismo tiempo, aunque resulte paradójico, América Latina es una de las zonas con la mayor biodiversidad: abundancia de recursos naturales, fuentes de agua dulce y bosques naturales, entre otras riquezas. La producción de alimentos, el suministro de minerales clave –cobre, oro, plata y, ahora, litio– y la potencialidad de sus fuentes de energía renovables son una muestra de sus enormes recursos. Tampoco podemos descuidar, en plena transición energética, el rol del gas natural, con reservas como la formación Vaca Muerta, la segunda de gas no convencional y la cuarta de petróleo no convencional del planeta. La situación no es la misma en cada uno de los países, pero la tónica es la crisis social, el desgaste de la dirigencia política y las dificultades económicas. Existen, sin embargo, excepciones.

Brasil: un nuevo comienzo. Tras siete años muy turbulentos, con un juicio político muy polémico en 2016 a Dilma Rousseff, y los 18 meses que pasó en prisión, el líder del PT, Luiz Inácio Lula Da Silva, enfrenta una serie de desafíos políticos, económicos y sociales. Por un lado, tendrá que poner fin a la inédita polarización política que vive su país, que se reflejó en la última elección presidencial y en los recientes acontecimientos ocurridos en el Distrito Federal –invasión y ataque a las sedes de tres poderes el pasado 8 de enero–. La variopinta coalición conformada por Lula para vencer a Jair Bolsonaro deberá ahora traducirse en una unidad en el gobierno. La búsqueda del equilibrio en las cuentas públicas, luego de un año electoral intenso y de un aumento del gasto social por parte del gobierno saliente, choca con las demandas de los sectores de izquierda del PT y con los compromisos del propio Lula durante la última campaña electoral. En cuanto a la política exterior, la agenda ambiental –protección de la selva amazónica– y la intención de romper el aislamiento internacional de los últimos años buscan reposicionar a Brasil como un actor global de peso.

Lula tendrá que poner fin a al inédita polarización política que vive su país. Su variopinta coalición deberá ahora traducirse en una unidad de gobierno (AFP)
Lula tendrá que poner fin a al inédita polarización política que vive su país. Su variopinta coalición deberá ahora traducirse en una unidad de gobierno (AFP)

• Chile: tiempos difíciles. Durante las últimas tres décadas se había convertido en un ejemplo de estabilidad política y económica, pero hoy Chile enfrenta, desde el estallido social de 2019, una encrucijada difícil de resolver. Las divisiones sobre la futura organización institucional del país han significado un obstáculo complicado de resolver para el joven gobierno de Gabriel Boric. La fallida reforma constitucional y el desgaste de la gestión amenazan con frenar el impulso reformista que impuso su administración al asumir en enero de 2022. Primer productor mundial de cobre y protagonista central de la transición energética, con sus reservas de litio y su temprana apuesta por el hidrógeno verde, Chile busca asegurar su seguridad energética y la continuidad del flujo de inversiones en sectores como la minería, sin resignar una agenda ambiental no siempre compatible con los intereses de las grandes empresas internacionales. Al cumplirse un año de su gestión, Boric manifestó la necesidad de “recuperar el sentido de la autoridad”.

En Chile la fallida reforma constitucional y el desgaste de la gestión amenazan con frenar el impulso reformista que impuso la administración de Boric al asumir en enero del 2011 (AFP)
En Chile la fallida reforma constitucional y el desgaste de la gestión amenazan con frenar el impulso reformista que impuso la administración de Boric al asumir en enero del 2011 (AFP)

• Perú: turbulencias políticas. Perú es otro ejemplo de estabilidad económica, a pesar de sus vaivenes políticos, que enfrenta hoy una crisis política y social muy profunda. El desprestigio de la dirigencia política, con un Congreso atomizado y una presidenta débil –Dina Boluarte– después de la destitución de su antecesor tras un intento de autogolpe, amenaza también con afectar al sector productivo, debido a las constantes movilizaciones, los cortes de ruta y la paralización de actividades en buena parte del país. La falta de liderazgo político y la virtual desaparición de los tradicionales partidos históricos ponen en entredicho la sustentabilidad política de los gobiernos. En los últimos seis años, se sucedieron en el poder seis presidentes, dos de ellos destituidos por el Congreso –con interpretaciones sui generis del texto constitucional–, y no aparecen en el horizonte personalidades capaces de despertar el entusiasmo de la ciudadanía.

• Colombia: un experimento político. Colombia vive la experiencia inédita de un gobierno de izquierda, liderado por Gustavo Petro, que ha decidido dar una vuelta de página en su política interna, con el llamado a la “paz total” con los grupos insurgentes. A su vez, en el plano externo, ha decidido retomar los vínculos diplomáticos con un vecino problemático, la Venezuela de Nicolás Maduro, con la que su antecesor, Iván Duque, había roto todo tipo de relaciones a fines de 2018. En el plano económico, sus promesas de un mayor papel del Estado en la prestación de servicios sociales, como la salud, la seguridad social y la educación, podrían chocar con las metas de disciplina fiscal y el equilibrio en las cuentas públicas. Por otro lado, para Petro, su país debe apostar a las energías limpias y al medioambiente, y dejar atrás el paradigma del “extractivismo”, lo que ha despertado preocupación en los sectores ligados a las inversiones en hidrocarburos y minería.

A pesar de sus extraordinarias condiciones potenciales reconocidas por el mundo entero, Argentina ocupa el cuarto lugar entre los países con mayor inflación del planeta y los niveles de pobreza son desconocidos en nuestra historia (Fernando Calzada)
A pesar de sus extraordinarias condiciones potenciales reconocidas por el mundo entero, Argentina ocupa el cuarto lugar entre los países con mayor inflación del planeta y los niveles de pobreza son desconocidos en nuestra historia (Fernando Calzada)

• Venezuela: un regreso a escena tras años de crisis. Aunque no termina de superar su crisis económica, hoy se abre una nueva oportunidad para el régimen de Nicolás Maduro. Con una tasa de inflación que, en 2019, llegó a superar el 9500 %; en 2022, el país logró descender hasta niveles apenas por encima del 300 %. El país ha sufrido, en el último lustro, un paquete amplio de sanciones económicas de EE. UU. La crisis institucional de 2019, que derivó en la conformación de un gobierno paralelo liderado por el entonces presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, significó el aislamiento del país de buena parte de sus vecinos y potenciales socios internacionales, entre ellos la Unión Europea. La guerra en Ucrania y la necesidad de fuentes alternativas de petróleo han significado un alivio de las sanciones, un regreso de los inversores estadounidenses al país –como el caso de Chevron, socia de la estatal PDVSA–, y la llegada de nuevos gobiernos de izquierda a la región abre una nueva oportunidad para que Nicolás Maduro recupere sus contactos con países clave, como Brasil, que en los últimos años había reconocido a Guaidó como representante legítimo del gobierno venezolano.

Bolivia y Ecuador, después de Evo y Correa. Estos dos países andinos sufrieron en los últimos años un desgaste de los gobiernos que sucedieron a Evo Morales y a Rafael Correa, quienes vivieron su salida del poder de manera traumática. En el caso boliviano, el Movimiento al Socialismo (MAS) siempre cuestionó la llegada al gobierno de Jeanine Áñez como un “golpe de Estado” y, de regreso al gobierno, los principales actores de la crisis de 2019 que desembocó en la salida de Evo –la exmandataria Jeanine Áñez y el líder cruceño Luis Fernando Camacho– están hoy en prisión. En el caso ecuatoriano, Correa denuncia una persecución política en su contra, y hoy se encuentra autoexiliado en Bélgica. Las protestas sociales, que vienen sucediéndose en Ecuador desde 2019, y se acentuaron en 2022, amenazan con desestabilizar el débil gobierno de Guillermo Lasso, que acaba de ser derrotado en las elecciones regionales y en un fallido referéndum constitucional. Mientras tanto, en Bolivia, la puja entre Evo Morales y el actual gobierno de Luis Arce, al que acusa de ceder a las presiones de la derecha y del Fondo Monetario Internacional (FMI), muestran dificultades en la sucesión de líderes populares en partidos verticalistas y centrados en personajes carismáticos.

• Argentina: el ciclo de las desilusiones. Argentina constituye, sin duda, un caso curioso y doloroso por ser nuestra tierra. Lleva décadas de serias dificultades económicas y sociales atribuibles a infinidad de razones y a toda la dirigencia, sin distinción de partidos. Con extraordinarias condiciones potenciales reconocidas por el mundo entero, ocupa el cuarto lugar de mayor inflación en el planeta, y los niveles de pobreza son desconocidos en nuestra historia. Aun así, llama la atención que, a diferencia de otros vecinos, hayamos logrado mantener cierta calma social, y nada más alejado de pensar que nuestro sistema democrático está en juego.

Existen, en este mar de enfrentamiento, polarización y crisis social, dos casos que merecen ser destacados por su cercanía a la Argentina:

Después de haber tenido un pasado caracterizado por el autoritarismo y la corrupción, hoy Paraguay está transitando hacia un escenario de estabilidad económica y se ha convertido en un inesperado polo de atracción de inversiones (Archivo DEF)
Después de haber tenido un pasado caracterizado por el autoritarismo y la corrupción, hoy Paraguay está transitando hacia un escenario de estabilidad económica y se ha convertido en un inesperado polo de atracción de inversiones (Archivo DEF)

• Paraguay, en pleno boom económico. Se ha convertido en un caso de estudio por su gestión macroeconómica. Después de haber tenido un pasado turbulento y caracterizado por el autoritarismo y la corrupción, hoy está transitando lentamente hacia un escenario de estabilidad económica y se ha convertido en un inesperado polo de atracción de inversiones. Un informe de la consultora Deloitte sobre la situación de Paraguay en los últimos 20 años destaca que “la economía logró avances en materia de responsabilidad fiscal, control de la inflación y estabilidad del sistema financiero que propiciaron el escenario para la inversión del sector privado. La transformación económica y el crecimiento se vieron fortalecidos significativamente por la inversión en el sector primario que aprovechó el ciclo alto del precio de los commodities a nivel mundial. El mayor crecimiento e ingreso per cápita también permitieron el desarrollo de otros sectores económicos, tales como el de construcción y servicios”.

• Uruguay: previsibilidad y gobernabilidad. La República Oriental es otro caso que combina la alternancia democrática, la convivencia entre distintas fuerzas políticas y una estabilidad de las reglas de juego en el orden económico, lo que permitió sortear, por ejemplo, la crisis de 2002 sin recurrir a la cesación de pagos de su deuda externa y renegociando los plazos de pago. Recientemente, según el Índice de Buen Gobierno del Instituto Mesías/Inteligencia de Marca España, la República Oriental del Uruguay aparece como el país con el mejor gobierno de América Latina y el único de la región ubicado en el Top 20 a nivel mundial. Según el informe, Uruguay ha sido protagonista de “una escalada progresiva y sostenible a lo largo de los últimos veinte años” y cuenta con “el sistema democrático más avanzado de la región”. Esto también se refleja en la estabilidad impositiva y en reglas de juego estables para los inversores, con el sector del agronegocio como uno de los motores de crecimiento en los últimos 15 años y un más reciente boom de inversiones inmobiliarias en Montevideo y Punta del Este.

El incremento del valor de las materias primas por la escasez mundial de alimentos, entre otras cosas, recrean una situación especial para cambiar la regla de oro que dice que somos los campeones mundiales de las oportunidades perdidas (AFP)
El incremento del valor de las materias primas por la escasez mundial de alimentos, entre otras cosas, recrean una situación especial para cambiar la regla de oro que dice que somos los campeones mundiales de las oportunidades perdidas (AFP)

Tiempo de decisiones difíciles pero necesarias

Tomando como referencia algunas consideraciones de Andrés Oppenheimer en sus charlas con Luis Alberto Moreno, exdiplomático colombiano que dirigió varios años el Banco Interamericano de Desarrollo y a quien DEF ha entrevistado en varias oportunidades, salen de sus palabras consideraciones parecidas a las aquí expresadas: “Somos los campeones mundiales de las oportunidades perdidas”, dijo con ironía en el lanzamiento de su nuevo libro Vamos, donde da una mirada de cierto optimismo para cambiar esa pésima regla de oro. La guerra de Ucrania, la crisis de la pandemia del COVID-19, la alerta a otras crisis medioambientales, el creciente requerimiento del litio para el futuro inmediato de los autos eléctricos, las dificultades de los suministros de China con EE. UU. y el resto de Occidente, y el incremento del valor de las materias primas por la escasez mundial de alimentos recrean una situación especial, no digo única, porque ya las tuvimos en otras oportunidades, y la ineptitud, la indiferencia y corrupción estructural, acompañadas por sesgos ideológicos contrapuestos y políticas populistas, arrojaron esas posibilidades al vacío. Pero hoy, una vez más, está ante nuestros ojos, ante la mirada del mundo que nos observa y, peor aún, ante la mirada de millones de latinoamericanos sin posibilidades hundidos en la pobreza y la indigencia. Miran también, sin saberlo, niños desnutridos, sin educación formal y sin condiciones sociales dignas. No lo saben, pero serán los implacables reclamadores del futuro.

Todo está por hacer y, diciéndolo de una manera burda y quizás grosera para algunos: “Podemos ponerle el culo a la jeringa” o dejarla pasar, como docenas de veces. Porque nadie dice que esto es fácil; por el contrario, es un cambio titánico que requiere energía y valor, y provocará seguramente mucho sufrimiento en sus inicios y templanza para generar esos cambios, hacer esos acuerdos imprescindibles y modificar una historia triste que jamás debimos permitir que ocurriera.

Hay que ser consecuente y actuar enérgicamente y con un acuerdo global, porque todos sabemos quiénes son los que, finalmente, siempre pagan la cuenta.

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