“Soñar con las Islas”: ver, pensar y contar Malvinas más allá y más acá de la oscura cicatriz de la guerra

El autor de este texto resultó ganador de la prestigiosa beca Michael Jacobs de Crónica Viajera. Su libro propone un recorrido inusual sobre el archipiélago, ingresando a historias y conflictos poco conocidos o directamente desconocidos del territorio y sus habitantes. “Se trata de ampliar el foco para incorporar temas, voces y perspectivas que nos permitan conocer más cabalmente el territorio que reclamamos”, escribe

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Ernesto Picco y su libro en el que ingresa a las Malvinas desde otro costado
Ernesto Picco y su libro en el que ingresa a las Malvinas desde otro costado

Es muy difícil encontrar una historia sobre Malvinas en la que no haya soldados o misiles o tiros. O heridas. Esa persistencia es interesante para advertir cómo venimos contando y leyendo Malvinas hace cuarenta años. Y además para pensar: ¿qué preguntas nos hacemos sobre ellas? El minúsculo archipiélago, enorme símbolo patrio, más que a las preguntas suele llevarnos a las afirmaciones. A una, fundamentalmente: Las Malvinas son argentinas. ¿Pero qué nos hemos preguntado acerca de ese pedazo nuestro? ¿Qué queremos saber? ¿Queremos saber, realmente?

La curiosidad nacional, en general, ha sido atraída por las historias de la guerra o de los veteranos de uno y otro bando. El otro, el distinto, el adversario, casi siempre es el militar británico. Los sucesos de 1982 han dado lugar a incontables reportajes, libros, películas, obras de teatro, o investigaciones académicas. Pero las Malvinas-territorio, que son diferentes a las Malvinas-idea que tenemos en el continente, tienen cuatro siglos de historias previas a la guerra y cuatro décadas de enormes historias que siguieron aconteciendo luego. Al periodismo, a la academia y a las artes, le han faltado preguntas sobre ese largo antes y después. Este vacío ha sido el que me ha llevado a trabajar en los últimos años en buscar y contar esas historias, que he intentado hilvanar en Soñar con las Islas, libro que editamos con Prohistoria Ediciones en 2020.

Selfies en rincones de Puerto Argentino.
Selfies en rincones de Puerto Argentino.

En los años posteriores a la guerra grandes viajeros y periodistas argentinos fueron a Malvinas a ver y contar. Es una larga lista, pero hay textos imprescindibles de Enrique Oliva, Eduardo Belgrano Rawson, Federico Lorenz, o Roberto Herrscher, qu han narrado de manera estupenda lo que encontraron. Pero mayoritariamente, la potencia de la guerra, la oscura cicatriz, ha llevado siempre las miradas al recuerdo del 82 y sus marcas. Una tracción de sentido que, hasta aquí, nos ha impedido ver más allá. Y más acá.

¿Y qué más hay para ver, pensar y contar? Mucho. El modo conflictivo en que se están explotando los recursos naturales con el devenir de la millonaria industria pesquera. Las historias de los marineros de países pobres que pescan en los barcos de las multinacionales en condiciones extremas. La manera en que los isleños se han vuelto ricos y económicamente independientes a partir de 1987. Las formas institucionales que han inventado para construir ciudadanía política propia. El intenso proceso inmigratorio de trabajadores de más de sesenta países que está cambiando la composición sociocultural de las islas. La ola de abusos sexuales a menores que se comenzó a destapar hace unos años y es hoy el principal problema local. Los personajes: sus políticos, sus artistas, sus empresarios, sus criminales. Son fascinantes y no los conocemos. Esta es una lista a trazo grueso de lo que yo he podido ver e intento contar en Soñar con las Islas.

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A menudo he tenido que explicar, mientras lo hacíamos, por qué este libro, por qué intentamos proponer esta mirada desde el interior argentino y por qué en este momento. Santiago del Estero, la provincia donde nací, vivo y trabajo, aportó alrededor de 200 de los 23.000 combatientes que participaron en la guerra en 1982. 14 de los 649 caídos fueron santiagueños. Estamos a 2.698 kilómetros de las islas, poco más del doble de la distancia que nos separa de Buenos Aires. Tenemos aquí, como en todo el país, algunas escuelas y monumentos que recuerdan a las islas y a los veteranos. No tenemos una relación más especial con Malvinas. Y más de una vez me han preguntado: ¿Qué hace un santiagueño yendo a Malvinas a escribir sobre lo que pasa allá? Yo mismo me lo he planteado estando allí.

Nací en julio del 82, pocos días después de la rendición argentina y tampoco tengo la marca – profunda, problemática – de haber vivido 74 días en un país en guerra, ni de haber despertado del engaño de la dictadura y los medios de comunicación sobre lo que realmente había estado ocurriendo esos meses en las islas. La ausencia de esa cicatriz, quizás, es lo que me permitió hacerme otras preguntas, intentar responderlas y contarlo.

Revisando una de las primeras notas que publiqué sobre el tema, en un diario santiagueño en 2010, un subtítulo decía: “¿Qué preocupa a los isleños en este contexto de aparente bonanza económica y pleno desarrollo?”. La pregunta por las preocupaciones y sentimientos del otro, más cuando ese otro pueda ser el ocupante o el invasor, el adversario o el enemigo, siempre es inquietante. Y me parecía inquietante enfrentar ese enigma que representan los habitantes silenciados de las islas. ¿Por qué no los mencionamos en las efemérides? ¿Por qué no hay o no se ven tantos documentales o libros o películas sobre ellos? Hablamos aquella vez con dos de los integrantes de la Asamblea Legislativa de las islas, Glenn Ross y Jan Cheek, sobre la fiebre del petróleo – que hoy ya ha pasado y la explotación está prácticamente descartada – sobre la educación de los niños en las islas y también, claro, sobre el recuerdo de la guerra.

Una pared en el Museo de las Islas con cuadros y fotos de los personajes históricos locales
Una pared en el Museo de las Islas con cuadros y fotos de los personajes históricos locales

Quise, desde entonces, y como ya habían hecho otros, poder ir y ver. Recién lo logré en 2018. Ahorrando para pagar un viaje carísimo desde el norte argentino a las islas, llegué como freelance para intentar ahondar en aquello que me intrigaba. Pude recorrer las pocas calles del pueblo, hablar con mucha gente, beber con unos cuantos. Entrevisté a funcionarios y trabajadores de a pie y recorrí ampliamente el pueblo y el campo. Pude publicar en junio de ese año una larga crónica en Revista Anfibia que dejó mucho, muchísimo afuera. Y había fantaseado con la posibilidad de escribir un libro en el que pudiera ir más lejos. Pero ni las obligaciones laborales me daban el tiempo, ni la condición periférica de ser un periodista de provincia la espalda para animarme. De hecho, estuve a punto de abandonar la idea.

La Beca Michael Jacobs de Crónica Viajera – una de esas tantas becas codiciadas a las que los periodistas y académicos aplicamos con más, menos o ninguna esperanza – me permitió desarrollar el proyecto sobre Malvinas, que convenció al jurado que integraban Jon Lee Anderson, Daniel Samper y Sabrina Duque, entre 136 propuestas de 24 países diferentes. Era una responsabilidad enorme. Volví entonces una vez más a Malvinas, recorrí el continente argentino desde Ushuaia hasta el norte y viajé por Londres, Portsmouth y Newcastle en Inglaterra para poder hacer más entrevistas, conocer más lugares vinculados a las islas y reunir documentación para el libro que propusimos hacer.

Algunos ejemplares del Penguin News
Algunos ejemplares del Penguin News

Trabajamos en el manuscrito en la estupenda clínica de edición de Diego Fonseca, periodista cordobés que vive entre España y Estados Unidos. Y convertimos el texto en libro con Darío Barriera, director de Prohistoria, una editorial rosarina independiente que estaba abriendo una colección sobre Malvinas y Atlántico Sur, que aceptó llevar el libro. Darío fue, además, quién dio con el título. La idea de soñar evoca el deseo y los anhelos, pero también las pesadillas y las parcelas oscuras del subconsciente. La relación que tenemos con Malvinas atraviesa un poco todos esos registros y Soñar con las Islas es un viaje con esa amplitud.

Se trata de ampliar el foco para incorporar otros temas, otras voces y otras perspectivas sobre Malvinas que nos permitan conocer más cabalmente el territorio que reclamamos.

La propuesta no fue dejar de hablar de la guerra. Hoy, más que nunca hay que seguir hablando: entre otras cosas porque es de vital importancia el juicio contra los militares torturadores en Malvinas que avanza con mucha fuerza y contra enormes resistencias. Tampoco se trata de ceder un centímetro en el reclamo soberano ni en sacar de escena a los veteranos y sus historias de lucha. Al contrario. Se trata de ampliar el foco para incorporar otros temas, otras voces y otras perspectivas sobre Malvinas que nos permitan conocer más cabalmente el territorio que reclamamos.

La entrada al Secretariat donde está la estatua de Thatcher inaugurada en el 83 en el centro de Puerto Argentino
La entrada al Secretariat donde está la estatua de Thatcher inaugurada en el 83 en el centro de Puerto Argentino

Soñar con las Islas salió en septiembre de 2020, después de los meses más duros de la pandemia. Nos animamos a publicarlo en papel a pesar de las dificultades que planteaba la pandemia, la crisis editorial y de las dudas que teníamos sobre el futuro inmediato. Lo difundimos a pulmón y con la ayuda de muchos amigos, amigas y colegas que nos ayudaron a contar que el libro existía. Recibimos distintos comentarios y devoluciones de investigadores, veteranos, políticos y periodistas. Me permito compartir el fragmento de un mail de un pibe – un chango, diríamos por aquí – más o menos de mi edad, que trabaja en la diplomacia vinculado a la cuestión Malvinas. El breve mensaje, en el que me contaba su reacción a la lectura, es la conclusión de que todo el viaje y tanto trabajo ha valido la pena. Dice: “Hola Ernesto ¿Cómo andas? Espero que muy bien. Acabo de terminar tu libro. Te confieso que al comienzo me enojó, me fastidió un poco y se me hizo difícil querer agarrarlo y seguir leyéndolo porque no entendía el sentido de contar la historia de unos usurpadores. Pero cuando empecé a promediarlo entendí el sentido. Y dejaron de ser ese calificativo para empezar a ser isleños, personas de piel y hueso. Y a partir de ahí, de un tirón lo terminé”.

*El libro de Ernesto Picco, “Soñar con las islas”, también se consigue en ebook.

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