Una confidencia susurrada al oído: queremos tanto a Cortázar

Toda propuesta estética es un acto de magia, dice la autora Marcela Fernández Vidal sobre su tercer libro de ficción: “Junto a un dique” (Ediciones del camino, 2018). Además, la sombra inspiradora del autor de "Rayuela" y las emociones esenciales para diagramar un plan literario

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Por Marcela Fernández Vidal

“Junto a un dique” (Ediciones del camino, 2018) de Marcela Fernández Vidal
“Junto a un dique” (Ediciones del camino, 2018) de Marcela Fernández Vidal

Debo admitir que no me había dado cuenta del peso de la influencia de Cortázar en mi escritura hasta que terminé de seleccionar los cuentos que iban a integrar este volumen. Me acerqué a su obra recién cuando empecé a estudiar Letras, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Lo leí por exigencia de un programa de estudio, pero también porque fui aprendiendo a disfrutar de los juegos de ruptura y libertad que se permitía en cada historia, ya sea en lo temático como en lo formal. Básicamente me fascinó el planteo del quiebre espacio-temporal que conformaba la estrategia de liberación de los esquemas de la vida cotidiana.

Creo que los grandes escritores se reconocen por habilitar recursos de escritura para otros escritores, a la manera de un artesano que ofrece generosamente sus herramientas de trabajo a los artífices que le sucederán o como un maratonista que pasa la posta o, podría decirse, la llama encendida. Tal es el caso de Córtazar.

Durante el intenso proceso de edición de los trece cuentos que integran este libro, corroboré, no sin asombro, su impronta en un punto central: la propuesta de un lector activo, casi a la par del escritor, invitado a buscar las invisibles conexiones entre las historias, completar el devenir de los personajes y a aceptar, con naturalidad, el corrimiento de los límites espacio-temporales. 

Marcela Fernández Vidal
Marcela Fernández Vidal

Seguramente hay otros autores que han influido en mi escritura, algunos de manera que puedo reconocer a primera vista y otros, presentes de forma soterrada. A partir de este libro pienso que el amor y la envidia son las emociones esenciales que determinan con quienes mantendré un vínculo permanente, quienes me nutrirán, quienes serán un faro en medio de la vorágine de la tormenta o un oasis en la aridez del desierto.

Pero es sabido que toda propuesta estética que, en sí misma, conforma un acto de magia que fascina y entretiene a la audiencia, encripta una visión del mundo. Es tarea del autor que tiene la oportunidad de mirarse en un espejo hecho de palabras y, a su vez, tarea del lector componer ese otro relato.   

Una vez publicado este libro, soy consciente de que sus historias y sus personajes echan a andar su propia vida. Lejos de pretender controlar la atribución de sentidos e interpretaciones, me gustaría compartir, como si se tratara de una confidencia susurrada al oído, una idea subyacente: la diversidad nos desafía a entrenar la mirada para ver la trama que la diluye hasta hacerla desaparecer en la unidad.

  

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