“Siento que soy música”: Peteco Carabajal y el entusiasmo vital de un artista popular

El emblemático músico santiagueño volvió a conformar un grupo después de más de 25 años de carrera solista. Se llama Riendas Libres y este sábado 11 de agosto en el Teatro Coliseo será la primera presentación oficial en Buenos Aires. En esta nota, una entrevista sobre el cambio permanente, cuál es el motor para seguir creando y qué significa ser un artista popular

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Peteco Carabajal (Foto: Pablo Caputo)
Peteco Carabajal (Foto: Pablo Caputo)

Alrededor del año 500 antes de Cristo, Heráclito estaba en la costa del Mar Egeo mirando las olas. Su obra —lo poco que se conoce de ella— es principalmente aforística: frases reflexivas que contienen una inmensidad de sentidos. Probablemente fascinado con la forma de las olas que siempre cambian, que siempre se transforman, y viendo que ese patrón se repetía en las nubes, en las plantas, en los animales, en las personas, pensó: "Nada es permanente a excepción del cambio". Entonces comprendió un poco mejor el mundo.

Como casi nadie en este mundo, Peteco Carabajal sigue al pie de la letra este aforismo. Decidió abandonar las certidumbres y dejarse llevar por las corrientes de su entusiasmo. Como quien flota en el agua y confía en su propio peso. Que se vengan los cambios.

Y vaya que vivió cambios. De adolescente formó Santiago Trío con su primo Roberto Carabajal y Shalo Leguizamón. Luego se sumó al grupo de la familia, Los Carabajal, con el que recorrió el mundo. En el 85 grabó dos discos con Músicos Populares Argentinos, en el 88 creó Los Santiagueños, junto a Jacinto Piedra y Juan Saavedra, y tres años después empezó su etapa solista. Alcanza con decir que en todos estos años ganó muchísimos premios, hizo decenas de discos y participó en duetos con los músicos más destacados del país. Su carrera se puede definir como un gesto: el de popularizar el folclore, llevarlo a cada rincón del país, ya sea un pueblo olvidado del interior o un festival masivo en la capital.

Riendas Libres: Martina Ulrich, Homero Carabajal y Peteco Carabajal
Riendas Libres: Martina Ulrich, Homero Carabajal y Peteco Carabajal

Fueron tiempos de mucha intensidad. Entonces algo en él volvió a mutar. Tal vez la máxima de Heráclito le susurró en el oído. Habían pasado más de 25 años desde el momento en que decidió ser solista. ¿Y ahora qué?, le habrán dicho sus amigos. Así nació Riendas Libres, power trío de la música de raíz, junto a su hijo Homero Carabajal y a Martina Ulrich, la hija de Claudia Cárpena, su exesposa.

"En lo personal —le dice a Infobae Cultura del otro lado del teléfono— había llegado a un punto donde me parecía cumplida mi etapa solista, y sí, me parece cumplida en el hecho de que hice todo lo que tenía que hacer. Antes de repetirme, de que todo se vuelva una fórmula y aparezca el tedio al trabajo, he vuelto a mi origen: integrar grupos, la disciplina hermosa de trabajar en grupo. Eso coincidió con el crecimiento de Martina y Homero al lado mío. Ellos han crecido en muchas cosas y les propuse armar un grupo nuevo con una propuesta artística que la llevemos entre los tres. Nos une el amor como familia: somos papá e hijos".

Los Carabajal, foto del año 1978
Los Carabajal, foto del año 1978

A sus 62 años, entendió que el arte se comparte. Sobre todo cuando la experiencia es enorme e intensa. "Es una linda forma de aprender a ser mayor, porque yo les puedo transmitir todo lo que tengo, todo lo que soy. Tenemos humor, amor, libertad. Todo se comprende, todo se puede decir. No vamos a andar con macanas entre nosotros. Se trata de tomar la energía nueva que ellos tienen y conjugarla con la mía, que todavía me queda", dice y suelta una leve risotada.

El 11 de agosto es la primera presentación oficial en Buenos Aires de Riendas Libres. Será en el Teatro Coliseo. Habrá canciones nuevas —muchas del disco El amor como bandera que esta banda sacó en 2017 y ya presentó en todo el país— pero tampoco faltarán los clásicos.

La voz, el violín y la guitarra de Peteco. La batería, la percusión y los coros por Martina Ulrich. La voz, la guitarra y el bajo eléctrico de Homero Carabajal. Los tres, junto a una puesta en escena que tiene más que ver con el teatro que con el mero concierto —la dirección escénica de Luciana Ulrich—, harán su show, titulado Un viaje. "Le pusimos ese nombre porque se trata de una idea, de un montaje. Hay elementos del teatro, de la danza, un poco del teatro de sombras, mucha escenografía", comenta el músico.

Músicos Populares Argentinos, foto del año 1985
Músicos Populares Argentinos, foto del año 1985

—¿Qué significa para usted ser músico popular?

—Mirá… tengo que decirte que gran parte de mi recorrido ha sido inconsciente, en el sentido que yo no elaboraba mucho el pensamiento de lo que iba a haciendo. Yo me movía por las circunstancias. No he tenido para comer, para tomarme un colectivo. Me he pasado noches en bares para esperar a que llegue el día porque no tenía lugar para quedarme a dormir. En ese tiempo yo no tenía capacidad para analizar lo que estaba haciendo ni para analizar mi condición de artista. Hoy en día es distinto, porque he hecho cuarenta y pico años de recorrido. Nunca he sido consumido masivamente, pero sí mis canciones han llegado. Hoy en día tengo un patrimonio de canciones que están en el sentimiento de mucha gente en el país. Siento el cariño. Y siento que tengo un espacio que le corresponde casi a una estrella, pero una estrella de otro tipo: que se puede ver en la calle, que se puede conversar.

"Traté de que eso no agrande mi ego, sino que me haga disfrutar. Hasta te podría decir que hasta tengo fama", comenta entre risas. Risas que caen al suelo y se dispersan. "Con el tiempo adquirís la fama: aparecés en televisión, salís en la radio, te nombran en las noticias", agrega como si aún eso le sorprenda. Es que la fama nunca se naturaliza del todo. Aunque tal vez sea un acto de defensa para que el ego no se devore la humildad. Por eso el asombro. "Por ejemplo, en Buenos Aires los colectiveros me tocan bocina y en los aeropuertos me piden fotos. Pero mi recorrido pasa por, de pronto, estar en los lugares en donde las estrellas no quieren estar. Lugares donde se cobra poco o directamente no se cobra".

En su recuerdo, siempre está presente la infancia. Tal vez idealizada —como dicen los psicoanalistas— pero verdadera. Nació en una fecha patria, el 25 de mayo, en La Banda, provincia de Santiago del Estero, año 1956. Su padre fue Carlos Carabajal, conocido como "el patriarca del folclore" y "el padre de la chacarera". Creció en una familia de artistas. La música era el sonido de fondo del día, la banda sonora de la vida cotidiana.

Y aunque pinta, lee, escribe, organiza, gesta, comanda —como escribió Heráclito: "nada es permanente a excepción del cambio"—, lo suyo es la música. ¿Por qué? "Se lo puede adjudicar a una cuestión familiar. Mi abuelo ha sido un aficionado y sus hijos han aprendido, entonces la música ha estado en la familia. Y a mí no me ha costado. Cuando era chico, en mi familia no había antecedentes músicos como para que sean un espejo, como sí hubo después y hay ahora. Me destaqué porque a los seis años ya tocaba. La primera composición la hecho con mi viejo. Él me ha llevado de la mano. La música está. Yo siento que soy música".

¿Qué es lo que te mantiene activo, cuál es el motor de tus ganas de estar siempre activo?

—La posibilidad de cambiar y de probar algo distinto. Justamente, he abandonado en este tiempo la cuestión solista. Vuelvo al grupo y me encuentro con cosas nuevas, que yo sabía cómo eran y que inconscientemente las quería volver a sentir. De pronto un proyecto nuevo te da entusiasmo… El entusiasmo, eso te mantiene.

 

* Riendas Libres: Un viaje
Sábado 11 de Agosto 21 horas
Teatro Coliseo
Marcelo T. de Alvear 1125 – CABA
Entradas desde $300

 

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