La escena no fue registrada por ninguna cámara. Pero hubiera sido una metáfora perfecta sobre el encuentro entre dos culturas diferentes nacidas de una misma raíz africana. Fue en 1971. Miles Davis, por entonces estrella indiscutida en el mundo del jazz y sus aledaños, invitó a Hermeto Pascoal a su casa en los Estados Unidos, fascinado por la música del brasileño y la posibilidad de incluirlo en su próximo proyecto.
Miles, por entonces de 45 años, era fanático del boxeo y tenía un ring en su mansión. Hermeto lo recuerda así. "El me dio un par de guantes. Me preparé, me saqué el sombrero, los anteojos. Mis ojos no estaban muy bien entonces. Nos preparamos, nos acercamos. Él me miró y mis ojos apuntaban en direcciones opuestas. Miles no sabía a dónde estaba mirando yo. En ese momento me enfoqué y lo golpeé en el rostro. Desde allí me llamó 'el albino loco". Más de 45 años después, Hermeto sigue portando aquel mote, originado en la anécdota que nunca olvidó y que corona con una risa cada vez que la invoca.
Eran los años 70 y Davis, que sobre finales de los 50 había revolucionado la escena con su Kind of Blue y el jazz modal, buscaba reafirmar su liderazgo vanguardista tras el suceso de Bitches Brew, el rupturista álbum doble en el que por primera vez utilizaba instrumentos eléctricos y con el que edificó los cimientos del jazz-rock en todo el mundo.
La continuidad de aquella obra maestra fue Live Evil, el disco de 1971 para el que convocó a Hermeto junto a otros talentos como Chick Corea, Joe Zawinul, Herbie Hancock, Keith Jarrett y John McLaughlin. Allí también Miles incluyó dos de los temas del brasileño: Little church y Nem um tal vez, aunque sin reconocer el crédito autoral que le correspondía y que por otra parte Pascoal nunca reclamó.
Aquella fue una oportunidad única. Las puertas del Olimpo jazzero se le abrieron de par en par. Gil Evans lo calificaba de genio y todos lo querían en sus discos. Pero Hermeto no hablaba una palabra de inglés y sentía que sus anhelos estaban muchos kilómetros más al sur: más cerca de la vieja casona de Lagoa da Canoa, donde vivió su infancia de juguetes y flautas de madera que él mismo tallaba. Cuando, imposibilitado de trabajar bajo el sol en el campo con su padre, pasaba horas bajo la sombra de los árboles escuchando a las lavanderas con sus cacharros en el río, los gritos de los hombres arreando el ganado, los juegos de los chicos, el viento, los pájaros, el silencio. Vivencias que años después transformó en música.
Tras grabar con Miles en 1971, Hermeto vuelve a Brasil y produce su trabajo A música libre. Tres años después regresa a los Estados Unidos, para registrar Missa dos escravos, donde sorprende con la inclusión de gruñidos de animales en sus temas, parte de un estilo que le sería característico. En 1978 participa del Festival Internacional de Jazz en San Pablo y al año siguiente es la estrella del Festival de Montreux en Suiza, donde además grabó su primer disco en vivo. Montreux, con su enorme prestigio, convierte a Hermeto en la nueva estrella del jazz y le abre las puertas de Europa y Japón.
Su producción por entonces no tenía descanso. En 1980 edita Cerebro mágico, aclamado por la crítica mundial; realiza una gira por toda Europa y prepara su nuevo trabajo, Hermeto Pascoal & Grupo (1982), al que le sigue en 1984 Lagoa da Canoa, donde incorpora lo que llama El sonido del aura, con verbalizaciones cotidianas de la vida en la ciudad.
Entrando en la década de los 90′, Hermeto ya es considerado una leyenda viviente. Graba sin cesar y da shows en Europa y América, incluida la Argentina, donde en 1995 brinda un concierto para 2000 niños en Rosario, invitado por la Unicef.
Y entonces, en 1996, emprende uno de sus proyectos más ambiciosos. Componer un tema por día a lo largo de todo un año. Así entre el 23 de junio de 1996 y el 23 de junio de 1997, escribe Calendario do som ('calendario del sonido'), un total de 366 composiciones musicales de diversos géneros, para que, como dijo, cada persona tenga una canción con su día.
El Calendario del sonido tuvo dos versiones destacadas. Una que en 2005 produjo la agrupación Itibere Orquestra Familia, liderada por Itibere Zwarg, bajista de la banda de Hermeto, con un disco doble con 27 de esos temas. La otra, en 2007, de la Banda Hermética, un grupo de jóvenes músicos de La Plata que se dedicó a recrear las obras del brasileño con su consentimiento.
Pero Hermeto siguió produciendo. En 1999, lanzó el disco Eu e eles, en el cual toca todos los instrumentos y en 2003 Mundo verde esperanza. En 2006, junto a la cantante Aline Morena (por entonces su esposa, 43 años menor que él) edita Chimarrao con rapadura ('mate con azúcar morena'), un nuevo disco que explora las raíces de la música brasileña. En 2010, lanzó Bodas de latão, continuidad estilística del anterior y en 2016, ya separado de Aline, es homenajeado en Brasil por su cumpleaños 80. Pero, lejos del retiro, Hermeto inicia una nueva gira por todo el país, para presentar sus más recientes canciones.
Por todo eso y mucho más, Hermeto Pascoal es considerado hoy una de las figuras fundamentales en la historia de la música popular brasileña. Reconocido como uno de los compositores más innovadores, capaz de fusionar con talento y creatividad lo tradicional con lo experimental. Dueño además de un lenguaje propio, que él mismo bautizó como "música universal".
Y con ese espíritu rebelde y juguetón de viejo gnomo travieso, regresa ahora una vez más al país para ofrecer un show al aire libre, como siempre los prefiere. El sábado 31 de marzo, en el Parador Konex, de Buenos Aires, presentará El mundo de los sonidos, su último trabajo de estudio.
Al presentarlo, Hermeto relativizó con humor los años que pasaron entre este nuevo trabajo y el anterior. "Estuve sin grabar para darle tiempo al público y a la prensa para que escuchen los trabajos que ya estaban editados. Si yo grabo uno encima de otro, se superponen", dijo.
La misma ironía con la que rebate a quienes califican su música de elitista."La música que yo hago es universal. Y si bien es conceptuada como hermética, creo que es sólo porque mi nombre es Hermeto".
El mundo de los sonidos, editado en 2017, trae 18 canciones inéditas en las que invoca músicos con los que compartió arte y vida. Edu Lobo, Tom Jobim, Chick Corea, Thad Jones, Astor Piazzolla. Pero quizás el tributo más profundo se encuentre en el tema "Rafael amor eterno", en el que Hermeto recuerda a su bisnieto muerto a los tres años de edad, con la voz del pequeño emergiendo en medio de una música plena de sentimiento y dolor.
Quienes gustan de los números encuentran también allí motivos para justificar la trascendencia de Hermeto. Se estima que lleva compuestas unas 3.000 canciones. Que grabó más de mil. Y que a lo largo de su trayectoria ha tocado no menos de 50 instrumentos, muchos de ellos surgidos de su propia inventiva.
"Si no hubiese nacido músico, hubiera nacido música", dice Hermeto Pascoal, seis hijos, trece nietos y diez bisnietos. Mientras, crea su arte con todo lo que esté a su alcance: una flauta, un saxo, el teclado, una vieja tetera, algunos juguetes. Vasos y botellas vacías, graznidos y cantos de pájaros, palabras y silencios. Melodías de la naturaleza que lo deslumbró, cuando solo era un niño albino huyendo del sol, bajo los árboles de una vieja chacra del Brasil pobre.
*Hermeto Pascoal en el Parador Konex. Sarmiento 3131 (CABA)
Sábado 31 de marzo, a las 19 hs.
Entradas anticipadas hasta el 4/3: $500
Patio – de pie.
Para mayores de 18 años. En caso de lluvia se pasa para el 1/4
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