Del zigzagueo al pragmatismo: el esquema pendular que exhibe la política exterior de Alberto Fernández

La reciente cumbre del Mercosur, la posición ante Venezuela y los vínculos con China o Estados Unidos son una muestra del debate que hay en relación a la estrategia diplomática del gobierno

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La crisis desatada por el COVID-19 y las urgencias del Gobierno por avanzar en medidas tendientes a atenuar el impacto de lo que será la post pandemia dejaron al descubierto una verdadera “diplomacia del zigzagueo”, como algunos la bautizaron, enfrentada al “pragmatismo puro” de Alberto Fernández donde la Argentina desnudó las contradicciones propias del amplio espacio de poder que hoy lidera el Frente de Todos.

El presidente Alberto Fernández dialoga con jefes de Estado mucho más de lo que suele filtrarse en la prensa y cuenta con un equipo de funcionarios que le marcan el ritmo de la política exterior. Pero las presiones o miradas particulares del amplio abanico oficialista desataron en los últimos días tensiones visibles del kirchnerismo enfrentadas contra el albertismo más moderado y dejaron entrever ciertos vaivenes contrapuestos.

Más allá de la tarea diaria que realiza el canciller Felipe Solá, al Presidente lo asesoran en materia de política exterior el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz y escucha también al dirigente chileno Marco Ominami. Como contrapartida aparecen los referentes del Instituto Patria como Oscar Parrilli o Jorge Taiana que, alineados con Cristina Kirchner, tienen su peso a la hora de opinar sobre política exterior.

En este variado contexto político del poder se mueve Alberto Fernández que en las últimas semanas dejó al descubierto esa “diplomacia del zigzagueo” que hoy está en la mira de analistas internacionales, embajadores extranjeros y empresarios. Frente a esto, en el Gobierno desestiman esa idea y hablan del “pragmatismo puro” que mueven a las relaciones exteriores. Los hechos y datos más visibles que se pueden destacar en este esquema pendular de la política exterior están los siguientes ejes de análisis:

El Mercosur. Alberto Fernández expresó este jueves en la cumbre de jefes de Estado del Mercosur que “las diferencias que puedan surgir ideológicas o conceptuales pasan a un segundo plano a la hora de entender que son los pueblos que se vinculan más allá de los gobiernos”, y pidió establecer la unidad en América Latina para enfrentar los desafíos que se vendrán en la post pandemia del COVID-19. No quiso hablar de Jair Bolsonaro de manera directa pero el mensaje apuntaba al presidente de Brasil con quien tiene una abierta grieta. Llamaron la atención las palabras del jefe de Estado y de su canciller, quien en esa misma línea dijo que el Mercosur debe “superar los prejuicios” y entender que “los pueblos no quieren ningún tipo de peleas”.

captura
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Las menciones de una nueva etapa de “paz y armonía” en el Mercosur contrastaron con el mensaje del propio Alberto Fernández hace una semana atrás. En una viedoconferencia con el ex presidente de Brasil Lula Da Silva dijo que “extrañaba mucho” no contar con la ayuda de presidentes como el propio Lula, Dilma Rousseff, Rafael Correa o Hugo Chávez.

“Se trató de un diálogo íntimo de amigos y debe ser visto así”, justificó ante Infobae un secretario de Estado. Claro que ese diálogo era emitido al instante en una videoconferencia donde la miraron más de 300.000 personas, incluidos los diplomáticos de Itamaraty, la Cancillería de Brasil y los asesores de Bolsonaro, a quien seguramente no cayeron bien esas palabras de elogios hacia su archienemigo Lula.

No sólo esto. En la cumbre del Mercosur los presidentes de Brasil, Paraguay y Uruguay insistieron en avanzar en negociaciones por un acuerdo de libre comercio con Corea del Sur y Singapur. Alberto Fernández no dijo nada al respecto. Optó por el silencio. Pero en el Palacio San Martín insisten en poner reparos a esas negociaciones ya que entrevén en ello una desventaja comercial para los países del Mercosur.

Consejo exportador. El canciller Solá emitió esta semana una resolución interna para constituir el Consejo Federal de Relaciones Exteriores y Comercio Internacional. Según pudo saber Infobae, se trata de un espacio público-privado para que “se genere un ámbito de diálogo abierto con las provincias sobre temas de límites, pasos, agenda de comercio internacional, promoción de las producciones regionales y otros ejes para aumentar las exportaciones”.

Este Consejo público-privado funcionaría en paralelo a la Agencia de Inversiones que está abocada a promover desde el Estado productos argentinos en el mundo y a financiar proyectos de desarrollo de negocios para empresas locales.

El secretario de Relaciones Económicas de la Cancillería, Jorge Neme, dijo a este medio que “Argentina tiene que estar conectada al mundo de manera pragmática, potenciando las economías regionales y al sector exportador argentino, defendiendo a los sectores productivos”.

La estrategia sería completamente ideal si no chocara con datos concretos de la realidad. Los referentes del campo observan una “contradicción de origen” en los planes agroexportadores del Gobierno tendientes a salvarse de la crisis post pandemia.

El que grafica perfectamente esto es Daniel Pellegrina de la Sociedad Rural Argentina. “La idea de un Consejo para fomentar las exportaciones sonaría bien si los sectores del agro que exportan tuvieran un tipo de cambio más acorde y barreras impositivas accesibles”, dijo a Infobae. La Mesa de Enlace ya se quejó con el ministro de Agricultura, Luis Basterra, por la ausencia de competitividad a la hora de exportar productos argentinos. La ecuación no les cierra: con un dólar exportación y retenciones incluidas deben vender la soja, por ejemplo, a $43 y comprar insumos en dólares del mercado que superan ampliamente ese monto.

A la vez, en el sector agrícola se quejan de que en comparación con otros países del mundo que ven la gravedad de la crisis del COVID-19 y han desplegado fuertes subsidios al campo, en la Argentina el Estado no los acompaña lo suficiente.

Nicolás Maduro, Alberto Fernández
Nicolás Maduro, Alberto Fernández

Derechos humanos. En política exterior de derechos humanos la Argentina acaba de dar clases de contradicciones. El Gobierno votó a favor de una resolución del Consejo de Derechos Humanos de la ONU que condenó a la dictadura cruel de Daniel Ortega en Nicaragua mientras que en el Consejo Interamericano de Derechos Humanos de la OEA la Argentina se abstuvo de condenar al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela.

La alta comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet, acaba de hacer una actualización oral sobre la situación de los derechos humanos en Nicaragua y en Venezuela. En ambos casos se refirió a la continuación de la violación de los derechos humanos en ambos países, donde se advierten persecuciones políticas, opositores presos, torturas y falta de libertades.

La OEA añadió respecto de Venezuela que le preocupaban los ataques a los parlamentarios de la Asamblea General, las muertes de jóvenes en manos de las fuerzas de seguridad, la continuación de las detenciones arbitrarias, las torturas, las desapariciones forzadas y la violencia en los centros de detención. Pero la Argentina eligió aquí la “diplomacia del zigzagueo”. Para un caso a la Argentina no parece molestarle las violaciones a los derechos humanos y para otro caso si.

Relación con Estados Unidos. El Gobierno optó por mantener una línea de diálogo con la administración de Donald Trump, cuyo objetivo inmediato es lograr el apoyo de Washington en la ardua negociación con los bonistas por la deuda externa.

A la vez, el embajador argentino en Estados Unidos, Jorge Argüello, mantiene con el gobierno republicano una agenda abierta y variada que busca ampliar el intercambio comercial con negociaciones por la exportación de biodiesel y acero argentinos incluido.

Pero en el medio se cuela el tema Venezuela que para Trump es un caso central en su mirada de América Latina. El ministro de Defensa, Agustín Rossi, comentó hace una semana a Infobae que “Venezuela no resulta una amenaza para la región”. Pocas horas después el jefe del Comando Sur, Craig Faller, respondió por elevación al ministro argentino al sostener en una conferencia de prensa que el régimen de Maduro “es una amenaza para la región ya que tiene negocios turbios con Irán que es el mayor contribuyente del terrorismo”.

Antes de este contrapunto, el presidente Alberto Fernández dijo en su “diálogo íntimo” por videoconferencia con Lula Da Silva que “Estados Unidos se encargó de destruir la CELAC y la UNASUR” y fustigó la estrategia norteamericana de avanzar en el directorio del BID. Allí también contó que su único aliado en América latina hoy es el presidente de México, Andrés López Obrador, otro experto en zigzagueos de la política exterior que no tiene la mejor impresión de Washington.

¿Se puede estar con Washington para lograr un apoyo por los bonistas y al mismo tiempo avalar a Maduro? Preguntó Infobae a un destacado funcionario del Gobierno. “En Washington respetan la agenda bilateral de lo que puede ser la agenda internacional de Argentina”, dijo.

Irma Argüello, que preside la Fundación de No Proliferación para la Seguridad Global (NPSGlobal) y conoce los humores de Washington, expresó a Infobae: “Más allá de la desgracia que representa el régimen de Maduro para el pueblo venezolano, no nunca dejó de ser amenaza regional, eso no cambió. Lo que cambió es la orientación ideológica del gobierno argentino, que se ha puesto del lado incorrecto de la historia”.

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La alianza con China y Rusia. En línea paralela a la agenda con Washington, el gobierno decidió desplegar un fuerte vínculo con China en una muestra más de esta diplomacia del zigzagueo. Algunos lo llaman “pragamatismo puro de la política exterior”.

Lo concreto es que el presidente chino Xi Jinping recientemente le transmitió a Alberto Fernández en una carta que quiere elevar el rango de las relaciones bilaterales de la actual “Asociación Estratégica Integral” a un escalón más alto denominado “Asociación cooperativa estratégica” o “asociación de colaboración estratégica integral”, que son dos estamentos superiores de vinculación en la jerga diplomática china y no todos los países lo tienen con China ya que responde a un grado de mayores compromisos diplomáticos bilaterales.

El Gobierno abraza esa idea porque hoy China implica dinero fresco que llegará en la post pandemia para más de 16 proyectos de inversión que tiene previsto Beijing para la Argentina. Allí se cuentan a los proyectos de energía nuclear, tecnología del 5G, exploración del litio y la cooperación en defensa y ciencia, entre otras cosas. El embajador Luis Kreckler que llegará en los próximos días a China ya tiene armada esa agenda en marcha.

A la vez, la cancillerías de China y Argentina armaron un documento denominado “Mecanismo de Dialogo Estratégico para la Cooperación y Coordinación Económica” (DECCE). Según este acuerdo al que accedió Infobae están contemplados allí un paquete ambicioso de inversiones chinas en el país que abarcan en detalle los 16 proyectos en puerta. Claro que la idea de un desembarco chino con la tecnología 5G o la central nuclear no agrandan en nada a los diplomáticos de Estados Unidos.

Sin embargo, la Casa Rosada cree que se puede caminar en dos andariveles a la vez porque entienden que la política exterior está diagramada con pragmatismo. Incluso creen que se puede ir en tres carriles a la vez si se tiene en cuenta el acercamiento de la Argentina a Rusia. El presidente de la Federación de Rusia Vladimir Putin envío las felicitaciones con motivo del 210 aniversario de la Revolución de Mayo a Alberto Fernández y hay una “agenda nutrida” que prepara la designada embajadora en Moscú Alicia Castro.

La embajada de Rusia en Buenos Aires destacó a Infobae: “La Federación de Rusia tomó decisión de asignar financiación para producción de los medios de diagnóstico del COVID-19 para prestar ayuda técnica a países extranjeros. Así que al conocer las necesidades de Argentina, Rusia está dispuesta a donar insumos para PCR-diagnóstico del coronavirus”.

Además, los principales centros científicos rusos siguen investigando otras tecnologías prometedoras y vacunas contra coronavirus. No sólo esto. Rusia tiene un importante interés en elevar los niveles de comercio con la Argentina. Alberto Fernández se considera un “gran amigo” de Moscú. Durante la campaña electoral del año pasado dio muestras de ello cuando se presentó en la embajada rusa a festejar el día nacional de ese país y abrazar al embajador Dimitry Feoktitstov más allá de los que pueda pensar Washington.

Después de todo para el gobierno la diplomacia se trata sólo de “pragmatismo puro” donde los zigzagueos de la diplomacia sólo quedan para los analistas.

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