Entre las recomendaciones que debe tener en cuenta al momento de ayudarle a una persona de la tercera edad en caso de sismo, están:
Bahía Solano (Chocó) fue sacudida por una serie de sismos entre el 26 y 27 de septiembre de 1970, que causaron daños estructurales significativos y sembraron el pánico entre sus habitantes. Los eventos telúricos comenzaron en la madrugada del 26 de septiembre y continuaron con un segundo temblor a las 9:57 a. m., que fue percibido con mayor intensidad.
Este segundo sismo provocó el colapso de edificaciones ya dañadas y profundos agrietamientos en el suelo, lo que obligó a una evacuación masiva hacia ciudades como Medellín, Quibdó, Cali y Buenaventura.
La situación se agravó con un tercer sismo en la noche del 27 de septiembre, que aunque de menor magnitud, fue descrito por los locales como el más aterrador debido a su impacto en las estructuras ya comprometidas.
Durante esos días, más de 15 réplicas, todas de magnitud igual o superior a 4.0, se sintieron en la región. Los deslizamientos de tierra y los agrietamientos profundos en el suelo fueron algunas de las consecuencias más visibles de estos eventos sísmicos.
A nivel general, los términos sismo, terremoto y temblor son considerados sinónimos por diversas autoridades y diccionarios. Según la Real Academia Española, terremoto se define como un movimiento brusco de la corteza terrestre, lo cual coincide con la definición de sismo. Sin embargo, existe una diferenciación en el uso coloquial de estos términos en diferentes regiones.
En Latinoamérica, donde los movimientos de las placas tectónicas son frecuentes, las palabras temblor y terremoto se utilizan a menudo para describir fenómenos de distinta magnitud. Generalmente, un temblor se asocia con un movimiento sísmico de menor intensidad y duración limitada a pocos segundos, mientras que un terremoto se refiere a un fenómeno más fuerte, con potencial destructivo significativo y una duración que puede extenderse a minutos. De otro lado, la palabra sismo se refiere a cualquier movimiento de la corteza terrestre, sin importar su intensidad o consecuencias.
El Instituto Geofísico del Perú reconoce estas diferencias y señala que en el uso cotidiano, un temblor es identificado como un sismo leve y menos dañino, mientras que un terremoto implica mayores daños a infraestructuras y posibles víctimas. Sin embargo, este mismo instituto coincide con la Real Academia Española en que, pese a estas distinciones coloquiales, los términos pueden ser considerados sinónimos y utilizados indistintamente en contextos profesionales y científicos.
Tras un sismo, es importante mantener la calma y seguir estos pasos:
Mantener la calma y seguir estas recomendaciones puede ayudar a minimizar riesgos y asegurar tu seguridad tras un sismo.
En el municipio de Los Santos, en Santander, se registran entre 12 y 20 sismos diariamente, convirtiéndolo en uno de los puntos con mayor actividad sísmica a nivel global.
Este lugar se ubica al sur de Bucaramanga y es parte del cañón del Chicamocha, región que solo es superada por el área del Hindu Kush en Afganistán por su alta frecuencia de actividad sísmica.
Esta frecuencia de temblores ha llevado a que la comunidad de Los Santos desarrolle una peculiar adaptación a la constante actividad telúrica, los habitantes han incorporado medidas de seguridad y protocolos de emergencia en su vida diaria.
Durante las temporadas de lluvias, los sismos pueden presentar riesgos adicionales, como deslizamientos de tierra e inundaciones. A continuación, se ofrecen recomendaciones para prepararse y responder ante un sismo en estas condiciones:
Revisión y mantenimiento del hogar: asegúrate de que tu vivienda esté en condiciones óptimas para resistir sismos, especialmente durante la temporada de lluvias. Esto incluye revisar el estado del techo, desagües y cimientos. Asegura también que las pendientes cercanas estén estables y no muestren signos de deslizamiento.
Aseguramiento de objetos: fija los muebles altos y los objetos pesados a las paredes para evitar que caigan durante un sismo. Revisa especialmente aquellos que puedan bloquear rutas de evacuación.
Elaboración de un plan de emergencia: crea un plan de emergencia que considere las particularidades de la temporada de lluvias, como la posibilidad de inundaciones o deslizamientos post-sismo. Incluye rutas de evacuación seguras que eviten áreas propensas a estos riesgos.
Kit de emergencia adaptado: asegúrate de que tu kit de emergencia incluya elementos esenciales para la temporada de lluvias, como impermeables, botas de agua y bolsas sellables para proteger documentos importantes y dispositivos electrónicos.
Identificar zonas seguras: dentro de tu hogar, identifica las zonas más seguras para protegerte durante un sismo. Evita estar cerca de ventanas que puedan romperse y causar heridas. Durante la temporada de lluvias, considera también los riesgos adicionales al elegir estas zonas.
Preparación para cortes de servicios: los sismos, especialmente durante temporadas de lluvias, pueden provocar cortes en los servicios de agua, electricidad y gas. Prepara suministros de agua potable y comida no perecedera que sean suficientes para varios días.
Cuidado con inundaciones y deslizamientos post-sismo: después de un sismo, mantente alerta a las posibles inundaciones o deslizamientos, que pueden ser más probables debido a la saturación de agua en el suelo. Evacua hacia zonas altas si observas o recibes aviso de estos riesgos.
Cuando empiece a temblar usted debe, agacharse, si es posible resguardarse debajo de una mesas, o elemento que le proteja su cuerpo mientras deja de temblar, en caso de no ser posible, ponerse lo más cercano al piso y buscar un punto lejos de ventanas u objetos que puedan caer cerca de usted.
En caso de las personas con algún tipo de discapacidad o necesidad funcional se debe agacharse y apoyarse en un pared interior porque puede perder la estabilidad del cuerpo.
Agua potable: al menos 4 litros por persona por día, para beber y para higiene básica.
Alimentos no perecederos: enlatados, barras energéticas, frutos secos, alimentos deshidratados o listas para comer.
Radio a baterías o manivela: para recibir actualizaciones y alertas de emergencia, ya que los sistemas de comunicación pueden fallar.
Linterna y pilas de repuesto: preferiblemente de tipo LED para ahorrar energía.
Botiquín de primeros auxilios: con vendas, gasas, desinfectantes, medicamentos básicos (analgésicos, antihistamínicos, etc.), tijeras, pinzas, y otros artículos esenciales.
Máscaras y guantes: para protegerse del polvo y escombros tras un sismo.
Herramientas básicas: un martillo, destornilladores, una navaja multiusos y una llave inglesa pueden ser útiles para liberar o asegurar objetos.
Es un proceso integral que involucra varias instituciones y tecnologías para detectar, registrar y analizar los movimientos telúricos que ocurren en el territorio nacional. La entidad principal encargada de esta tarea es el Servicio Geológico Colombiano (SGC), a través de su Red Sismológica Nacional de Colombia (RSNC).
Componentes del monitoreo sísmico:
Colombia enfrenta el desafío de estudiar en detalle sus fallas geológicas, un fenómeno natural que resulta de la dinámica terrestre y que ha estado presente en el país durante millones de años debido a la evolución geológica del sistema montañoso Andino. Según la Sociedad Colombiana de Geología, estas fallas son fracturas en la corteza terrestre a lo largo de las cuales se mueven bloques de roca, y su comprensión es crucial para la proyección de obras civiles y la caracterización de fallas activas.
Aunque las fallas geológicas son producto de procesos naturales, es esencial que la ingeniería contemple un análisis geológico detallado al planificar infraestructuras. No todos los problemas geotécnicos en las vías son atribuibles a fallas geológicas, a pesar de que a menudo se señalicen como tales. Las fallas pueden provocar movimientos en masa, pero no todos estos movimientos coinciden con la trayectoria de una falla.