La exportación de harinas, pastas y galletitas es la gran esperanza para el trigo

Un estudio revela que la campaña récord de 21 millones de toneladas del cereal puede generar un crecimiento de las ventas externas de derivados y la creación de unos 16.000 nuevos puestos de trabajo para 2019. El aporte del sector al PBI

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La cadena del trigo argentino busca redoblar su apuesta luego que el Gobierno Nacional decidiera reinstalar los derechos de exportación a comienzos de septiembre. Con un consumo interno que alcanzó su techo, el foco está puesto en la exportación, pero no sólo de granos, sino también de productos industrializados, con agregado de valor, como harinas, pastas, galletitas y panificados. El objetivo: obtener un mayor valor de producción, creación de empleo, aumento en la recaudación fiscal e ingreso de divisas.

La conclusión surge del trabajo "El impacto de la cadena triguera en las exportaciones", elaborado por el Centro de Economía Regional (CER) de la Escuela de Economía y Negocios de la Universidad Nacional de San Martín (UNSaM). El estudio recuerda que en la campaña 2017/18 la producción del cereal alcanzó los 18,7 millones de toneladas (Mtn). "Esta mayor disponibilidad de trigo abre la posibilidad a un incremento en su industrialización y posterior exportación en forma de harina y derivados", señalan. Y agregan: "A medida que el trigo avanza hacia adelante en la cadena productiva, mayor en el valor agregado que pueden incorporar los productos farináceos".

Cabe recordar que, según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), la superficie sembrada en la actual campaña 2018/19 alcanza las 6.320.000 hectáreas con la posibilidad de dejar un nuevo récord histórico de 21 Mtn. Según Adrián Gutiérrez Cabello, Coordinador del CER y uno de los autores del informe junto a Agustina Ciancio, "es necesario que lleguen a un acuerdo todos los integrantes de la cadena, desde los productores hasta el último eslabón, para fijar una estrategia con el Gobierno y salir a exportar. Si no, se termina moliendo sólo seis millones de toneladas para consumo interno y el resto se vende como grano y lo aprovechan nuestros competidores. Por ejemplo, Italia es importador neto de trigo, pero todo lo que compra lo exporta procesado, como pasta y panificados", explicó en diálogo con Infobae.

El primer millón
El trabajo de la UNSAM afirma que el mercado local exhibe una baja tasa de crecimiento en el consumo de productos farináceos, siendo la exportación "la principal herramienta de crecimiento que tiene el sector". Además, sostiene que de acuerdo a la evolución del primer semestre del año la exportación de harina alcanzaría las 650.000 toneladas, lo que significa una baja del 8% respecto de 2017. "Esta cifra es visiblemente inferior al desempeño del año 2008, en el que se vendieron unas 980 mil toneladas; el sector tiene margen para crecer, ganar nuevos mercados y recuperar los que se perdieron", explica el informe.

Los investigadores plantean el impacto económico que tendría para el año que viene un aumento de 350.000 toneladas en las exportaciones de harina de trigo para alcanzar la meta del millón de toneladas. Para ello, desde la Escuela de Negocios estiman que se deberían procesar unas 467.000 toneladas adicionales de trigo, lo que representa un incremento del 7,9% interanual en los niveles de molienda. Este crecimiento estimado de las exportaciones generaría un incremento del 0,03% del Producto Bruto Interno (PBI). Desde el punto de vista tributario, la recaudación adicional estimada (incluyendo retenciones, IVA, Ganancias, Impuestos Internos, a los Combustibles, Débitos y Créditos; y excluyendo Seguridad Social, tasas provinciales y municipales) rondaría los $739 millones.

En tanto, el informe de la UNSAM destaca que, por cada puesto de trabajo que se crea en la molinería, se generan otros tres en el resto de la economía. En este sentido, apuntan que si se contabilizan los puestos de trabajo que se vinculan incluso con las actividades primarias se crearían unas 3.890 oportunidades laborales. "De estos, 1.600 se relacionan directa e indirectamente con la producción de trigo, beneficiando el arraigo de las poblaciones locales, el consumo regional y la recaudación impositiva", explican los analistas.

Al respecto, el Presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM), Diego Cifarelli, señaló: "lo que buscamos es duplicar la capacidad de trabajo que tenemos como cadena. El año pasado fuimos el sector agroindustrial que más puestos directos creó con unas 2.900 posiciones". En diálogo con Infobae, el dirigente afirmó que la del trigo "es una cadena de valor que pasó de aportar unos U$S 1.500 millones al PBI en 2015 a sumar U$S 3.500 millones dos años después; su crecimiento fue enorme. Este año, con una cosecha de 21 Mtn vamos a superar los U$S 4.000 millones", vaticinó.

Con valor agregado
La Argentina es la cuarta exportadora mundial de harina de trigo con más de 700 mil Tn vendidas por un total de U$S 196,6 millones, detrás de Turquía (3,5 Mtn), Kazajistán (2,3 Mtn) y Alemania (900 mil Tn). Sin embargo, hay otros derivados que presentan grandes oportunidades de crecimiento para esta cadena productiva.

En el sector del pan industrial, que incluye la producción de galletitas y productos de panadería y confitería, nuestro país participó sólo en el 0,32% del mercado mundial con 34.700 Tn por U$S 85,3 millones (a un promedio de U$S 2.455 por tonelada). Entre 2007 y 2012 las empresas nacionales exportaron unas 53.000 Tn anuales, con máximos en 2010 de 55.000 Tn. El estudio del CER advierte que "si Argentina hubiera mantenido esa participación en 2017, se habrían exportado 74.000 toneladas, el doble de lo que efectivamente se vendió".

De alcanzarse el objetivo de crecimiento de exportaciones equivalentes a 100.000 Tn adicionales, el país se posicionaría dentro de los 20 principales exportadores mundiales, lo que implicaría un aumento del PBI del 0,06% gracias a los efectos directos e indirectos generados desde la producción primaria hasta la provisión de servicios para el sector. Por otra parte, Ciancio y Gutiérrez Cabello argumentan que la demanda de empleo alcanzaría los 6.750 puestos adicionales, de los cuales dos terceras partes se vinculan al sector manufacturero. Los ingresos fiscales crecerían en $ 1.567,5 millones.

La producción de pastas es otra oportunidad para la Argentina. En 2017 la producción alcanzó las 401.000 Tn de las que sólo se exportaron unas 18.700 Tn. El informe de la alta casa de estudios considera que "el sector fideero cuenta con grandes ventajas para ampliar su volumen de producción destinado al resto del mundo. La capacidad ociosa que presenta esta actividad es cercana al 40%, lo que permitiría aumentar en el corto plazo la producción de pastas, sin tener la necesidad de realizar nuevas o mayores inversiones".

Los especialistas contabilizaron que de enero a julio las exportaciones de pastas secas (94% del total) creció poco más del 40%. Si se proyecta unas 100.000 Tn de ventas adicionales se obtendrían al menos U$S 76,6 millones, lo que se traduciría en un incremento del PBI del 0,03%. "La exportación de pastas es un ejemplo de encadenamiento productivo y del impacto que produce la generación de valor en los productos agrícolas" afirman en San Martín y destacan que este incremento permitiría generar 5.190 puestos de trabajo. El impacto fiscal se traduciría en casi $ 741,2 millones al año.

Orden y progreso
Cifarelli reclamó "un reordenamiento de los establecimientos para proyectar de qué manera le vamos a dar trabajo a esos molinos, y la única alternativa es la exportación. Somos uno de los pocos sectores productivos que tiene más de 50 pequeñas y medianas empresas que exportan y buscamos llegar a las 80".

El titular de FAIM manifestó que "hay eslabones que no tienen una actividad acorde a su capacidad de producción. No se alcanzó todavía un posicionamiento externo de los fideos secos, frescos o las galletitas. Esa es una materia pendiente. Además de la participación activa del Estado, necesitamos una intervención inteligente para hacer visible el potencial de cada uno de los eslabones". Sobre este punto, el molinero señaló que "más allá de la apertura de mercados, se necesita una estrategia exportadora que abarque cada vez más integrantes de la cadena productiva del trigo".

El análisis de Ciancio y Gutiérrez Cabello concluye que "la elaboración de productos derivados del trigo no sólo genera más valor a medida que se agregan eslabones industriales sino que, al mismo tiempo, impulsa la creación de empleos y la recaudación de impuestos". En definitiva, el aumento en las exportaciones de harina, pastas, galletitas y panificados, determina un incremento mayor a los 15.600 empleos, con un crecimiento del PBI proyectado para 2018 en 0,12%.