Beijing ganó el control total sobre Hong Kong: ahora comienzan los ‘lavados de cerebro’

Por Shibani Mahtani

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Foto: Washington Post
Foto: Washington Post

Para ser un lugar que ha sido despojado de sus derechos democráticos durante la pandemia, algunos días en Hong Kong todavía se sienten rutinarios.

Algunos oficinistas se reúnen para tomar una cerveza. Los hipsters fotografían sus cafés para Instagram. Los viajeros —con mascarillas— llenan el metro a la hora pico, y los fines de semana los senderos están llenos de excursionistas que trepan por las colinas para ver la puesta de sol.

El 15 de abril, sin embargo, no fue un jueves normal. En esa ocasión, el primer “Día de la Educación para la Seguridad Nacional” desde que China impusiera una dura ley de seguridad en junio, fue la demostración más visible de la caída de Hong Kong, al pasar de ser un territorio relativamente libre y bullicioso a un lugar orwelliano que cada vez se asemeja más al resto de la nación asiática.

Las escenas propagandísticas contrastaron con el 2019, cuando los medios documentaron la mayor revuelta de Hong Kong contra el gobierno chino desde 1997. Dirigida a los niños y diseñada para fortalecer la imagen de la policía de Hong Kong, la campaña de la semana pasada evidenció cuál es la nueva narrativa de las autoridades para abordar el tema de las protestas: fuerzas extranjeras entrometidas que solamente llegan para causar problemas.

Con la disidencia neutralizada por la ley de seguridad, muchos de los que formaron parte del levantamiento del 2019 no tuvieron más remedio que adoptar una resignación silenciosa.

El día comenzó con ceremonias en la mayoría de las escuelas. Se izaron banderas y se cantó en voz alta el himno nacional chino, la famosa “Marcha de los Voluntarios”.

Una maestra de escuela primaria, que habló bajo condición de anonimato por temor a represalias, dijo que que les tenía que poner a sus alumnos una caricatura sobre “seguridad nacional” y distribuir un folleto en el que se explica la nueva ley. A los maestros, explicó, se les dijo que tenían que dejar muy en claro a sus alumnos que adherirse a esta nueva ley de seguridad nacional era tan simple como seguir las reglas de la escuela.

Algunos abogados de Hong Kong me dicen continuamente que la ley es una trampa vaga, que crea delitos redactados de manera ambigua, y que en los peores casos podría llevar a la gente a la cárcel simplemente por tocar una canción o pronunciar un eslogan. Tan solo por llamar a la ley “una de las mayores amenazas a los derechos humanos y el estado de derecho” ya han sido expulsadas miles de personas; y algunas empresas extranjeras, como el New York Times, han tenido que trasladar sus empleados a otra parte.

La maestra dijo que sus alumnos de 10 años aún no pueden comprender todos los matices, por lo que prácticamente se han convertido en el blanco de una campaña de “lavado de cerebros”.

(Photo by Anthony WALLACE / AFP)
(Photo by Anthony WALLACE / AFP)

Los estudiantes creerán esto completamente y no pensarán críticamente sobre nuestro pasado”, expresó. “Nos sentimos impotentes. Es un trabajo subyugado por un sistema en el que no podemos hacer nada más que seguir reglas”.

Los estudiantes de kindergarten, de tan solo 3 años, tuvieron que participar en varios eventos del Día de la Educación de Seguridad Nacional, entre ellos una sesión fotográfica cuya finalidad es tapizar con imágenes un mosaico dedicado a la seguridad nacional. Como la mayoría no sabe leer, al menos se salvaron de los folletos propagandísticos.

Una simpatizante, Shirley Lee, dijo que aceptaba las restricciones de la nueva ley, ya que las creía necesarias.

Si a la gente se le da demasiada libertad o indulgencia, creen que pueden hacer lo que quieran”, explicó. “Hay un dicho chino: un país tiene sus leyes y una familia sus reglas”.

Los organismos encargados de hacer cumplir la ley de Hong Kong también organizaron una jornada a “puerta abierta” para el público.

Los reporteros y fotógrafos fueron conducidos a un patio donde, bajo una llovizna ligera y nubes oscuras, observaron por primera vez a los policías de Hong Kong dar el paso de la oca. Este es el estilo de marcha del Ejército Popular de Liberación. El jefe de la policía, Chris Tang, dijo que era” apropiado para la ocasión”, ya que se trataba de un día en el que “había que expresar cuán orgullosa estaba la fuerza de ser china”. También, por primera vez, los comandos se dieron solo en cantonés, y no en inglés.

El paso de ganso también es utilizado por Corea del Norte y fue realizado por el ejército en la Alemania nazi. George Orwell lo describió como “una de las vistas más horribles del mundo”.

Cuando tomamos nuestras posiciones para cubrir esa exhibición, fuimos recibidos por oficiales que empuñaban globos con la figura de un oficial de la policía que lucía sonriente y feliz. También hubo otros artículos conmemorativos: un osito de peluche con el uniforme de los Raptors, y una unidad táctica a escala que se hizo famosa por su brutal uso de la fuerza en 2019.

Los niños y sus padres se tomaron selfies con los tanques de control de multitudes y antidisturbios de fondo, incluido un lanzador de gases lacrimógenos y un cañón de agua. Pasé horas en 2019 viendo los videos de la policía usando este tipo de vehículos para una investigación galardonada que produjo The Washington Post. Sin embargo, hasta el momento nadie ha sido castigado por esos hechos.

A young visitor poses in front of a police vehicle at the city's police college during an open day to celebrate the National Security Education Day in Hong Kong on April 15, 2021. (Photo by Anthony WALLACE / AFP)
A young visitor poses in front of a police vehicle at the city's police college during an open day to celebrate the National Security Education Day in Hong Kong on April 15, 2021. (Photo by Anthony WALLACE / AFP)

Cuando los oficiales repartieron regalos y panfletos sobre la seguridad nacional, fue difícil conectarlos con la fuerza que sometió a los periodistas a base de gases lacrimógenos, gas pimienta, intimidación y amenazas durante las protestas de 2019. Pensé en Veby Mega Indah, una periodista que perdió permanentemente la vista en un ojo después de que fue alcanzada por una bala de goma mientras cubría una protesta. La policía de Hong Kong se ha negado a identificar al oficial que disparó el proyectil, por lo que ha resultado un problema buscar compensación o justicia.

Sentado en un taxi de regreso a la Facultad de Policía, miré a través del puerto de Aberdeen y vi tres cárteles azules, dos en los autobuses y uno en un edificio, en los que se instaba a la gente a “defender la seguridad nacional”, al mismo tiempo que se declaraba que los “patriotas” debían gobernar Hong Kong.

A medida que los líderes de la oposición marchan a la cárcel, los recuerdos de las protestas de 2019 se van borrando, dejando solo una narrativa de alborotadores violentos engañados por fuerzas extranjeras y la imposición de leyes diseñadas para erradicarlos.

Y, como me escribió un amigo que recientemente se fue de Hong Kong, este lugar se ha vuelto “irreconocible”.

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