Tom Hanks y el inesperado éxito de ventas de las antiguas máquinas de escribir

Por Cathy Free

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Paul Schweitzer, de 79 años y propietario de Gramercy Typewriter Co., aún sigue arreglando máquinas de escribir en Manhatta (Cortesía de Jin Schweitzer)
Paul Schweitzer, de 79 años y propietario de Gramercy Typewriter Co., aún sigue arreglando máquinas de escribir en Manhatta (Cortesía de Jin Schweitzer)

En una era donde glorificamos la velocidad y donde casi todos llevan una computadora en el bolsillo, sorprende encontrar en Nueva York a Paul Schweitzer llenando una bolsa con herramientas de su oficio -cintas de máquina de escribir, alicantes de punta fina- para atender llamadas de emergencia para arreglar máquinas de escribir.

Estos aparatos vintage están volviendo gracias a los jóvenes que aprecian las máquinas, de la misma manera que lo han hecho con los vinilos o los tocadiscos. Celebridades, incluyendo el actor y apasionado de la máquina de escribir Tom Hanks, escritores, coleccionistas y cualquier persona que quiera tener un recordatorio de tiempos más simples han sido la clave del éxito de Schweitzer en Gramercy Typewriter Co., una tienda iniciada por su padre, Abraham Schweitzer, en 1932.

A principios del 2000, Schweitzer vendía 10 máquinas de escribir al mes. En los últimos años, ese número se ha disparado a alrededor 60 al mes, gracias a los millennials que han estado adquiriendo estos aparatos y que han hecho uso del servicio técnico.

"En los últimos cinco o seis años, he visto un gran interés en las máquinas portátiles", comentaba Schweitzer, de 79 años, acerca de su negocio, ubicado en la Quinta Avenida, donde se encuentra el icónico edificio Flatiron.

Paul Schweitzer ha visto un aumento en las ventas de las máquinas de escribir en los últimos años (Jin Schweitzer)
Paul Schweitzer ha visto un aumento en las ventas de las máquinas de escribir en los últimos años (Jin Schweitzer)

Durante la época navideña del año pasado se vendieron 110 máquinas de escribir, a un costo de entre USD 195 y USD 595 cada una, como regalos para niños y adultos. Esperan ver ventas similares para este año.

"¡La gente los ama!", exclama. "Nos llevan de vuelta al pasado a un ritmo más lento y más tranquilo", agrega.

Hubo un tiempo en que Manhattan se convirtió en el hogar de cientos de tiendas de máquinas de escribir, aunque ahora solo hay puñado. Solo hay unos 250 talleres de reparación de costa a costa. Ahora que se acerca a los ochenta años, admite que siente la obligación de estar al frente de este oficio el mayor tiempo posible, tal y como lo hizo su padre después de iniciar el negocio familiar durante la Gran Depresión.

"En estos momentos, hay una gran demanda por lo que hacemos", indicó Schweitzer, que usa un delantal negro con camisa y corbata para siempre estar listo para atener las llamadas de emergencia en su oficina.

"Justo el otro día, un hombre entró con su hijo de 12 años. El niño quería una máquina de escribir. No una computadora. Una máquina de escribir. Quería escribir notas a sus amigos", relataba.

Él cuenta que la gente se sorprende cuando sabe que aún agarra el maletín para atender las llamadas de las oficinas de Manhattan que aún conservan máquinas de escribir.

"Se acabaron los días en que una compañía de seguros tenía que limpiar 200 máquinas a la vez, pero todavía podrían quedar unas 15 o 20. Me es gratificante ayudar a mantener estas máquinas en funcionamiento".

Su negocio es uno de los 250 que aún quedan en todo Estados Unidos (Jin Schweitzer)
Su negocio es uno de los 250 que aún quedan en todo Estados Unidos (Jin Schweitzer)

Schweitzer destaca los modelos de Smith-Corona o IBM Selectric que aún funcionan muy bien. Uno de sus clientes más leales es el actor Tom Hanks, que tiene una gran colección de máquinas de escribir, no solo para decorar una oficina, sino también para escribir cartas, memorandos de películas, recordatorios y otras cosas.

"Paul vende herramientas, no juguetes. Sus máquinas de escribir funcionan y están destinadas a ser usadas", escribió la estrella de Hollywood en un correo electrónico enviado a The Washington Post.

Hanks dijo que le gusta la permanencia y la naturaleza táctil de la máquina de escribir.

"Las máquinas de escribir son como pianos: objetos de traducción que los artistas usan para crear paisajes de ensueño y los compradores lo usan para hacer listas de la compra", agregó Hanks. "La diferencia es que todo lo que escriba existirá físicamente durante siglos".

Cuando Hanks está en Nueva York, agregó Schweitzer, "va a la tienda y se relaja durante un rato probando algunas de las máquinas".

El actor, que recientemente interpretó al editor de The Washington Post Ben Bradlee en The Post, se llevó a casa una Royal con una gran tecla que decía "The Post".

Schweitzer vendió unas 25 máquinas de escribir antiguas, manuales y eléctricas, al director de cine Steven Spielberg, quién más tarde entregó a parte del elenco y del equipo como regalos de "agradecimiento".

"Emparejó las máquinas de escribir con las personas del set y envió una nota personal de 'agradecimiento' a cada uno como un regalo único", dijo Jay Schweitzer, hijo y socio comercial de Paul Schweitzer. "Lo ayudamos a hacer la mejor combinación".

Hacer coincidir una máquina de escribir con una persona es una de las habilidades más perfeccionadas de Paul Schweitzer.

Solo hace falta preguntar a Michael Leslie, uno de sus clientes. Hace dos meses, durante una visita a la tienda de Schweitzer, Leslie vio un elegante modelo con un acabado de color arena.

"Guau, ¿Qué es esto?", le preguntó el diseñador de apartamentos de Nueva York a Schweitzer. "Nunca he visto algo así".

La máquina de escribir era un extraño modelo Facit de principios de la década de los sesenta. No fue hasta un tiempo más tarde que Schweitzer le confesó a Leslie que había estado guardando esta máquina para él, ya que sabía que emparejaría perfectamente con él.

"Quería que lo encontrara por mí mismo. Fue un golpe de gracia: amor a primera vista. Paul sabía exactamente lo que necesitaba", relataba Leslie, de 62 años.

Paul Schweitzer llevó por primera vez a su hijo Jay a la tienda cuando tenía 7 años, y pasaron varios veranos juntos en el negocio.

"Mi padre me dijo: 'No te sentarás a mirar la televisión todo el día, vas a venir conmigo", recordaba Jay, de 50 años, que ahora va a trabajar con traje y corbata como su padre.

Actualmente, todos los días, padre e hijo miran pacientemente bajo las teclas y la maquinaria de las antiguas Underwoods, Royals, Olivettis y Smith-Coronas, traídas por clientes porque una tecla se ha quedado trabada o porque una cinta no funciona bien.

Los Schweitzer tienen muchas piezas para reparaciones ya que según explica Paul, él compró los inventarios de casi todas las tiendas de máquinas de escribir de Manhattan, cuando se cansaron de competir en un mundo de alta tecnología y cerraron sus negocios.

Pero Schweitzer no lo hizo. Él apostó al encanto duradero de la máquina de escribir. "Tenía una corazonada", subraya.