Es reconocida por sus estudios sobre la empatía pero sus colegas aseguran que le temen

Por Cleve R. Wootson Jr.

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La científica Tania Singer en una entrevista en video (Captura Youtube)
La científica Tania Singer en una entrevista en video (Captura Youtube)

Si hay alguien que conozca los efectos potencialmente devastadores de los sentimientos heridos, ella es Tania Singer.

La neurocientífica de 48 años de edad ha dedicado su carrera a analizar los beneficios físicos, sociales e incluso económicos de hacer que la gente sea más empática. Ella ha analizado los cerebros de las personas que ven a sus seres queridos experimentar, por ejemplo, episodios de dolor. Buscó respuestas científicas a las preguntas sobre las raíces del bien y el mal que han desconcertado a los seres humanos desde el comienzo de la conciencia.

Uno de los objetivos de Singer, según escribió en un libro de 2013 sobre el entrenamiento de la compasión, era "apoyar el desarrollo de una sociedad más comprensiva y sostenible". "Con este libro, aspiramos a prestar más atención a la compasión en nuestra sociedad", indicó.

Pero recientemente, la atención se ha centrado en el laboratorio de Singer en Leipzig (Alemania). Sus antiguos colegas dicen de ella que es un patrón de acoso e intimidación.

Las quejas realizadas por ocho compañeros de trabajo, antiguos y actuales, por su mal comportamiento se remontan a varios años, según apuntaron este mes a Science Magazine. Había un entorno de trabajo tan malo que el Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales acordó un año sabático para "enfriar" la situación.

En una declaración enviada a The Washington Post, Singer confirmó el "estrés y la tensión" entre ella y sus colegas, pero negó las acusaciones. A pesar de todo, dijo, su investigación ha sido irreprochable.

Varias personas en su laboratorio, mientras tanto, apuntaron que detrás de la investigación de empatía innovadora que se ha presentado en National Geographic y en el Foro Económico Mundial provocó un ambiente de trabajo tóxico.

"Cada vez que alguien tenía una reunión con ella, había, el menos, una posibilidad de que saliera llorando", comentaba un compañero a la revista Science. Esa persona, como todos menos una, habló a la publicación bajo la condición del anonimato por temor a represalias.

Algunos dijeron que las palabras más duras de Singer estaban dirigidas a las mujeres que se habían quedado embarazadas y le notificaron que tendrían que tomarse un tiempo libre para cuidar a sus recién nacidos.

"La gente estaba aterrorizada. Realmente tenían miedo de contarle lo del embarazado", declaró un ex compañero a la misma revista. "Para ella, tener un bebé era básicamente ser irresponsable y decepcionar al equipo".

Ella era una investigadora creativa, dotada para encontrar fotos y hacer los contactos necesarios para dar luz verde a los proyectos, según dijeron a la publicación. "Su superpotencia es la visión", apuntaba un colega. En 2015, después de los ataques terroristas en París dio un discurso inspirador a sus compañeros diciendo que los actos violentos eran exactamente la razón por la que el mundo necesitaba su investigación.

Pero trabajar con ella día a día cobró un precio y sus compañeros alegaron amenazas y abuso emocional. Ella insultaba su trabajo y sus habilidades, según relataron varias fuentes.

Bethany Kok, una ex miembro del laboratorio, señaló que Singer tuvo un episodio de ira después de que ella le contara que estaba embarazada de gemelos.

"Empezó a gritarme y a decirme de que ella no tenía una organización benéfica, que era una vagabunda y que iba a trabajar el doble por el tiempo que iba a estar fuera", explicó a Science Magazine.

Unas semanas más tarde, la mujer tuvo un aborto espontáneo con uno de los mellizos y tuvo que ausentarse de una reunión para ir a la sala de emergencias. "Recibí un correo electrónico de Tania que me decía que no me estaba pagando para ir al médico, que no estaba actuando de buena fe y que no me permitían ir al médico durante las horas de trabajo".

Kok afirmó a la revista que ya no tiene el correo electrónico.

Singer declinó una entrevista telefónica diciendo que estaba de viaje, pero en una larga declaración enviada a The Washington Post, ella señaló que las acusaciones eran el resultado de un "subgrupo de ex científicos con una fuerte dinámica grupal con el objetivo de dañar mi reputación".

Ella insistió en que el grupo del que era responsable nunca había violado las reglas científicas ni discriminado a nadie, especialmente a las mujeres embarazadas. Su grupo estaba trabajando en un "único estudio de capacitación longitudinal a gran escala" y "la carga de trabajo y el aumento de la presión llevan al estrés y la tensión que, a veces, causan una comunicación inadecuada con mi personal en situaciones problemáticas".

Aún así, dijo que se había disculpado "de todo corazón" con el personal y que se había involucrado en un proceso de mediación. Finalmente aceptó el año sabático y entregó las funciones administrativas.

Pero manifestó que tuvo un gran problema con las afirmaciones específicas sobre cómo trataba a las personas.

"Nunca negué ningún permiso parental o declaré que la carrera y la maternidad eran incompatibles, ya que creo que es todo lo contrario", expresó en su declaración. "No sentí que estaba acusando a una mujer embarazada por decepcionar al equipo (estas son interpretaciones personales que no se pueden probar). También apoyé activamente a las mujeres en la ciencia (entre ellas, una madre con varios hijos). Nunca prohibí a nadie ir al médico en horario de trabajo y no puedo responsabilizarme por la pérdida prematura de un bebé durante el embarazo".

En un comunicado, el Instituto Max Planck aseguró que se enteró de las quejas contra Singer a principios de 2017 y posteriormente tuvo "un gran número de conversaciones con los empleados". El centro también investigó el trabajo científico de Singer y lo evaluó de forma excelente.

A finales de 2017, Singer solicitó el año sabático para trabajar en un libro y explorar otras investigaciones.

"Tras el año sabático, a partir de 2019, se prevé que la profesora Singer encabece, a petición propia, un grupo de trabajo considerablemente más pequeño sobre la neurociencia social", indicaron fuentes del instituto. "Algunos detalles relevantes se están discutiendo actualmente", finalizó.