La ingeniosa idea de un hombre para controlar las 14 toneladas de excrementos humanos que se acumulan en el Monte Everest

Por Cleve R. Wootson Jr.

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Cada año, unas 1.200 personas se animan a subir a la cumbre del Monte Everest durante la temporada de escalada que comienza en mayo: toman la ardua, y a menudo congestionada, ruta hacia el pico más alto del mundo que la mayoría no completará y otros no sobrevivirán.

Hay cosas que van en su contra: las temperaturas que están muy por debajo de los cero grados, el mal de altura con efectos que van desde la desorientación hasta la muerte y la amenaza constante de la congelación. Más de 200 cadáveres de escaladores se alinean en las laderas de la montaña, un recordatorio constante de los pasos en falso de los escaladores.

Por lo tanto, probablemente no debería sorprender que las personas que suben a una montaña no reflexionen demasiado sobre una pregunta en particular: ¿Qué deberíamos hacer con los excrementos?

En los aproximadamente dos meses que lleva escalar el Monte Everest, el alpinista promedio habrá producido casi 30 kilos de excrementos. Esta temporada, los cargadores que trabajan en el Monte Everest transportaron 14 toneladas de desechos humanos desde el campamento base y otros lugares. Se dejaron en pozos de Gorak Shep, un lago congelado que queda cerca de un pueblo, a unos 5.100 metros sobre el nivel del mar.

Si no se maneja adecuadamente, la materia fecal congelada seguirá arrojando basura en una de las Siete Maravillas del Mundo. Tal y como Grayson Schaff, un editor de la revista Outside escribió en un artículo de opinión de The Washington Post de 2012, "el pico se ha convertido en una bomba de tiempo fecal y el desastre se está deslizando gradualmente hacia el campamento base".

Imagen aérea del Monte Everest, entre el Nepal y el Tibet (Bloomberg / Adeel Halim)
Imagen aérea del Monte Everest, entre el Nepal y el Tibet (Bloomberg / Adeel Halim)

Es un problema que Garry Porter, del estado de Washington, conoce bien. Es un ingeniero retirado que subió la montaña en 2003, antes de que vientos demasiado fuertes obligaran a su grupo de escalada tener que regresar. Ha pasado una buena parte de su jubilación pensando en el Everest y sobre cómo limpiarlo.

"El Everest es un sueño de toda la vida para la mayoría de los escaladores. Uno sale de esto y todavía está envuelto en el paisaje y la naturaleza. Pero también sale con el pensamiento de que dejamos mucha porquería allí", comentó Porter al diario. "Realmente era una sensación de que el Everest se merece algo más que eso, y es mi responsabilidad porque soy un escalador y no puedo irme diciendo que mis excrementos no huelen".

Su solución para lo que él llama una "pesadilla ambiental potencial" es simple: usar un digestor de biogás para convertir los excrementos del alpinista en algo más útil. El digestor produciría fertilizantes y metano, un biogás renovable que puede usarse para cocinar alimentos y dar luz a las casas.

VIDEO: Garry Porter explica su proyecto de digestor para el Everest (en inglés)

Whole Foods usa un sistema similar para reducir el desperdicio de alimentos. De hecho, el digestor que Porter quiere construir no será muy diferente a los dispositivos que se venden en Internet: un tanque grande que puede contener agua, desechos humanos y bacterias anaeróbicas producirán fertilizantes y gas metano para alimentar a las cocinas.

Sin embargo, hay un obstáculo del tamaño de una montaña. Las bacterias no harán su trabajo si la temperatura es demasiado baja. Y en muchas partes del Monte Everest, el termómetro está al borde de la congelación durante todo el año.

Así que Porter, un ingeniero de carrera pero que quería tener un gran desafío en mente para ocupar su tiempo al jubilarse, había encontrado un problema que resolver: ¿Cómo mantener el digestor a una temperatura óptima usando solo materiales simples que se pueden obtener localmente?

El dispositivo que se le ocurrió es un cruce entre una instalación de tratamiento de aguas residuales y un termo gigantesco. Además de eso, los subcontratistas construirán una cabaña que mantendrá la temperatura por encima de los 20ºC.

Los paneles solares se utilizarán para transmitir calor al digestor y alimentar las baterías que se utilizarán para el calentamiento nocturno.

Si suena simple, eso es por su diseño.

Si el digestor resulta demasiado difícil de operar, o las piezas de repuesto deben enviarse desde diferentes partes del mundo, el proyecto no durará. Y el objetivo es finalmente entregar el dispositivo a las autoridades de Nepal, que serán los encargados de operarlo.

Porter indicó que su grupo, el Proyecto de Biogas del Monte Everest, ya recibió la aprobación para construir el digestor por parte del gobierno de Nepal y el visto bueno de docenas de alpinistas que trataron de conquistar la cima del Everest sin ensuciarlo.

Uno de los momentos inolvidables durante la realización de este proyecto fue ver a un investigador de la Universidad de Katmandú girar un botón y ver que se encendía una llama azul a través de un prototipo de digestor de metano. Todo producido por excrementos extraídos de la montaña.

Él confía en que ese diseño sirva como un modelo para otras montañas. Su grupo está recibiendo donaciones y estima que costará USD 500 mil instalar un digestor en funcionamiento en el Everest. Podrían comenzar a construir tan pronto como recauden fondos suficientes.