Cómo el drástico aumento de la violencia afecta a Mozambique, una nación africana rica en recursos naturales

Por Matthew Hill y Borges Nhamire

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Peatones caminando junto a unos vehículos situados a las afueras de una gasolinera Total en Maputo (Mozambique) (Bloomberg / Waldo Swiegers)
Peatones caminando junto a unos vehículos situados a las afueras de una gasolinera Total en Maputo (Mozambique) (Bloomberg / Waldo Swiegers)

Cuando, el mes pasado, un grupo de presuntos militantes islamistas decapitó a 10 aldeanos en la parte rica en gas de Mozambique, aumentó las preocupaciones de que la propagación de ataques en esta remota región podría poner en peligro una posible inversión de USD 30.000 millones.

Anadrko Petroleum y Eni, que están desarrollando proyectos separados de gas cerca de la frontera con Tanzania, aseguran no se sienten amenazados por la violencia en la provincia de Cabo Delgado. El explorador Wentworth Resources, por su parte, dijo que no había podido acceder a sus tierras cerca de la ciudad de Mocimboa da Praia por cuestiones de seguridad y debido a los ataques.

"Este problema no va a desaparecer y se está convirtiendo cada vez más en un problema regional", apuntó Nigel Morgan, director de RHula Intelligent Solutions en la capital, Maputo. "Este es un problema de riesgo para los inversores de petróleo y gas en Cabo Delgado".

Los asaltos comenzaron en octubre, cuando un grupo de hombres armados con pistolas, cuchillos y machetes atacaron estaciones de policía en Mocimboa da Praia, dejando cinco policías y 12 asaltantes muertos. Como respuesta, las autoridades detuvieron a 133 personas, incluidas 32 de Tanzania.

Desde entonces, ha habido 20 ataques de "elementos extremistas" en el área en los primeros cuatro meses de este año, según el Consorcio de Investigación y Análisis del Terrorismo. Esas cifras no incluyen las decapitaciones del 27 de mayo en las que dos de las víctimas eran niños.

En el último episodio violento, los atacantes utilizaron machetes para matar a siete personas y prendieron fuego a 164 viviendas en una aldea del distrito de Macomia, entre Mocimboa da Praia y Palma, según contó el portavoz policial Inacio Dina a los periodistas que estaban en Maputo. Explicó que las autoridades consideraban que los atacantes eran bandidos comunes y no terroristas. Un día antes, la policía dijo que habían matado a nueve presuntos insurgentes en la región.

Lo que primero surgió fue un grupo religioso en el extremo norte de una de las naciones más pobres del mundo (a finales de 2015 incorporó células militares), según un estudio del clérigo musulmán Saide Habibe y los investigadores académicos con base en Maputo Joao Pereira y Salvador Forquilha. Inicialmente se le conocía como Ahlu Sunnah Wa-Jama, que en árabe significa "adeptos de la tradición profética", pero los residentes locales lo llaman al-Shabaab, el mismo nombre utilizado por los militantes en Somalia.

El grupo ya creció hasta tener más de 100 células, aunque es difícil saber cuántos miembros tiene en total, de acuerdo a los análisis de Pereira, profesor de ciencias políticas de la Universidad Eduardo Mondlane.

La geografía contribuye al problema. Mocimboa da Praia, donde comenzaron los ataques, está a 1.800 kilómetros al noreste de Maputo, y Palma, donde las reservas de gas que Eni, ExxonMobil y Anadarko están desarrollando, están a unos 80 kilómetros al norte.

El grupo atrae principalmente a jóvenes desempleados en Cabo Delgado, donde la pobreza es profunda en las áreas rurales, según la investigación de Pereira, Habibe y Forquilha. Para destacarse, usan turbantes blancos, llevan las cabezas afeitadas y lucen barbas grandes, túnicas y pantalones cortos negros. Los líderes tiene vínculos con círculos religiosos, comerciales y militares de grupos militantes islamistas en Tanzania, Somalia, Kenia y la región de los Grandes Lagos de África Oriental, donde algunos reclutas han recibido entrenamiento.

El financiamiento de sus operaciones proviene del comercial de rubíes, marfil y madera, que hay en abundancia en Cabo Delgado. El área también se ha convertido en un sitio clave para los envíos de heroína que luego se trafican hacia Europa y la vecina Sudáfrica, según una investigación de la Iniciativa Global contra la Delincuencia Organizada Transnacional.

El grupo probablemente esté aprendiendo de otros militantes en África y puede imitar las técnicas utilizadas por Boko Haram en Nigeria y al-Shabaab en Somalia.

Las autoridades de Mozambique respondieron a los ataques arrestando a cientos de personas y cerrando algunas mezquitas. Pereira advierte que una respuesta de mano dura del gobierno podría empeorar la situación.

"Si la represión es demasiado grande, el grupo puede usar otras técnicas más sofisticadas, como los ataques con bombas. La eliminación del grupo depende de la acción militar regional, combinada con la inversión social y la acción de inteligencia", argumentó.

Mucho también podría depender de cómo los países del norte como Kenia pueden combatir la penetración de los grupos radicales en Tanzania y cómo ese país puede eliminar las rutas a Mozambique.

"Está claro que las instituciones estatales, como la policía, la inteligencia y el ejército no tienen esta situación bajo control", explicó Morgan de Rhula.