Desarrolladores rebeldes están tratando de curar nuestra adicción a los teléfonos inteligentes con una aplicación

Por William Wan

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Mandy y Kevin Holesh se relajan con uno de sus dos perros en su casa rodante en Utah Lake en Saratoga Springs, Utah. Foto The Washington Post por Kim Raff
Mandy y Kevin Holesh se relajan con uno de sus dos perros en su casa rodante en Utah Lake en Saratoga Springs, Utah. Foto The Washington Post por Kim Raff

Para entender por qué es tan difícil liberarse del teléfono, de Facebook y de Twitter, necesitas saber la superstición de la paloma de B.F. Skinner.

En la década de los cincuenta, Skinner comenzó a poner las aves en una jaula y las entrenó para picotear un pedazo de plástico cada vez que querían comida. Luego el investigador de psicología de Harvard manipuló el sistema para que no todos los picotazos significaran un sabroso bocado. Se volvió aleatorio: una recompensa cada tres picotazos, luego cinco y luego dos.

Las palomas se volvieron locas y comenzaron a picotear compulsivamente durante horas y horas.

Avanzamos seis décadas. Nos hemos convertido en las palomas picoteando nuestros iPhones, moviéndonos por el feed de actualizaciones, deslizando el dedo hacia la izquierda y la derecha en Tinder durante horas…

En la economía moderna de tabletas y aplicaciones, nuestra atención se ha convertido en el producto más valioso. Las empresas tecnológicas tienen ejércitos de investigadores de comportamiento cuyo único trabajo es aplicar principios como las recompensas variables de Skinner para captar y mantener nuestra atención tanto como sea posible.

Pero algunas personas están empezando a luchar contra eso. Un pequeño pero creciente número de científicos del comportamiento y antiguos desarrolladores de Silicon Valley están intentando contraprogramar esas alertas de noticias, solicitudes de amistad y actualizaciones que atestan nuestras horas de vigilia.

(Archivo)
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Cada vez más, los desarrolladores rebeldes usan el fuego para luchar contra el fuego, creando aplicaciones que intentan poner a los usuarios nuevamente en control. Llaman a su movimiento "bienestar digital" y, en las últimas semanas, obtuvieron dos enormes victorias cuando Google y Apple anunciaron planes para incorporar algunos aspectos de las aplicaciones de bienestar digital -como permitir a los usuarios controlar el tiempo que permanecen en pantalla- en las próximas actualizaciones de Android e iPhone.

"El sistema se construye en nuestra contra porque cuanto más utilizas estos productos como Facebook y Google, más dinero ganan", comentó Nick Fitz, un investigador del comportamiento de la Universidad de Duke. "Es como jugar al ajedrez contra una compañía de mil millones de dólares. Para cada uno de nosotros que tratamos de arreglar eso, tienen como 20 investigadores tratando de llevar al usuario aún más adentro", manifestó.

En los últimos dos años, Fitz ha luchado contra un emergente campo de batalla: las notificaciones molestas.

En un experimento rastreó el uso del teléfono inteligente de más de 200 personas. La mayoría recibió entre 65 y 80 notificaciones al día. Cuando eliminó las alertas, sus niveles de estrés disminuyeron. Una neblina de falta de atención se levantó. Su concentración mejoró.

Pero eliminar las actualizaciones también causó un aumento en la ansiedad de la mayoría de sus sujetos, que informaron que temían perderse cosas (en el lenguaje millennial se conoce como FOMO).

Entonces Fitz y un equipo de desarrolladores crearon una aplicación para agrupar esas notificaciones y entregarlas en tres lotes: mañana, tarde y noche. Las personas con la aplicación en su teléfono reportaron menor estrés, mayor productividad y ningún aumento de la ansiedad.

El investigador de 29 años dijo que su trabajo fue provocado por algo que le había pasado hacíaunos años. Su padre lo visitaba en la escuela de postgrado, y "me di cuenta de que estaba sentado en el baño y desplazándome por las actualizaciones de Instagram, mientras que mi padre de 78 años me estaba esperando afuera", recordaba.

Internet revolucionó la forma en que nos informamos y comunicamos (Getty Images)
Internet revolucionó la forma en que nos informamos y comunicamos (Getty Images)

Desde entonces, Fitz ha desconectado lentamente de Facebook e Instagram y, rara vez, los usa hoy en día. En su navegador web ha instalado una aplicación llamada "Mortality" para que, cada vez que está en línea, un mensaje le dé la bienvenida con una cuenta regresiva en blanco y negro de los días que le quedan de vida (basado en la expectativa de vida promedio).

"No digo que la tecnología sea inherentemente mala", dijo Fitz. "Pero las personas deberían ser conscientes de cómo la están usando y cómo esas plataformas utilizan a los usuarios".

El estadounidense promedio, por ejemplo, revisa su teléfono cada 12 minutos. La investigación de mercado muestra que el usuario, de media, toca su teléfono celular unas 2.617 veces al día.

En una encuesta de 2014, el 46 por ciento de los usuarios afirmaron que su teléfono inteligente es algo con "lo que no podrían vivir".

Tales hábitos alimentan la economía web de hoy en día. Entre las legiones de desarrolladores que se especializan en el diseño de comportamiento, uno de los más famosos es Nir Eyal, cuyo libro de mayor venta en 2014 fue Hooked ("Enganchado") y es de lectura obligatoria en Silicon Valley.

(Getty)
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Eyal detalla los cuatro elementos clave de tecnología: el disparador (el ping de un mensaje no leído), la acción (hacer clic para abrir una aplicación), la inversión del usuario (me gusta o comentar en otras publicaciones) y la recompensa variable (el gancho crucial, que Eyal se remonta a los experimentos de Skinner).

Lo importante es que los usuarios de la web, como las palomas en las jaulas de Skinner, no saben cuándo encontrarán su recompensa. Mientras van cazando a través del feed de noticias, sus cerebros experimentan oleadas de dopamina. El neuroquímico se asocia con la sensación de anticipación y juega un papel importante en la vinculación de señales específicas con la recompensa.

El efecto de salud mental de la captura digital constante para nuestra atención no está claro. Algunos estudios han vinculado las redes sociales y los teléfonos inteligentes con el estrés, la depresión en los adolescentes y el sueño deficiente. Otros investigadores han arrojado dudas sobre tales hallazgos.

Pero últimamente, en medio de la reacción tecnológica contra los escándalos de la minería de datos y la interferencia electoral, las advertencias provienen de las mismas personas que ayudaron a desarrollar las plataformas más antiguas y más grandes de la Web.

El presidente fundador de Facebook por ejemplo, admitió el año pasado que la compañía había estado "explotando una vulnerabilidad en la psicología humana". Sus creadores, según dijo Sean Parker, "entendieron esto conscientemente y lo hicimos de todos modos".

Kevin Holesh trabaja en el casa rodante donde él y su esposa viven y viajan por EEUU. Una aplicación que creó hace varios años ayuda a las personas a alejarse del uso constante de las redes sociales. Foto: The Washington Post por Kim Raff
Kevin Holesh trabaja en el casa rodante donde él y su esposa viven y viajan por EEUU. Una aplicación que creó hace varios años ayuda a las personas a alejarse del uso constante de las redes sociales. Foto: The Washington Post por Kim Raff

En respuesta a las críticas, Facebook y otras compañías tecnológicas remarcan que están tratando de mejorar los productos para abordar estas preocupaciones. Facebook prometió USD 1 millón el año pasado para investigar el efecto de las redes sociales en los jóvenes.

Kevin Holesh ha leído de cerca el trabajo de Eyal y otros diseñadores de comportamiento. Como desarrollador web, empleó muchos de los mismos principios en las empresas de nueva creación.

Luego, hace cinco años, se encontró cada vez más frustrado con la forma en que él y su prometida pasaban las noches. "Nos pasábamos todo el día trabajando. Por la noche, nos pasábamos la mitad de la cena hablando y la otra mitad mirando el teléfono. Luego, poníamos la televisión y básicamente nos alejábamos en nuestros mundos separados el resto de la noche".

Decidió crear una aplicación para arreglar lo que sentía que estaba roto en su relación entre su iPhone y su prometida. Él, esencialmente, tomó los conceptos básicos del modelo Hooked de Eyal y los subvirtió para crear ganchos inversos para alejar a los usuarios de sus ansias tecnológicas.

Su aplicación Moment funciona como un Fitbit, rastreando la cantidad de horas que los usuarios pasan en sus teléfonos y en programas específicos. Envía notificaciones si ha habido un tramo esencialmente largo de acción, lo que sugiere un descanso.

Moment es ahora uno de los programas digitales de bienestar más exitosos y ha sido descargado 5.9 millones de veces.

Poco después de su lanzamiento, Holesh y su esposa cambiaron radicalmente de vida y se mudaron a una casa rodante. Desde entonces, estos veinteañeros han trabajado juntos en la carretera.

"Nuestra rutina en estos días es básicamente mucha conversación", comentó Holesh desde un parque estatal de Utah. "Nosotros cocinamos juntos. Hablamos de los objetivos de la vida durante la cena. Estamos pensando en tener hijos pronto, así que ese ha sido un gran tema de conversación en los últimos tiempos. Leemos y dormimos mucho más que la mayoría de las personas".

Otras aplicaciones también han surgido en los últimos años. Una particularmente popular llamada Forest planta un árbol virtual en tu teléfono cada vez que lo apagas para enfocarte en el trabajo. Pero en el momento que lo enciendes, el árbol se marchita y muere.

"No sé por qué me importa si estos árboles mueren, pero me importan", dice la reseña de un usuario en iTunes.

Otras aplicaciones, como Freedom, SelfControl, AppDetox o StayFocusd, ayudan a los usuarios a bloquear sitios web o aplicaciones a las que se han resistido a abandonar.

Andrew Dunn, un gerente de productos de San Francisco (California), lanzó recientemente un programa que, esencialmente, brinda a los usuarios de teléfonos Android una nueva pantalla de inicio, agrupando sus notificaciones, eliminando los atractivos logotipos de las aplicaciones y dificultando el acceso a las aplicaciones que sienten que creen que les están haciendo perder el tiempo.

Un problema fundamental al que se enfrenta él y otros desarrolladores es cómo crear aplicaciones exitosas sin emplear los anzuelos y modelos comerciales habituales.

"No quieres monetizar a partir de los anuncios. Ese tipo de cosas tienen el propósito de desordenar la vida de las personas", añadió Dunn. Tampoco quiere generar ingresos recolectando datos de usuarios o exigiendo una tarifa de compra alta. Obtener compresibilidad por parte de los inversionistas ha sido difícil.

En última instancia, su equipo decidió crear una forma de permitir que los usuarios paguen lo que puedan. "Este es el tipo de preguntas con las que aún estamos luchando en el movimiento humano y ético de la tecnología", señaló.

En los tres años posteriores a la publicación de Hooked, Eyal se ha enfocado cada vez más en la importancia de la ética en lugar de solo las técnicas de diseño.

El gurú del diseño del comportamiento no se arrepiente de haber escrito el libro. "Siempre habrá inconvenientes con la nueva tecnología", dijo en una entrevista desde Nueva York. "La solución no es eliminarlo, sino hacerlo mejor".

Al mismo tiempo cree que los usuarios también deben asumir la responsabilidad personal. "Es mucho más fácil culpar a la tecnología", dijo.

Eyal ha pasado gran parte del año pasado visitando en silencio a las mayores compañías tecnológicas del país e intentando convencer a los altos ejecutivos para que instalen sistema que ayuden a los usuarios adictos crónicos. "Deberíamos exigir que estas empresas usen la información que están recolectando para ayudar a aquellos que las usan en exceso", apuntó.

Todas las empresas de las que ha hablado hasta ahora han aceptado que es una buena idea, pero ninguna ha implementado tales políticas de uso y abuso.

"No sé lo que se necesitará para llegar allí", admitió Eyal, "pero estoy empezando a perder la paciencia".