Por qué las trabajadoras de las oficinas abiertas se sienten como en playas nudistas

Por Jena McGregor

Compartir
Compartir articulo
Los empleados de Facebook trabajan en las instalaciones del nuevo campus, conocido como “Building 20”, en Menlo Park, California. (Biz Herman / The Washington Post)
Los empleados de Facebook trabajan en las instalaciones del nuevo campus, conocido como “Building 20”, en Menlo Park, California. (Biz Herman / The Washington Post)

En la era #MeToo, un entorno de oficina abierta puede parecer la solución perfecta para acabar con el acoso sexual que puede ocurrir bajo llave. Si hay paredes de vidrio en todas partes y nadie tiene puertas ni divisiones de plástico para crear una sensación de privacidad, puede ser más difícil que alguien se salga con la suya y avance en el terreno sexual.

Pero eso no significa que este entorno agrade a las trabajadoras. La investigación ya ha demostrado que las mujeres tienden a ser más sensibles que los hombres al ruido que se genera en las oficina abiertas. Un estudio recientemente publicado de una oficina del gobierno británico mostró que las oficinas de planta abierta pueden ser más difíciles para las mujeres, ya que se sienten más escrutadas por su apariencia, sujetas a la mirada de sus compañeros y más cohibidas por su estatus en la organización.

Esa es exactamente la sensación opuesta que tales diseños debían inspirar, según comentó Christina Schwabenland, una de las coautoras del artículo, que se publicó en la revista Género, trabajo y organizaciones. "Buena parte de las ideas detrás de las oficinas abiertas es que son más igualitarias, por lo que su rango y su posición importa menos", dijo.

Sin embargo, "las mujeres se sintieron bajo vigilancia", más que los hombres, señaló Schwabenland. "Sintieron presión en cuanto a la ropa que llevaban; se sentían incómodas porque querían privacidad".

Ella y su coautora, Alison Hirst, entrevistaron durante tres añosa unas tres docenas de hombres y mujeres que trabajaban en una oficina del gobierno británico que hacía una transición desde un espacio tradicional hacia un entorno de planta abierta. Se encuadró como un estudio cualitativo que evaluó los pensamientos de los trabajadores en entrevistas largas y estructuradas.

Schwabenland reconoce que su enfoque de estudio significa que podría haber tenido un grupo de respuestas sesgadas, pero cree que también proporciona una instantánea creíble. Por un lado, los investigadores no se propusieron hacer un estudio de género: la incomodidad que las empleadas dijeron que sentían en la nueva oficina surgió de forma orgánica, en lugar de las indagaciones de los interrogatorios (después de oír a las mujeres mencionarlo repetidas veces, Hirst luego agregó preguntas orientadas al género).

Además, el estudio claramente ha resonado entre las mujeres. Después de que Fast Company publicara un artículo sobre el estudio, "las reacciones llegaron de los lectores", particularmente de las mujeres, sobre el efecto que las oficinas de campo abierto tenían en su trabajo.

"¡Oh, Dios mío!", escribió una mujer en Twitter después de que Tracy Chou, una ingeniero de software y defensora de la diversidad en Silicon Valley compartiera el artículo. "Básicamente era un animal zoológico. Miraban y comentaban incesantemente acerca de mi ropa, mi maquillaje, mis joyas, mis conversaciones, mis hábitos personales, mi comida, mis expresiones faciales, todo. Un tipo incluso miraba entre los monitores todo el día y comentaba mientras yo trabajaba".

Otros escribieron acerca de sus propias experiencias. "Leer este artículo fue molesto y valioso", escribió un lector anónimo llamándolo "sexismo ambiental". Otra lectora, llamada Veronica G., escribió: "Mi propia oficina era una caja de vidrio y mi escritorio no tenía fachada, lo que significaba que, como siempre uso faldas o vestidos en lugar de pantalones, tenía que sentarme con mis rodillas juntas todo el tiempo para parecer 'adecuada' porque era visible desde todos los ángulos".

Stephanie Johnson, profesora que estudia temas de diversidad y género en la Universidad de Colorado en Boulder, explicó que el estudio, aunque basado en entrevistas cualitativas, sonaba fiel a las experiencias que las mujeres suelen tener en el lugar de trabajo. Ella recuerda haber hablado con un ejecutivo de una compañía que se describía a sí mismo como un defensor de la contratación y el avance de las mujeres, pero dice que era partidario de la diversidad porque "¿quién no quiere mirar a las mujeres todo el día?", dijo. "Se rió, pero eso no es muy divertido. Hay mucha literatura sobre la cosificación sexual que muestra los efectos dañinos que tiene".

Ella dijo que si bien los entornos de oficina abierta pueden funcionar bien en lugares de trabajo más equilibrados, donde la división entre hombres y mujeres es más igualitaria, en particular los lugares de trabajo con mucho sexo masculino o aquellos con culturas tóxicas, podría suponer una distracción. Otra investigación ha analizado el agotamiento de lo que los investigadores llaman "cubrir", en el que las personas ocultan partes de su verdadero yo en el trabajo para conectarse con la cultura dominante.

En su artículo, Schwabenland y Hirst señalan que el equipo de arquitectura del nuevo edificio era todo masculino, y cuando se les preguntó, hicieron una analogía con una playa nudista. "Sabes, primero estás un poco preocupado de que todos te miren, pero luego piensas, espera, todos los demás están desnudos, nadie se mira", dijo, sugiriendo que "eso es lo que sucederá, ellos continuarán con eso". Esa fue "una metáfora interesante", comentó Schwabenland.

La investigadora no ofreció una solución para lo que los diseñadores de oficinas deberían incluir como resultado de sus entrevistas, pero dijo que era un recordatorio de que un espacio transparente no era una solución general.

"Nunca se puede asumir que tener una buena política o tener un edificio maravillosamente diseñado cambiará las cosas", dijo Schwabenland. La única forma de abordar el problema es a través del mensaje correcto del liderazgo y la atención vigilante a la cultura de la organización. "Son estas pequeñas formas de ser y comportarse las que transmiten mensajes; eso realmente marca la diferencia de si la gente se siente feliz en el trabajo o no".