Amal Clooney posó para Vogue y dio cátedra sobre el uso inteligente de la celebridad

Por Robin Givhan

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Amal Clooney en una de las fotos del reportaje de Vogue (Cortesía Vogue)
Amal Clooney en una de las fotos del reportaje de Vogue (Cortesía Vogue)

Amal Clooney ha sido fotografiada en la portada de la revista Vogue de la edición de mayo mirando como siempre lo hace, de forma extraordinariamente elegante, bonita y divertida que hace que te quedes la quedes observando fijamente. Ella es la abogada de derechos humanos más famosa del mundo y la gente, en general, sabe muy poco sobre su trabajo. Ella se ha convertido en una celebridad por su matrimonio con el actor George Clooney, cuyo trabajo sí que conoce muchísima gente.

En el interior de la revista hay un artículo escrito por Nathan Heller, que se centra en la esfera profesional de Amal Clooney. Ella ha tenido una presencia notable en su ámbito mucho antes de que la industria de la moda comenzara a analizar su vestuario y antes de que la cultura popular comenzara a ver la maravillosa vida que llevaba. Hoy en día, Clooney trabaja principalmente desde una oficina en su casa, donde dice que una nevada de marzo le da al paisaje "un toque de magia". En su casa viste jerséis de Balmain y de Oscar de la Renta y calza botas con estampados de leopardo.

Heller, sin embargo, deja a un lado la magia y el encante para abrir una discusión sobre el trabajo legal de Clooney. Pero explicarle a un lego, en pocos párrafos, lo que hace ella es todo un desafío. Su trabajo es complejo y sus objetivos parecen imposibles. En las noticias de hoy en día siempre hay algo más fácil o más agradable de digerir.

A los lectores de Vogue se les presenta la historia de una joven llamada Nadia Murad, que huyó de Irak después de haber sido golpeada y violada por miembros del Estado Islámico y cuyo caso Clooney ha tomado ante las Naciones Unidas. Hay un hermoso retrato de las dos sentadas en la casa de Clooney. Murad está mirando hacia abajo y Clooney, con un suéter Fendi, le está sosteniendo suavemente la mano.

La mención de la marca del suéter de Clooney y los detalles de sus diversos conjuntos, ofrecidos por Vogue, no son una sugerencia sarcástica de que la moda y los derechos humano pueden coexistir cómodamente en una sola historia. Ellos pueden. Y en el caso de Clooney, la moda y el estilo están al servicio de esas cosas. No eclipsan sus logros ni los distraen de ellos. La moda hace que se destaquen. La moda hace que los miremos.

Clooney es una mujer seria que usa el estilo para contradecir los estereotipos asociados con el ámbito inteligente y justo del trabajo en derechos humanos. Una mujer que viste Lanvin y Giambattista Valli entiende el impacto de una imagen de alta costura. Clooney reconoce el poder en una imagen única, perfectamente diseñada, y lo ha usado en su beneficio.

No solo ha dejado claro que no se perderá en el brillo de las celebridades que emana de su marido. Ella ha dejado claro que brillará por sí sola. Ella ha creado una notable narrativa visual sobre ella misma. ¿Quién es Amal Clooney? Ella no es simplemente una abogada experimentada. Ella es la abogada de derechos humanos glamorosa y brillante que puede ir cara a cara con cualquier nombre en una alfombra roja ya sea en las fotos de los paparazzi o en la portada de Vogue.

La fotógrafa Annie Leibovitz captura a una Clooney cómodamente glamorosa que emana feminidad y confianza pero no necesariamente ferocidad. Quizás es la imagen que refleja en los procedimientos legales, pero su estilo de vestir favorece las líneas suaves sobre los bordes duros.

El vestido de color frambuesa de Alexander Mcqueen que lleva en la portada es como una pared de flecos que se ha moldeado alrededor del torso. Es discreto pero dinámico. Hay algo intrigante y fascinante sobre el vestido. Pero si intentas examinarlo más de cerca, no se revelan muchos más detalles.

Clooney reconoce el poder de la moda y de la cultura pop. Si estás dispuesto a adaptarte a ese escenario y a aceptarlo, siempre que te ilumine, también iluminará los problemas y las causas con las que estás asociado. La moda la ha llevado a Vogue. La llevó a ser una de las presidentas de la gala anual de Costume Institute, junto a la editora Anna Wintour, Rihanna y la diseñadora Donatella Versace. Y significa que puede hablar sobre los refugiados cuando es entrevistada para las páginas de la revista.

Pero incluso cuando se detalla el trabajo de Clooney, su vida profesional no se articula con tanta claridad y fuerza como su moda. Su trabajo es sincero y justo. Los hechos fluyen como interminables balas de injusticias. Su mensaje de moda, mientras tanto, es sucinto y centrado: estoy aquí.

Al igual que muchos políticos que vienen a Vogue, el objetivo es llegar a una nueva audiencia, enfatizar que son más que un simple burócrata y dar a su trabajo serio (servicio público, organización comunitaria) una pincelada de brillo que puede llamar la atención. Clooney no es diferente. Para un abogado internacional, Vogue presenta una nueva audiencia. Y ser fotografiada en sus páginas de glamour es valioso. Es una forma de poder cultural.

¿Aprendemos más sobre la "verdadera" Clooney? No. Ella es divertida, como escribe Heller, pero presumiblemente no es el tipo de mujer graciosa que da ejemplos notables de su ingenio. Ella piensa que su peluca blanca de corte de caballo es poco halagüeña. Ella hace té. Ella llama a George "mi amor".

Es un personaje cautivador que atrae tu mirada de admiración, incluso si no estás seguro de qué es exactamente lo que estás admirando.

Pero Vogue no está donde uno va a desnudar el alma o sumergirse en la educación, la libertad de expresión o los derechos de los refugiados. Es donde uno va a participar en una forma de alquimia. Es donde uno va a poner el glamour a trabajar.

Vogue, por cierto, necesita a Clooney. La moda la necesita. En este momento, para ser relevantes, las revistas (las revistas de moda) necesitan mujeres de sustancia y de diversos orígenes que estén comprometidas con el mundo. Clooney no es una opción de portada subversiva, pero tampoco es una actriz rubia, una Kardashian o una Beyonce o una Rihanna.

Clooney ha creado una fascinante concha exterior: la gran ropa, el mechón de pelo, la barra de labios roja, la peluca barrister. ¿Quién es ella realmente? Eso no es asunto tuyo. Además, si eres lo suficientemente glamoroso, ya has captado la atención de todos.