Levantan en Washington un monumento a las víctimas del bombardeo de Pinochet

Por Michael Laris

Compartir
Compartir articulo
La nueva estatua de Orlando Letelier, el embajador chileno en Estados Unidos que fue asesinado en 1976 en Washington (Evelyn Hockstein / The Washington Post)
La nueva estatua de Orlando Letelier, el embajador chileno en Estados Unidos que fue asesinado en 1976 en Washington (Evelyn Hockstein / The Washington Post)

Mientras la ira en contra de la supremacía blanca y el debate sobre los monumentos confederados se apoderó de Estados Unidos en agosto pasado, un grupo se reunía en la residencia del embajador chileno en Washington.

Un ex ayudante del Senador Ted Kennedy (D-Mass). Un periodista y un cineasta. Investigadores de un think tank progresivo. Y un embajador chileno. Querían un contrapunto duradero en un momento en que Estados Unidos y el mundo lo necesitaban.

Hace unos días, una estatua de su héroe democrático, Orlando Letelier, fue presentada en la majestuosa avenida Massachusetts de Washington, cerca del lugar donde Letelier fue asesinado en un atentado con coche bomba en 1976, un asesinato ordenado por el dictador chileno Augusto Pinochet. Ronni Karpen Moffitt, una compañera de trabajo estadounidense de 25 años, con quién Letelier había estado dando un paseo, también murió en el ataque, convertido ahora en un punto de reunión para los defensores de los derechos humanos.

"Se está cerrando el círculo aquí. Se está devolviendo esta parte de Washington a la que pertenece", dijo Sarah Anderson, directora de economía global del Institute for Policy Studies, donde Letelier y Moffitt trabajaban cuando fueron asesinados. Y a diferencia de las estatuas de Robert E. Lee y otros líderes confederados, "Orlando y Ronni estaban en el lado correcto de la historia. No creo que estos monumentos sean retirados nunca".

El ataque, planeado por un aliado estadounidense, trajo el terrorismo a la capital de Estados Unidos de manera dramática y trágica. El auto de Letelier explotó en Sheridan Circle, llamado así por el general de la Unión Philip Sheridan, que se conmemora en lo alto de un caballo en un pedestal.

(Desde la izquierda) los hermanos Francisco, Christian y Juan Pablo Letelier, y la hija de Christian, Nicolette, de cinco años. (Evelyn Hockstein / The Washington Post)
(Desde la izquierda) los hermanos Francisco, Christian y Juan Pablo Letelier, y la hija de Christian, Nicolette, de cinco años. (Evelyn Hockstein / The Washington Post)

Un análisis clasificado de la CIA, publicado por la administración de Obama en septiembre de 2016, coincidiendo con el 40 aniversario del bombardeo, citó "evidencia convincente de que el presidente Pinochet ordenó personalmente a su jefe de inteligencia llevar a cabo el asesinato".

Hace unos días, a pocas cuadras del sitio del bombardeo, decenas de amigos y seres queridos se reunieron para ver la estatua revelada frente a la residencia del embajador chileno.

Después de perder a un padre y a una hermana, los parientes sobrevivientes de Letelier y Moffitt se han reencontrado.

Cristian Letelier, un actor en California, se puso de pie con dos de sus hermanos bajo la bandera chilena y la cara amable de su padre mirando hacia arriba y en su dirección. Cuando un guitarrista solitario cantó Gracias a la vida, los ojos de Cristian se enrojecieron y su hija de 5 años, Nicolette, se le subió a los brazos para darle un abrazo.

"Solíamos dormir en el tercer piso", dijo uno de los hermanos, el senador chileno Juan Pablo Letelier, mirando hacia su antigua habitación en la residencia.

Su padre había sido embajador en Estados Unidos bajo el líder socialista de Chile, Salvador Allende. También se desempeñó como ministro de gobierno en su país y, después de derrocar a Allende, se convirtió en prisionero político. La presión internacional ayudó a liberar a Letelier, y se mudó a Washington, donde organizó una oposición internacional a Pinochet y trabajó para promover la defensa económica del Institute for Policy Studies.

Él también era padre.

"Todos éramos mayores cuando murió", señaló Francisco Letelier, otro hijo y artista de Los Ángeles, que, hace dos años, creó un conjunto de murales en honor a su padre y Moffitt. El Institute for Policy Studies ha otorgado durante décadas un premio de derechos humanos en su honor, y hay un gran orgullo entre los hijos de Letelier, tres de los cuales viajaron a Washington para dejar constancia de que la memoria de su padre ha ayudado a impulsar el cambio en todo el mundo.

"Todavía somos seres humanos. Tenemos que hacer el busto de la persona", dijo Francisco. Pero lo que es realmente importante, agregó, es el mensaje que ha surgido y se ha cultivado a partir de la tragedia: "El mundo puede ser mejor".

Francisco y otros miembros de la familia intervinieron sobre la elección del escultor Baltimore Barry Johnston, que creó una placa conmemorativa colocada en Sheridan Circle años antes.

El hermano de Moffitt, el abogado Michael Karpehn, viajó a la ceremonia desde Nueva Jersey. Él relató que ya hay un monumento a su hermana en Chile.

Moffitt tenía 25 años, se casó unos meses antes de su muerte.

"Ella era una joven judía, estadounidense, asesinada en Estados Unidos", comentó Karpen. "Ella hizo mucho en esta vida", reivindicó al respecto.

Los hijos de Letelier han sido generosos con Karpen y su familia durante décadas. "Pienso en ellos todo el tiempo. Son como mis hermanos", explica.

Se suponía que el actual embajador de Chile, Juan Gabriel Vadlés, iba a viajar con Letelier, Moffitt y el marido de Moffitt cuando la bomba explotó ese día. Él, sin embargo, había decidido quedarse en casa con sus hijos.

Michael Moffitt sobrevivió al ataque.

Valdés fue una fuerza clave en el desarrollo del proyecto de la estatua y en el logro de la escultura antes de su marcha, que se espera que sea pronto con la llegada de un nuevo gobierno chileno.

Él remarca que los recuerdos no se forjan "sin dolor", y señala el ejemplo que Letelier fijó en su vida y en su muerte para la búsqueda inflexible de los ideales democráticos.

John Dinges, que trabajaba como reportero para The Washington Post en Santiago de Chile en el momento de los asesinatos, escribió dos libros sobre el asesinato de Letelier y otros chilenos.

"Es simplemente un momento increíblemente amoroso", dijo Dinges durante la presentación. Chile, donde una dictadura alguna vez fue apoyada por Estados Unidos, ahora es una democracia donde se respetan los derechos humanos. Letelier, incluso en bronce, está "mirando hacia el futuro".

John Cavanagh, director del Institute for Policy Studies, dijo que estaba tan satisfecho con los esfuerzos conmemorativos en el 40 aniversario en 2016 que no estaba seguro de qué añadiría una estatua física.

Entonces pasó lo de Charlottesville.

Los supremacistas blancos llevaron antorchas hacia una estatua de Thomas Jefferson, gritando "¡Los judíos no nos reemplazarán!". Ellos dijeron que estaban allí para oponerse a la planeada eliminación de otro monumento imponente, antes de que un simpatizante nazi estrellara su auto contra una multitud, matando a la contramanifestante Heather Heyer.

Letelier salió "a luchar por la democracia y para que la democracia ganara", recordó Cavanagh. "Dio su vida en esa lucha por la democracia y los derechos humanos. Necesitamos estatuas para recordarnos que podemos ser inspirados por personas así", apostilló.