Tirar de tu cabello o rascarse la piel pueden ser signos de trastornos graves

Por Marlene Cimons (Especial para The Washington Post)

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Lucy Harper, de 17 años, es una estudiante de secundaria que vive en College Station (Texas) y ha estado pellizcándose la piel desde que tiene uso de razón. Cuando estaba en séptimo grado, también comenzó a estirarse el pelo.

"Durante un tiempo, el hecho de pellizcarme la piel estuvo bajo el radar, pero realmente me di cuenta de la gravedad cuando empecé a arrancarme el pelo", comenta.

Perdió tanto cabello que sus compañeros de clase le preguntaron si se estaba quedando calva. "Intenté todo para parar la situación. Compré un montón de juguetes para los dedos. Intenté restringir el movimiento de mi brazo con una muñequera. Tuve un permiso para utilizar guantes y sombrero en la escuela, e incluso una vez asistí a clases de piano con tiritas en cada una de las puntas de mis dedos", relata.

Harper sufre de tricotilomanía (extracción del cabello) y excoriación (extracción de la piel, también conocida como dermatilomanía), dos de varios trastornos conocidos como comportamientos repetitivos centrados en el cuerpo (BRFB por sus siglas en inglés). El término general agrupa a una serie de hábitos repetitivos de "aseo personal" que pueden causar daños o lesiones al tirar, pellizcar o raspar la piel, el cabello o las uñas.

Muchas personas se involucran hasta cierto punto en morderse las uñas o rascarse con fuerza la piel. Pero cuando estos comportamientos se vuelven extremos y fuera de control, se los considera trastornos graves.

(iStock)
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"Hay un daño psicosocial significativo", señala Douglas Woods, profesor de psicología en la Universidad de Marquette, que ha estado estudiando estas condiciones. Entre aquellos que no pueden contener el impulso de tirar, picar o morder, "la depresión es relativamente común. Las personas se vuelven muy cohibidas y la autoestima sufre. Comienzan a evitar situaciones sociales en las que las personas pueden notar los efectos de su comportamiento, y a menudo pasan una gran cantidad de tiempo tratando de cubrir los efectos".

Históricamente, los BFRB habían sido considerado trastornos de control de impulsos junto a la cleptomanía y la adicción al juego. Sin embargo, en la edición más reciente del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, los BFRB se clasifican como trastornos obsesivo-compulsivos o TOC. "La verdad es que probablemente pertenecen a una categoría intermedia", remarca Woods.

Aunque ahora se considera en el mismo espectro, los dos, en realidad, son bastantes diferentes. El TOC clásico ocurre cuando alguien experimenta pensamientos recurrentes e incontrolables, como un miedo desproporcionado a los gérmenes, y un comportamiento en el que uno se siente obligado a repetir una y otra vez, como el lavado de manos excesivo.

Los trastornos de control de impulsos, por otro lado, generalmente implican una incapacidad para resistir un impulso potencialmente dañino o autodestructivo.

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Se estima que entre el 2 y el 5 por ciento de los estadounidenses sufren tricotilomanía o extracción de pelo (que también incluyen los tirones de pestañas) y el 5 por ciento de raspado cutáneo, los dos BFRB más comunes, según la Fundación TLC para Comportamientos Repetitivos Centrados en el Cuerpo. Otros BFRB incluyen el comerse la piel o el pelo, morderse los labios y las mejillas, masticarse la lengua y cortarse el pelo de manera compulsiva, según señala la fundación, una organización sin fines de lucro con sede en Santa Cruz (California).

Antes de los 12 años, la extracción del cabello se produce por igual en niños y niñas, pero luego ocurre predominantemente en niñas, según la psicóloga Suzanne Mouton-Odum, profesora asistente clínica en el Baylor College of Medicine. "¿Por qué pasa esto? No estamos seguros, pero sospecho que muchas más mujeres comienzan a superar la edad de la pubertad. Es probable que haya un componente hormonal que afecta a más mujeres que hombres. Otras hipótesis son que los hombres son más capaces de cubrir la pérdida de cabello, o tal vez no busquen tratamiento, ya que pueden ocultar los resultados de su extracción".

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Los investigadores creen que estos trastornos probablemente tienen un componente genético, porque tienden a ser hereditarios. Los científicos están estudiando los genes de las personas afectadas, tratando de identificar marcadores que puedan proporcionar pistas sobre sus orígenes. Varios estudios han demostrado una conexión familiar; uno, por ejemplo, encontró tasas más altas de TOC en familiares inmediatos en aquellos casos extremos de extracción de cabello que en la población general.